miércoles, 26 de diciembre de 2012

El Rey pierde audiencia en un año desastroso para la Monarquía / Benjamín López

El desamor de los ciudadanos hacia la Monarquía se ha podido comprobar en el mensaje navideño y televisado del Rey. A pesar de la expectación creada por los medios, ¿hablará de Cataluña?, ¿qué dirá de su yerno Urdangarín?, lo cierto es que ha sido el menos visto desde el año 1993, con una pérdida de 250.000 espectadores respecto al año pasado. 

La Monarquía atraviesa sus peores momentos de las ultimas décadas. Y, hay que decirlo, los miembros de la Familia Real han puesto bastante de su parte para que así sea. Ya de por sí la Monarquía es un anacronismo en pleno siglo XXI. Eso de que la Jefatura del Estado sea hereditaria "por la gracia de Dios", o por cualquier otra gracia, tiene difícil digestión. Pero si además los supuestos agraciados demuestran con sus actos que son tan mortales e imperfectos como cualquier otro, si se empeñan en mostrar al mundo que su sangre no es azul sino roja, la Corona está perdida.

El año ha sido de traca para el Rey. Su tropezón en Botsuana no sólo le costó una cadera rota, sino que le pasó una factura carísima a su imagen personal que aún está pagando. Cazar elefantes, además de muy costoso al bolsillo, es éticamente reprobable, sobre todo si se hace a hurtadillas, en plena crisis, cuando el paro alcanza cotas históricas, cuando cada vez más familias no llegan a fin de mes e incluso cuando algunas pierden sus casas por impago de la hipoteca. Pero es que, además, el episodio del paquidermo sirvió para que se hablase públicamente de ciertas compañías feneminas del monarca que hasta entonces solo se nombraban en las barras de los bares. Tanto es así que, en esta ocasión, hasta la Reina pareció darse por aludida y se interpretó como una revancha pública su demora de tres días en ir a visitar al Rey al hospital.

Así que Don Juan Carlos tuvo que hincar la rodilla y aparecer ante la opinión pública a pedir perdón por su comportamiento, en un acto que le honra, de humillación personal sin precedentes. Ya de paso, por extensión, podría haber pedido perdón también por los desmanes de los suyos. Perdón por Urdangarin, el yerno díscolo al que, según se cuenta, él mismo empujó al exilio de Washington (en lugar de empujarle ante el juez) al conocer sus andanzas e intuyendo la que se le podía venir encima. Perdón también por su hija, la infanta Cristina, quien, como mínimo, vio aumentar su patrimonio desmesuradamente sin plantearse el origen del dinero. Perdón además por el tiro en el pie de su nieto mayor, Froilán, y sobre todo perdón por la permisividad del padre de la criatura, Jaime de Marichalar, que consintió que el pequeño, menor de 14 años, utilizase un arma de caza poniéndose en peligro y exponiendo a los que le rodeaban. Ese episodio, con varias versiones incluidas de por medio (que si estaba de caza, que si limpiaba el arma, que si practicaba tiro), se saldó administrativamente con una multa pero socialmente fue otro duro golpe para la maltrecha imagen de la familia Real.

Algunos ven en la abdicación del Rey el remedio para todos los males que padece la Monarquía. Yo creo que solo sería un alivio pasajero pero que la enfermedad seguiría ahí, latente, a la espera de un nuevo escándalo con el que crecer. Pero más allá de quién sea el Rey, los ciudadanos merecemos y algunos exigimos, como mínimo, limpieza y claridad. 

De momento, la prometida transparencia de la Casa Real se ha quedado en una nueva página web y poco más. Jamás se han auditado sus cuentas, no sabemos cuánto nos cuesta a ciencia cierta la Monarquía (mas allá de la partida anual que contemplan los presupuestos generales del Estado para el funcionamiento de la Casa Real), desconocemos el patrimonio personal y familiar del Rey (el New York Times publicó recientemente que ascendía a 1.800 millones de euros) y, lo que es más importante, ignoramos cómo lo ha conseguido.

Hace unos años escribir este artículo en la prensa nacional hubiera sido poco menos que imposible. Está claro que algo ha cambiado en la relación entre la prensa y la Corona. Desde la Transición y durante las primeras décadas de vigencia de la Constitución la figura del Rey se ha visto como un bien a salvaguardar y una garantía de estabilidad institucional. Tácitamente, los medios de comunicación se impusieron una autocensura de tal manera que no sólo se escondía lo negativo sino que se ensalzaba artificialmente lo positivo. Esa estrategia derivó en convertir a la familia Real en algo parecido a la Sagrada Familia, llena de virtudes, sin defectos ni imperfecciones propias del pueblo llano.

Pero ellos mismos, los miembros de la familia, se han encargado de ir abriéndonos los ojos, desvaneciendo con sus actos ese halo de santidad que les rodeaba. Y la prensa ha empezado a romper la urna de cristal en la que los mantenía protegidos del mundanal ruido. Y así llegamos a la situación actual, donde pocos apostarían su dinero por el futuro de la Monarquía en España, más aún si se mira por el retrovisor de la historia y se tiene en cuenta que nuestro país no es tan monárquico como se nos quiere pintar.

Cierto es que España tiene ya suficientes problemas y que, por tanto, probablemente, no es este el mejor momento para someter al país a la incertidumbre institucional que supone un debate sobre la forma de gobierno, Monarquía o República, que conllevaría un referéndum y una reforma constitucional muy profunda. 

Pero también es cierto que ese debate no se puede esconder eternamente, porque cada vez hay mas voces que lo piden y porque, a medida que nuestra democracia cumple años, menor es el número de ciudadanos vivos que legitimaron con su voto la Monarquía, que se basa en la herencia y que, por tanto, no nos permite elegir en las urnas al Jefe del Estado. 

Sonrisas y lágrimas en la Familia Real / Jaime Peñafiel

Doña Sofía ha decidido, no solamente estas navidades sino de un tiempo a esta parte, actuar y comportarse más como madre y abuela que como reina consorte o con mala suerte. Aunque todavía sigue casada con el rey, hace tiempo, muchísimo tiempo ya, que renunció al papel de esposa. Pienso que ni sufridora esposa.

Después de que el año pasado el rey decidiera que cada uno viviera la Nochebuena en su casa y en La Zarzuela ni dios (a la mesa del padre solo se sentaron los reyes que no se hablan, la infanta Elena sin sus hijos y la utópica princesa Irene) en esta Navidad la reina ha logrado que toda la familia acudiera a La Zarzuela. Incluido el sinvergüenza de Iñaki, a quien doña Sofía está empeñada en rehabilitar.

Dicen que la soberana ha impuesto su voluntad por aquello de que los nietos no tienen la culpa de lo que está pasando. Lo que no quiere decir que todos se sentaran a la mesa del Padre.

Para ello, se decidió montar un bufet con varias mesas en dos salones diferentes del palacete en las que se repartieron no solo la reina, sus hijos y sus ocho nietos sino también las infantas Pilar y Margarita, hermanas de don Juan Carlos, con sus respectivos hijos así como Carlos Zurita. Nadie coincidió con quien no quiso. Mucho menos el rey, Felipe y Letizia, los más afectados por el escándalo Urdangarin.

Dicen que ha sido el triunfo de la reina quien, como aperitivo de estas fiestas, decidió invitar a sus hijas y a los nietos , así como a la nuera, al teatro. Eligió un musical que, tras estrenarse en 1959 en Broadway, se ha convertido, con el paso de los años, en un clásico universal y que hoy se representa en el Coliseum de Madrid. El título no podía ser más adecuado a la situación que actualmente vive la familia real: “Sonrisas y lágrimas”.

La consorte Letizia hizo de tripas corazón, acompañando a la real suegra y a las cuñadas al evento aunque, en el momento de posar para los reporteros, procuró distanciarse físicamente del grupo, como podemos ver en las fotografías publicadas esta semana en la prensa nacional, sobre todo en Hola. En ellas, se advierte la incomodidad de Letizia frente a la satisfacción de la reina y de su hija Cristina, la mano no precisamente inocente de la actual situación. En esta ocasión, sin Iñaki.

Como expresaba Guillermo, con sentido del humor, en su viñeta en El Mundo, el rey, con meter a Urdangarin en casa estos días, “ha dado el mensaje del 24 y la inocentada del 28 en una sola fecha”. El personal no entiende nada.

http://www.republica.com/2012/12/25/sonrisas-y-lagrimas-en-la-familia-real_593313/ 

Mala noticia al Rey: los políticos que pide no están

MADRID.- Se suceden los comentarios y críticas al discurso navideño del Rey, como los más abajo reseñados por el diario 'El Imparcial'.

David Gistau hace un repaso del renovado formato del discurso del Rey: “El Rey depositó sobre el escritorio el papel que estaba repasando. Casual. Como si el pueblo, con su libre acceso, hubiera pasado sin llamar. Más que de vigor, al tenerlo de pie se trataba de dar una imagen de vigencia. Un Belmonte todavía capaz de subirse a caballo. Un monarca enhiesto en el puente de mando. Convoca a otra Transición. Como si su generación pudiera volver a ser joven y determinante. No hay personas como las que reclama el Rey. Sólo cháchara avillanada. Estaba de pie. Pero la inmovilidad de las piernas nos hizo imaginar unas tomas falsas en las que empleados acudían justo a tiempo de evitar que se estrellara contra el suelo al escorar”. 

Ignacio Camacho comparte con David Gistau que no hay políticos como los que reclama el Rey: “La política weberiana que reivindica, esa política responsable, honesta y generosa que sea en sí misma el antídoto contra la desafección ciudadana, se necesitan políticos de calidad, dirigentes con liderazgo de luces largas. El mismo Rey es, en tanto político, el último superviviente de una generación extinguida. Predica, como siempre, en el desierto de una dirigencia inhabilitada para refundarse a sí misma”. 

En su editorial principal, El País elogia las palabras de don Juan Carlos en la Nochebuena: “Si algo cabe destacar del mensaje navideño del Rey a los españoles es su clara y vigorosa reivindicación de la política como instrumento para unir fuerzas, afrontar la crisis económica y hacer frente a los retos de diverso orden que hay por delante. Obvio resulta decir que tan buenos consejos deberían ser atendidos por Gobierno y oposición y que todos pongan en práctica esa política, tanto más necesaria cuanto que, como señala don Juan Carlos, ’vivimos uno de los momentos más difíciles de la reciente historia de España’. La experiencia no ayuda al optimismo. El Rey espera que las renuncias de hoy garanticen pronto el bienestar de mañana. E incluso tiene la esperanza de que quienes se van fuera a buscar trabajo regresen y dinamicen con su experiencia y preparación nuestra economía”.

Un diputado del PSOE dice que la Monarquía ya no juega "un gran papel" y propone a su partido reivindicar la República

MADRID.- El portavoz del PSOE en la Comisión de Sanidad del Congreso, José Martínez Olmos, considera que, aunque la Monarquía "ha jugado un gran papel" en las últimas décadas, hoy en día ya no lo hace, de modo que opina que su partido debe "revisar si merece la pena reivindicar la República y sus valores".

"Es cierto que la Monarquía ha jugado un gran papel en el periodo reciente de nuestra democracia. Pero hoy no lo juega", afirma Martínez Olmos en un artículo de opinión publicado en el portal de Internet, Diario Progresista.
Para el también exsecretario general de Sanidad, "con este tipo de Monarquía, con los problemas que aquejan a la Familia Real, con el papel que desempeña creo que no podemos estar de acuerdo y, menos aún, en silencio".
Así, entre las "cuestiones clave" que considera que su partido se debe plantear de cara a definir su "proyecto", el diputado por Granada propone "revisar si merece la pena reivindicar la República y sus valores", aunque no profundiza más en este aspecto.
Martínez Olmos no es el único socialista que critica hoy el papel de la Monarquía. Su compañero Odón Elorza afirma en un comentario que publica en su cuenta personal de Twitter que no comparte "peloteo y elogios" a lo que considera "obviedades" del mensaje de Navidad del Rey don Juan Carlos.
A su juicio, "los ataques del PP al Estado social no merecen el silencio real", en referencia a los recortes aprobados por el Gobierno este año. "En momentos decisivos, y con tanto ataque a los derechos básicos, la Monarquía debería mojarse en favor de una democracia más igualitaria", añade.
Para el exalcalde de San Sebastián, tras el mensaje de Navidad la Monarquía ya "no cumple" la función que establece el artículo 61 de la Constitución, que dice que "el Rey prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas".

Los silencios del Rey, la emancipación de Sofía

MADRID.- Este miércoles continúa la resaca del discurso navideño del Rey en las columnas de opinión de los digitales.

Desde Libertad Digital, José García Domínguez se hace eco de los "silencios del Rey", concretamente en torno a la situación en Cataluña: "Tras la alocución navideña del Rey, hay quien pudiera pensar que el PSC ya no anda tan solo en su exquisita equidistancia entre la Constitución y sus apóstatas. Y es que, más allá de alguna alusión críptica al problema catalán, la Corona ha dado en seguir a pies juntillas la doctrina acuñada por Pere Navarro. Un proceder, el de los socialistas locales, que se remonta a las enseñanzas de Poncio Pilatos. Por algo decía Juan de Mairena que siempre resulta mucho más fácil estar au dessus de la mêlée que a la altura de las circunstancias. Sin embargo, hay silencios que pueden devenir atronadores, y el del Rey a propósito de la insurrección latente de la Generalitat comienza a serlo".

Por su parte Cristina Losada, cree que los nacionalistas no hacen sino publicidad gratuita al tradicional mensaje: "Si los nacionalistas se empeñan, conseguirán que el discurso del Rey en Nochebuena concite un interés extraordinario y no el que suele concederse a un ritual que, de tan repetido, que es lo suyo, hace de sonido de fondo mientras se trajina en la cocina y se pone la mesa. Para el nacionalismo, la aparición anual del monarca es una ocasión, y esta gente vive de las ocasiones, de manifestar su irreductible rechazo a España. Este año nos recordó que había que poner la tele a eso de las nueve una carta que el peneuvista Egibar envió a la dirección general de la EiTB conminándola a no emitir el discurso".

Igualmente crítico se muestra Carmelo Jordá: "Lo que más me ha gustado del mensaje del Rey han sido esos cambios de cámara en los que casi se oía chirriar el mecanismo metálico, ¡qué natural y espontáneo quedaba todo! Y es que la atrevida nueva pose de S. M. al final transmitía, como por otra parte era previsible, una imagen tan anquilosada como con el anterior formato, además de que uno no dejaba de pensar en que la idea era demostrar que el monarca puede mantenerse en pie, bien que sea por un ratito. Vamos, que la cadera era el mensaje. 

Pero lo peor es que el contenido del breve discurso reflejaba el mismo anquilosamiento y, sobre todo, una lejanía para con la realidad que es la peor tarjeta de presentación que puede lucir este tipo de intervenciones".

Con cierta ironía habla del tema Antonio Pérez Henares en Periodista Digital: "En el mensaje navideño del año pasado el Rey dijo algo. Este año ha sabido no decir nada. Sus asesores le han envuelto mejor una ristra de grandes palabras pero decir, decir, no ha dicho nada. Ha sido una declamación de grandilocuencias impostadas con la presunta virtud de no mojarse en nada. El problema es que España, él y su corona están mojadas. Empapadas. No estar de acuerdo con lo que dijo es como no estar de acuerdo en el discursito de Mis Universo que llama a la paz en el mundo y a que seamos todos buenos".

Por su parte, José Antonio Zarzalejos se centra desde El Confidencial en la figura de la Reina y la simpatía que despierta su figura y habla de emancipación: "Doña Sofía -despreocupada ya de lo que se cuenta en la casi media docena de libros que sobre ella, su matrimonio y su familia se han publicado en 2012- está dispuesta a cumplir con su papel de consorte, pero sin mengua alguna del de madre, abuela y suegra porque la Constitución -al margen de lo simbólico- le priva de cualquier función. Después de mucho tiempo, se siente más libre y, además, ha percibido que los españoles han entendido el tránsito difícil por el que ha discurrido su vida en los últimos tres lustros. 

 En definitiva, se ha emancipado y no admite que sus errores pedagógicos (y algunos criterios derogatorios que ha impuesto de las normas dinásticas) hayan sido ni más graves ni más numerosos que los de otras instancias. Ahora, hay que esperar a que se fije la fecha y hora de la vista oral del yerno de los Reyes. Será un nuevo y complicado punto de inflexión para la Monarquía que, pese a todo, sigue siendo considerada como la mejor forma de Estado para España".

Nochebuena de tensión en Zarzuela entre Urdangarin, Felipe y Letizia

MADRID.- Parece ser que la vuelta de los Duques de Palma este año a la cena de Nochebuena de La Zarzuela no fue del todo relajada. Iñaki Urdangarin vovía a compartir mesa y mantel con su familia política después de que el año pasado no fueran invitado tras saltar a la palestra pública el escándalo Noos y el resultado fue una situación de lo más tensa.

Según recoge Vanitatis este miércoles, lejos de tratarse de un reencuentro familiar armonioso, la presencia del marido de la Infanta Cristina fue de lo más incómoda para los Príncipes de Asturias y para el Rey, que le evitaron durante toda la noche hasta el punto de "ignorarle por completo".

De hecho, habrían sido Felipe y Letizia los que desde el primer momento marcaron las distancias y se alejaron de los Duques. Cómo sería, que intentaron organizar el tradicional ágape de forma que nadie se sentara donde no quisiera.

Según cuenta Jaime Peñafiel en Republica.com, "se decidió montar un bufet en Zarzuela con varias mesas en dos salones diferentes del palacete en las que se repartieron no solo la Reina, sus hijos y sus ocho nietos sino también las infantas Pilar y Margarita, hermanas de don Juan Carlos, con sus respectivos hijos así como Carlos Zurita. Nadie coincidió con quien no quiso. Mucho menos el Rey, Felipe y Letizia, los más afectados por el escándalo Urdangarin".

Vamos, que el Monarca y su heredero quisieron desvincularse de Urdangarin incluso en su faceta más privada.

Por otra parte, los medios corazoneros interpretan el regreso de Cristina, Iñaki y sus hijos a la mesa de Nochebuena como un triunfo de la Reina Sofía, que ya logró reunir este sábado a todos sus nietos para ver el musical Sonrisas y Lágrimas, y hasta a sus dos hijas con su nuera. Una imagen impensable hace unos meses.

Eso sí, los esfuerzos de la Reina, que estuvo acompañada por su hermana Irene el 24 de diciembre, no sirvieron para que fuera una noche de paz y amor en La Zarzuela. Ni siquiera el "amigo invisible" pudo aliviar la tensión entre los miembros de la Familia Real. 

Así fue la cena de Nochebuena más tensa de la Familia Real con Urdangarin

MADRID.- Sin duda ésta ha sido la cena más tensa de las últimas celebradas en el Palacio de la Zarzuela. La presencia de Iñaki Urdangarin en el encuentro de Nochebuena no fue del todo grata para todos sus miembros. Los Principes de Asturias y el Rey, los más remisos, según recoge www.evasion.es

Cuenta este miércoles Jaime Peñafiel cómo se dispusieron las mesas para la cena de Nochebuena de la Familia Real española. Varias mesas y en varios salones. Cena fría para dar la noche libre a los trabajadores.
El escenario era propicio para encuentros deseados, también para no coincidir. A tenor de las informaciones publicadas por Vanitatis, los Príncipes de Asturias y el Rey marcaron en todo momento las distancias con Iñaki Urdangarin, justo un año después de que el monarca reprobara en su discurso de Navidad las malas prácticas empresariales del exjugador de baloncesto, a la sazón esposo de su hija pequeña.
Además de la reina de España, las infantas y sus hijos, también se encotraban allí las hermanas del Rey y sus respectivos hijos, de manera que poner distancia no resultó tan complicado.
No en vano, el sábado, justo dos días antes de la cena de Nochebuena, los medios gráficos inmortalizaban una instantánea que podría ser histórica. La reina, sus hijas y sus nietos, juntos con la Princesa Letizia, en un musical. La foto, sin embargo, delata una alejamiento físico por parte de la esposa del Príncipe heredero.

Un mensaje real decepcionante… / José Oneto

Probablemente era el mensaje más difícil de los últimos años, el que más expectación había producido y del que se esperaba más por haber sido 2012 el “annus” más “horribilis” de la Monarquía española por los problemas de salud de Don Juan Carlos, por la desgraciada cacería de elefantes en Botswana, por los problemas originados por las actividades supuestamente delictivas de su yerno el Duque de Palma, casado con su hija menor la Infanta Cristina, por las tensiones familiares entre los integrantes de la Familia Real, que después de muchos años han trascendido a la opinión pública, por la dramática crisis económica, política, social e institucional que vive el país, por los crecientes casos de corrupción, por el desafío soberanista lanzado por el nuevo gobierno catalán de Artur Mas y por el desprestigio de la clase política, que sigue siendo el tercer problema que más preocupa a los españoles.

Si los españoles esperaban una respuesta a todos estos problemas, y a otros muchos que han conducido al país a uno de los periodos más preocupantes de la historia española de los últimos 37 años, se habrán quedado decepcionados porque la única referencia del Jefe del Estado a la situación actual es cuando ha hablado de la “alta política” como solución para muchos de los problemas que tememos planteados. Es lo que el Rey ha llamado “la política grande”, esa política de pactos de la que tanto hablan el partido en el poder y el partido en la oposición, y a la que nunca se llega porque quizás falte verdadera sinceridad para pactar los grandes temas de Estado y porque ninguno de los partidos es consciente de que “es necesario -como dice el Rey- promover valores como el respeto mutuo y la lealtad recíproca”.

“Son valores que hace más de tres décadas contribuyeron a poner en pie un nuevo marco de convivencia, el reconocimiento de nuestra pluralidad y el amparo de las diferentes lenguas, culturas e instituciones de España”, ha subrayado el Rey, haciendo referencia a la Constitución de 1978, aunque ha reconocido que “es hora de que todos miremos hacia adelante y hagamos lo posible por cerrar las heridas abiertas”.

Frente al criterio general de la ciudadanía de desconfianza hacia la clase política, el Jefe del Estado parecer haberse visto obligado a defenderla reivindicando “la política como instrumento necesario para unir las fuerzas y acometer la salida de la crisis y los retos que tenemos por delante ya que vivimos uno de los momentos con más dificultades de la reciente historia de España”.

En concreto, el Rey se ha referido a tres asuntos: la crisis económica, la fortaleza de España como nación europea e iberoamericana y la necesidad de reivindicar la política como instrumento necesario para unir las fuerzas de todos y acometer la salida de la crisis y los retos que tenemos por delante, sin ignorar que existe un ambiente de pesimismo, y que sus efectos se dejan sentir en la calidad del clima social que vivimos, ya que “está además generando un desapego hacia las instituciones y hacia la función política que a todos nos preocupa”.

Frente al discurso del año pasado en el que el Rey hizo pública su preocupación ante el daño que su yerno hizo a la imagen de la Monarquía española, centrando gran parte de su mensaje en la corrupción a la que había que perseguir y sancionar como conductas “censurables” en un Estado en el que “la Justicia es igual para todos”, este año el discurso ha carecido de contenido, no ha abordado los grandes problemas del país, no ha habido la más mínima referencia al desafío independentista que acaba de lanzar el presidente de la Generalitat, Artur Mas, no se ha producido, como otros años, la acostumbrada cita al Heredero de la Corona, el Príncipe de Asturias, y la frialdad ha presidido toda su lectura, en unos momentos en los que el país necesita calidez, cercanía, confianza e ilusión. Ninguno de estos valores se han dejado traslucir en el Mensaje Real. En resumen: probablemente no es ese el discurso que esperaba la ciudadanía en estos momentos límites que vive el país. Un discurso con muchos lugares comunes y sin la mínima sensibilidad.

http://www.republica.com/2012/12/24/un-mensaje-real-decepcionante_593137/ 

El discurso del Rey, el menos visto en los últimos 15 años

MADRID.- Es una de las tradiciones televisivas de Nochebuena, pero con el paso del tiempo ha perdido eficacia. El discurso del Rey no seduce a la audiencia. El mensaje del monarca ha perdido espectadores en 2012 respecto al año anterior: 6.921.000 frente a 7.165.000. La caída de audiencia es notable en los últimos 15 años. Lejos quedan los 8.971.000 espectadores que lo vieron en 1998 o los 9.140.000 de 2000, la emisión más vista en este periodo de tiempo, publica hoy 'El Mundo'. 

En 2012, un total de 25 cadenas de televisión emitieron el discurso (entre nacionales, autonómicas y temáticas de la TDT), frente a las 30 que lo hicieron un año antes. Tanto los 6,9 millones de audiencia media y el consiguiente 64,4% de cuota de pantalla son datos que corresponden al conjunto de esta veintena de televisiones.
La audiencia eligió mayoritariamente La 1 para seguir el discurso, con una audiencia media de 1,9 millones de espectadores, lo que supone un 18,1% de cuota. La segunda opción fue Antena 3, con 1,5 millones y un 13,9% de cuota, cerrando el podio de la audiencia Telecinco (1,3 millones y 12,8%), según los datos de Barlovento Comunicación.
En el conjunto de todas las cadenas que emitieron el discurso, la audiencia acumulada (el número de contactos) ascendió a 7.994.000 espectadores, que fueron los que vieron al menos un minuto la intervención del Rey.
La cuota media de todas las cadenas fue del 64,4%, pero si acercamos la lupa podemos apreciar que la Comunidad Autónoma que obtuvo una cuota más elevada fue Castilla y León con un 79,6%. En el otro extremo se sitúa Baleares, con el 49%. En cuanto a Cataluña y el País Vasco, la cuota es la misma para ambas Comunidades: un 57,7%.

Mas desprecia el mensaje del Rey / Pablo Sebastián

Artur Mas ha respondido el mensaje navideño del Rey don Juan Carlos -en el que el monarca no dijo nada sobre Cataluña- con el mayor de los desprecios al Jefe del Estado. Diciendo que él no tuvo tiempo de oír el discurso del monarca (ni leerlo, “en catalán” en la web de la Casa Real). Y ha añadido, en relación a las palabras del monarca sobre la necesidad de diálogo y de zonas de encuentro sumando esfuerzos de todos, que su único espacio para ello no es España sino Europa. Lo que además de ser una soberana idiotez -porque Cataluña no pertenece a la UE- constituye otra agresión y menosprecio a España, a los españoles y su Gobierno. Lo que da idea del nivel de agresividad y de desvarío político del dirigente catalán.

Quien espere el menor gesto de Artur Mas en favor de un pacto o de la normalización política de Cataluña dentro de la legalidad se equivoca. El recién investido presidente de la Generalitat está en el camino irreversible del disparate y, sin medir los riesgos que su ceguera comporta para él mismo, CiU y Cataluña, se ha lanzado por el sendero de la ruptura frontal con España, exhibiendo unos modales impropios de un gobernante cuya legitimidad emana no solo de las urnas catalanas sino también del marco constitucional español al que representa, y en el que se ubica la Autonomía de Cataluña. Una Comunidad que, para colmo, en estos momentos de crisis depende financieramente del Estado y tiene a España como su único representante en la UE además de ser su primer mercado y fuente de ingresos públicos y privados.

El tiempo para templar las gaitas se agota, porque Artur Mas ha convertido su discurso soberanista en una venganza personal. La que le empuja hacia su autodestrucción política, embarcado en un gobierno controlado por ERC, y en el que sus socios de Unió le observan con asombro y temor, a sabiendas de que tarde o temprano van a tener que optar entre la obediencia ciega a Mas o seguir su propio camino.

Naturalmente en la Casa Real habrán recibido las palabras de Mas como un jarro de agua fría que deja a la Corona en evidencia, a la vez que demuestra que esos gestos de traducir al catalán o euskera el discurso del monarca no han servido para nada, salvo para crear malestar entre los españoles. Al tiempo que revela que Mas y CiU no están dispuestos a utilizar al Rey Juan Carlos -a quien Mas ya le ha hecho otros desplantes- ni a la Corona para articular cualquier otra fórmula de entronque de Cataluña con España, como sería el caso de una confederación, como propone Unió, o una federación, de la que habla el PSC (otro partido que va a su aire y se acerca a una ruptura frontal con el PSOE).

Lo grave de esta situación, que parece de todo punto irreversible, es que los actores españoles y españolistas -mundo empresarial y financiero catalán, incluidos- han perdido la iniciativa y van a remolque de los acontecimientos que impone Artur Mas. Él confía en el carácter timorato y la incapacidad decisoria de Rajoy para avanzar hacia la independencia con pasos irreversibles hacia el referéndum de autodeterminación ilegal, sin que el Gobierno de España salga a su encuentro, ponga desde ahora los puntos sobre las íes y marque el territorio nacional sin ambages y ofreciendo a los catalanes y a los españoles sensación de firmeza y autoridad.

La estrategia de Madrid, tan querida por Rajoy en este y en otros desafíos, consiste en no hacer nada, a la espera de que Artur Mas se interne de la mano de ERC en el callejón sin salida por el que camina a ciegas, convencido de que el muro final se derrumbará a sus pies por el empuje del pueblo catalán. El mismo pueblo que en las pasadas elecciones ya le dio un severo castigo a Mas, pero que el catalán pretende movilizar a base de provocaciones y de políticas y gestos que, lejos de sacar a Cataluña de la crisis, corriendo el riesgo de sumergirla cada vez más por causa de la inestabilidad política, que dañará mas si cabe la desconfianza de los inversores, empresarios y mercados en el territorio catalán. De ahí que quizás sea el momento de que el presidente Rajoy diga algo al respecto, porque la inestabilidad política catalana también afecta a España, y merca la confianza de los mercados en nuestro país, al tiempo que ofrece una penosa y desestabilizada imagen de España. Pero tomar la iniciativa no suele ser el estilo de Rajoy, aunque visto el ritmo y calado del desafío catalán algún día tendrá que hablar y que actuar, y puede que en ese momento las decisiones serán mas drásticas que las que ahora debería anticipar.

La Reina logra reunir a todas las mujeres y niños de la Familia Real


MADRID.- Cuando aún se hacen cábalas de los invitados a la cena de Nochebuena en Zarzuela, la revista estrella del corazón, Hola, muestra el encuentro de esta familia en público, esta vez en una cita de aire cultural.

La reina, sus hijas, su nuera la Princesa Letizia y, los hijos de las tres últimas, acudieron juntos este 22 de diciembre de 2012 al teatro Coliseum, de la Gran Vía madrileña, para presenciar uno de los mejores musicales de la temporada, Sonrisas y Lágrimas.
La instantánea habla por sí sola. Todos agrupados en torno la reina, y la esposa del heredero, con un look muy moderno, apartada.

UPyD considera "políticamente correcto, poco incisivo y con grandes ausencias" el discurso del Rey

BILBAO.- El portavoz de Unión Progreso y Democracia en el País Vasco, Gorka Maneiro, ha señalado que el discurso de Nochebuena de Su Majestad el Rey ha sido "políticamente correcto, poco incisivo y con grandes ausencias". 

   "Lo mejor, la reivindicación de la política frente a la economía y las llamadas a defender el interés general. Pero se han notado grandes ausencias, como la educación, fundamental para salir de la crisis económica y política en la que nos encontramos, y la corrupción, quizá para no herir al PP y al PSOE", ha señalado en un comunicado.
   Para el portavoz de UPyD en el País Vasco, "no citar las pulsiones nacionalistas que actualmente ponen en riesgo la convivencia en España y en concreto el desafío del nacionalismo catalán, es no estar a la altura". 
"Defender la legalidad vigente no es suficiente, es no estar a la altura. La ocasión y el momento exigían un alegato contundente", ha aseverado.
   Por lo tanto, ha considerado el mensaje navideño del Monarca "políticamente correcto, poco incisivo y con grandes e incomprensibles lagunas".
 "Le han faltado algunos compromisos y algunas certezas, que es lo que se debe esperar del Jefe del Estado en estos tiempos de profunda crisis política", ha concluido Gorka Maneiro.