domingo, 28 de abril de 2013

Deshaciéndose el Belén / Alex Vidal

Así como el Belén representa una cosmovisión teológica de la Humanidad, la Monarquía encarna igualmente una proyección política y antropológica del Hombre. En origen, la dinastía real por gracia divina, representa una sociedad estructurada en base al derecho natural, pero en una sociedad sin ilustrar, la Monarquía puede simbolizar mucho más que una fisonomía política del Estado; puede llegar a convertirse en una metafísica de lo real, de cómo debe entenderse la realidad.

Cuando Iñaki Urdangarin compareció por vez primera ante la Justicia, sus gestos buscaban aún representar esa sonrisa aquiescente a medio camino entre la deferencia de sangre azul y el distinguido protocolo que diríase, derrama de gracia y hasta consuela a un vulgo huérfano de toda distinción. Al socaire de un misterio que conoce bien, aunque ignore su nombre, Urdangarín perseguía un último y desesperado intento de seguir jugando a la caverna platónica, al ensayo de la ceguera peninsular. Su "gracioso" gesto concedido a los allí asistentes, aún de buena fe en aquella primera ocasión, conformaba el mejor pasaporte para su defensa en las tertulias de un pueblo que siempre encontró un sentido de lo decente en el saludo que la aristocracia le regalaba por sus sufridas tareas. 

En España la monarquía conformó el reflejo de una sociedad divinizada (dignificada), refrendada en su platónica cosmogonía, no a la deriva, sino revestida por Dios. Pero una verdad natural reivindica a la vez un abstracto derecho natural de las cosas, la conservación de un cierto neofeudalismo cultural: el mérito del rico, la culpabilidad del pobre, la no transformación social, el servilismo histórico de no haber dicho nunca "Basta". Un pueblo incapaz históricamente de refrendar su monarquía, conservará siempre la sanción de su irracionalidad, la negación de su animalidad, su no emancipación intelectual sin la que no puede existir revolución moral y social completa.

En ausencia de revolución alguna que la vertebrase, el presupuesto sine qua non sobre el que se forjó la idea de "España" no fue otro que la religión católica, y con ella, una comprensión religiosa (idealista) de sus asuntos temporales. Mientras en Europa la reforma protestante, la Ilustración y las Revoluciones dibujaron paulatinamente nuevos contratos sociales (monárquicos o republicanos) que definieron una determinada manera de entender la nación y la política, los herederos estamentales de España no encontraron nunca impedimento alguno para seguir respondiendo de sus actos, sólo ante Dios.

Se conformó así lo que el materialismo denomina "el fetiche", un exponente más del misterio idealista, el refrendo de una nebulosa otorgada que no se discute. Desde cierta "sinrazón filosófica", la ejemplaridad monárquica, aquella que se proclama sin demostrar, se instaló como el genérico modo de obrar y de entender las cosas. Una vez aceptada dicha visión, ya todo es posible; cuanto más cercanos a "la gracia" y al poder, menos a la temporalidad de lo concreto. ¿Acaso es compatible proclamar la "ejemplaridad real" desde la inmunidad judicial y unos presupuestos opacos, blindados a la transparencia y no sujetos al dictamen popular? Para una sociedad cautiva de razón, para una comprensión del mundo viciada en origen, ello nunca representó un problema.

La monarquía reinó secularmente en la Península sobre una sociedad huérfana de ilustración, raptada por la vana ilusión. Su intangible inviolabilidad revistió siempre la proyección idealista y la impunidad de las clases dirigentes. Al socaire del principio monárquico, aquel que no precisa rendir cuentas, como símbolo y exponente, se fraguó toda una manera de entender la política y la gestión de lo público en aras a la instauración del "no esclarecimiento", cuando no, de la desfachatez y la in-justicia. Un idealismo fariseo cuyo insondable misterio continúa hoy tomando misteriosa traducción legal preservando a los más honorables de sus delitos y tropelías.

Monarquía holandesa y española / Editorial estrella

Abdicación y coronación por propia voluntad. La continuidad dinástica asegurada de forma leal en tiempo real y con los personajes que la deciden conscientes, vivos y atentos a las razones que los motivan y a las causas que estas producen. Es la monarquía holandesa, que asegura su futuro instalándose en él. No hay institución más veterana, excepción hecha de la Iglesia Católica, en la Europa occidental que la monarquía sanguínea. Por ello, probablemente, aprenden y se adaptan con velocidad a las evidencias de cada tiempo.

Aquí parece que siempre es más difícil lo que debería ser evidentemente sencillo. Los monárquicos más conspicuos se esmeran en atribuir normalidad a la situación actual de nuestra Casa Real, pero es una quimera, un intento vano. La Casa Real está afectada de una especie de aluminosis que corroe sus estructuras más importantes, dejando el edificio de la Corona al descubierto, de tal forma que cualquiera pude ver lo que los exégetas del rey se empeñan en negar.

La caída del Rey en Botsuana, la estúpida apología de su fortaleza, el ridículo número de su hospitalización, son hechos visibles de que ‘la primera familia’, según el argot norteamericano, padece los rigores de un agotamiento que se reproduce, cuando no se ceba, en la institución.

Pero con todo, obviando el decepcionante matrimonio de la hija mayor, lo más grave no es que el marido de la segunda sea un presunto delincuente y un evidente golfo, sino que se vaya descubriendo la gelatina pegajosa en la que se asentaba el tiempo disponible de todos y cada uno de ellos, haciendo golferías, banalidades, aprovechándose de sus cargos, convertidos en una suerte de oportunistas y desvergonzados que se jactaban – el duque empalmado – de su posición por encima de la vida y el destino de los españoles.

Si se llega a demostrar que el Rey recibía a dignatarios o personajes en función de las comisiones cobradas por su yerno, la abdicación real no sólo será un bien caritativo con su propia trayectoria, sino una demanda objetiva de un país que no está, bajo ningún criterio, al servicio de esta feria de vanidades que rodea a La Zarzuela y a sus ambiciosos personajes.Todos ellos, por cierto, en línea de sucesión para ocupar la jefatura del Estado.

Ser monárquico, hoy, implica algo más que gritar viva el Rey.

La Asociación de Fiscales comparte la postura de Horrach

PALMA DE MALLORCA.- La Asociación de Fiscales ha manifestado este domingo que "comparte" la determinación del fiscal Anticorrupción de Baleares, Pedro Horrach, de recurrir la imputación de la Infanta Cristina en el caso Nóos puesto que, según ha considerado, fue una "decisión absolutamente profesional".

   Así se ha manifestado en rueda de prensa una de las vocales de la nueva Comisión Ejecutiva de la asociación, Isabel Vázquez, quien ha explicado que el fiscal se ha "guiado por criterios jurídicos" en la toma de su decisión.
   En este mismo sentido, se ha referido también otro de los vocales, Emilio Frías, preguntado por otros casos mediáticos como Faisán o Bárcenas. Frías ha apuntado que el "gran respeto" a los compañeros "implica apoyarlos".
   "Creemos en su razonamiento jurídico, en su convicción personal. Su actuación es conforme a derecho", ha indicado el vocal, quien ha recordado que, para opinar "en sentido contrario" deberían conocer estos procedimientos judiciales "en su integridad".
   Según ha dicho, la autonomía del Ministerio Fiscal implica que "todos y cada uno de los compañeros que conoce los asuntos, cuando tengan su convicción jurídica de lo que han de hacer, que lo hagan, y entonces nosotros lo respetaremos. Criticaremos cuando se reciban injerencias del exterior o de otros poderes públicos".
   "Mientras ellos estén convencidos de que procede hacer lo que ellos van a hacer, los apoyaremos incondicionalmente", ha indicado Frías.
   Además, Vázquez ha destacado que el trabajo del Ministerio Fiscal se rige por los principios de "imparcialidad y legalidad", unos principios que, según ha defendido, han tenido todos los fiscales en sus casos. En el supuesto de que se hubiera producido alguna injerencia "la denunciaríamos".
   Frías, en este sentido, ha recordado que una de las "misiones" del Ministerio Fiscal es "discutir, cuando crea que hay que discutir" las decisiones judiciales.
   Así, ha señalado que a diario son "cientos" las veces que un fiscal recurre la decisión de un juez porque "esencialmente esa es una de nuestras funciones" aunque "no todos -los casos- son tan mediáticos y tienen la repercusión pública que pueden tener otros". 
Asimismo, la Asociación ha hecho hincapié en que tratan todos los casos por igual, "con independencia de la víctima o el implicado".
   En relación a la profesión de fiscal, Frías ha manifestado que en un trabajo "que te obliga a estar en medio", "un día se recibirán críticas de uno, y un día del otro" porque "en cualquier asunto siempre hay dos partes".
 "Es nuestro oficio y nos gusta, y cuantas más veces recibamos esos aplausos que luego se convierten en críticas y viceversa, significará que estamos haciendo bien nuestro trabajo.

El Rey desayuna en Zarzuela con Abdalá II de Jordania, que hace escala en Madrid para saludarle

MADRID.- El Rey Don Juan Carlos ha recibido este domingo en Zarzuela al Rey Abdalá II de Jordania, con quien ha compartido un desayuno en el Palacio, en el que han podido hablar de las relaciones entre ambos países y la situación en Oriente Próximo, donde el conflicto de Siria ha provocado un importante movimiento de refugiados hacia Jordania.

   Según han informado fuentes de la Casa Real, el Rey de Jordania ha llegado alrededor de las 8.45 horas y ha sido recibido en la entrada del Palacio Real por Don Juan Carlos, que ha salido hasta el exterior con ayuda de una muleta.
El Rey, desplazándose con la ayuda de muletas, se ha acercado hasta el vehículo en el que ha llegado Abdalá de Jordania y le ha recibido con un fuerte y prolongado abrazo.
En un breve diálogo en inglés, don Juan Carlos ha agradecido su visita al monarca jordano, con quien ha posado para los medios de comunicación en la entrada del Palacio de la Zarzuela, y después se han dirigido hacia su despacho.
   Aunque inicialmente estaba previsto que el rey Abdalá llegara al Palacio pasadas las 12.00 horas, anoche se informó a Casa Real de que su llegada tendría lugar unas horas antes. El monarca jordano ha hecho un alto en su viaje desde Estados Unidos, donde ha estado estos días, hacia su país para poder saludar a Don Juan Carlos, a quien unía una estrecha amistad con su padre, el fallecido rey Hussein de Jordania.
   Esta mañana, Don Juan Carlos ha querido recibir a Abdalá II en la puerta del Palacio. Tras saludarle con un abrazo e intercambiar unos saludos, en los que el Rey le ha agradecido al monarca jordano su visita, han entrado en Zarzuela, donde han desayunado juntos durante alrededor de una hora y media, según han indicado las fuentes.
   En sus conversaciones, además de tratar asuntos personales y de las buenas relaciones que mantienen los dos países, han hablado de los temas de la agenda internacional, en la que la situación en Oriente Próximo ocupa un papel destacado. Jordania es uno de los países que se ve salpicado por el conflicto en Siria, ya que hasta su territorio han llegado ya casi medio millón de refugiados sirios.
   Además, han podido hablar de los intentos de Estados Unidos, donde Abdalá II acaba de reunirse con su presidente, Barack Obama, por reavivar el proceso de paz entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina.
   Las monarquías española y jordana mantienen una estrecha relación y en los últimos años se han sucedido las visitas de uno y otro lado.
La última vez que el monarca español se reunió con Abdalá fue el 20 de septiembre de 2012, en Nueva York, donde ambos participaron en las sesiones anuales de la Iniciativa Global Clinton.
El rey jordano, que mantiene una estrecha relación con la Familia Real española, habló entonces con don Juan Carlos en el marco de los encuentros bilaterales celebrados durante las sesiones anuales de la Iniciativa Global Clinton, que reunió a un millar de personalidades y expertos para debatir sobre los grandes retos del planeta.
La última vez que el Rey visitó Jordania fue octubre de 2011, cuando viajó a Amman, invitado por Abdalá II a asistir a una reunión del Foro Económico Mundial sobre el crecimiento económico y la creación de empleo en el mundo árabe, tras la denominada "primavera árabe", a la que asistieron más de 1.000 participantes procedentes de 50 países.
   Con anterioridad, en 2009 don Juan Carlos hizo una breve escala en Jordania de camino a Australia, en la que fue recibido por el Rey y su esposa Rania en el aeropuerto de Ammán.
Además, los Príncipes visitaron Jordania en abril de 2011, mientras que la última vez que Abdalá II había viajado a España fue en enero de 2010.
El Rey continúa recuperándose de la operación de doble hernia discal a la que fue sometido el pasado 3 de marzo en Madrid, pero este lunes retomó su agenda pública.
   En los dos actos públicos que tuvo esta semana, don Juan Carlos recibió a sus interlocutores en su despacho, para evitar esfuerzos.
El lunes se reunió con el último Premio Cervantes de Literatura, José Manuel Caballero Bonald, y el martes con el primer ministro eslovaco, Robert Fico.
En su encuentro con el escritor, el Rey, visiblemente más delgado, dejó ver su buen estado de ánimo y sus ganas de volver a la actividad: "Pronto estaré otra vez dando guerra", dijo.