sábado, 5 de octubre de 2013

La "amiga íntima" de Don Juan Carlos, con Alberto de Mónaco y señora

MADRID.- La mujer que puso en un brete los cimientos de la Monarquía española en un periodo crítico ha vuelto a dejarse ver como parte del séquito del heredero monegasco en un viaje a Rusia. 

Este sábado El Mundo trae en sus páginas sin duda una de las fotos más relevantes y curiosas que pueda haber. Alberto de MónacoCharlene Wittstock con el patriarca ortodoxo de Moscú y de todas las Rusias, Kiril y.... Corinna zu Sayn-Wittgenstein este pasado jueves.

El matrimonio principesco en plena gira en Rusia ha contado con la presencia de Corinna. Si el viernes Alberto de Mónaco se entrevistaba con Vladimir Putin sin damas, con 70 empresarios y profesionales del país y el ministro de Finanzas, el pasado jueves lo hacía con el patriarca ortodoxo en compañía de su esposa, su ayudante el coronel B. Philippon, y Corinna, que no tuvo reparo en posar de lo más sonriente en la foto oficial.

A pesar del riguroso protocolo en negro, la alemana no pasó desapercibida, y ocupó un lugar privilegiado como apunta el diario de la calle Pradillo. Corinna siempre sabe colocarse en la foto y aparecer a pildorazos. El último, ante el reportaje que realizaba la edición americana de Vanity Fair hablando sobre el Rey donde mantenía que seguía hablando con sus hijos, que era un anciano caballero que lucha por su salud y creía que necesita toda la ayuda que pueda conseguir y que con la Reina se había cruzado alguna vez por accidente.

La amistad viene de largo, pues estuvo en el enlace monegasco del heredero del Principado, cuando ella era todavía era una desconocida para gran parte de la sociedad española. No hay que olvidar que zu Sayn-Wittgenstein vive a caballo entre Nueva York y Mónaco donde reside principalmente en los apartamentos "Le Montaigne", que cuestan la friolera de seis millones de euros (de 100 metros cuadrados) y entre 10.000 y 15.000 euros mensuales alquilados. Según pudo saber El Programa de AR, Corinna dispondría de tres apartamentos en el edificio.

Lo que está visto es que Corinna continúa con sus labores profesionales a través de su gran y selecta cartera de clientes entre los que se encuentran jefes de Estado y miembros de familias reales de todo el mundo. 

La reaparición de Amedo mete de lleno al Rey en la charca de los GAL

MADRID.- El polémico exsubcomisario encargado de llevar a cabo acciones de la "guerra sucia" contra el terrorismo etarra no dudó en sacar a pasear a Don Juan Carlos a raíz del libro que publica. 

El exsubcomisario de Policía José Amedo aseguró el viernes que no tiene la "menor duda" de que el Rey estaba al tanto de los GAL, puesto que "atacar" a los miembros de ETA en su "santuario" francés debió de hacerse "informando a la jefatura del Estado".

Amedo se refirió a este asunto en Madrid y durante la presentación de su libro Cal viva, de la editorial La Esfera de los Libros. El exsubcomisario cuenta en esta obra su versión de la guerra sucia contra ETA y aporta datos sobre la supuesta implicación de la Policía francesa en los atentados a etarras o en el asesinato de Santi Brouard.

Respecto a qué conocimiento tuvieron en su momentos las distintas instituciones respecto a las acciones de los GAL, este exmando policíal sostuvo que la puesta en funcionamiento de la guerra sucia fue "un tema de Estado", puesto que se trataba de "ir a atacar a los terroristas a su santuario de Francia".

En este sentido, aseguró que "una decisión de ese calado sólo se puede decidir desde la presidencia del Gobierno, con el conocimiento de la oposición e informando a la jefatura del Estado". Remarcó que pensar lo contrario es "imposible".

Ante la insistencia de los periodistas en que diese más datos sobre esta supuesto conocimiento de Don Juan Carlos de la guerra sucia contra ETA, Amedo explicó que en un libro del periodista Miguel Ángel de la Cruz sobre el exjuez Baltasar Garzón se revela cómo este exmagistrado contó en una comida que le había llamado el monarca para que dejase de investigar los GAL, "porque era un tema de Estado". 

El Rey, el Príncipe, Letizia y Leonor / Luis María Anson *

“Hay españoles honrados que consideran conveniente que el Rey abdique. Sin embargo, la inmensa mayoría de los que propugnan la abdicación son extremistas que desean extirpar del cuerpo de España a la Monarquía. Si se descarna la maniobra se comprenderá enseguida su alcance. Tras casi 38 años en la Jefatura del Estado, el Rey, a pesar de ciertos pasajes familiares, conserva un alto prestigio internacional y también nacional. Es muy difícil cuartearle. La última manifestación contra él, albriciada a bombo y televisión, no congregó ni a un millar de personas. 

 El Príncipe Felipe es un hombre en plenitud, con excelente preparación y sobrada experiencia, que desempeñaría estupendamente las funciones constitucionales de la Jefatura del Estado, suponiendo que el Rey abdicara. Pero si una desgracia terminara con la vida de Don Felipe convertido en Rey, una enfermedad, un accidente, un atentado en algunos de los países iberoamericanos a los que acude para asistir a la investidura de sus presidentes, entonces quedaría como sucesora una niña de pocos años, la Infanta Leonor. Hasta su mayoría de edad, la regencia la desempeñaría Doña Letizia, de la que tengo el mejor concepto personal pero hay que reconocer que difícilmente sería aceptada por la opinión pública en el papel de Regente del Reino. La prudencia y el buen sentido aconsejan que el Rey, salvo imposibilidad física o mental, no se plantee la abdicación por lo menos hasta la mayoría de edad de la Infanta.

Como se ha explicado editorialmente en este periódico, lo que conviene a España en estos momentos es la estabilidad, aprovechar la experiencia del Rey, su ancho prestigio internacional, su reconocida habilidad para la gestión. A pesar de la mala suerte de unas operaciones quirúrgicas desafortunadas, Don Juan Carlos resolvió la adjudicación del ferrocarril Medina-La Meca con beneficio extraordinario para la economía española. Y lo más importante: su viaje a Marruecos normalizó unas relaciones siempre arriscadas y comprometidas. Algunos dicen que Brasil retrasó la adjudicación de su Ave gracias, al menos en parte, a una gestión del Rey, cuando el accidente de Santiago fragilizaba la aspiración española.

Cierto dirigente de partido político clama por la abdicación del Rey y a continuación exige un referéndum sobre la Monarquía. Olvida que los pasos para semejante propósito están regulados en la Constitución y, sobre todo, que los partidos políticos que él representa constituyen el tercero de los diez grandes problemas que agobian a los españoles, mientras la Monarquía, aunque ya no ocupe el primer puesto en aceptación popular, permanece en un tercer lugar, a pesar de la campaña de desprestigio a la que está sometida por la ultraizquierda y la ultraderecha, pues los extremos se tocan.

El paro abrumador, la deuda que raspa ya el PIB, la crisis económica todavía con algunos flancos descubiertos, el secesionismo de Cataluña atizado por Oriol Junqueras y su marioneta Arturo Mas, y otras cuestiones territoriales y sociales son los problemas que agobian a los españoles. La abdicación del Rey está al margen de la preocupación popular y solo se habla de ella en algunas tertulias de radio o televisión, generalmente con más ligereza que conocimiento de causa.

España, en fin, tiene una forma de Estado instalada en la más completa modernidad, como Suecia, Dinamarca, Holanda o Noruega, como Inglaterra y Japón, que funciona eficazmente conforme al mandato del pueblo español, pues en nuestra Monarquía de todos es, efectivamente, el pueblo el que encarna la soberanía nacional y el que decide las funciones del Rey a través de la voluntad general libremente expresada. Algún columnista que hace juegos malabares con adjetivos y personajes históricos se esfuerza por estercolizar la Corona. Ciertos políticos calcinados, con tendencia al bóvido y al pienso, toman posiciones para preservar en el futuro su pesebre. Hay un escritor, que haría un tambor con la piel de su madre para redoblar sobre ella sus propias alabanzas, dispuesto siempre a disparar a quemarropa contra el Rey. Inútil propósito. Tenemos Juan Carlos para rato”.

(*)De la Real Academia Española