domingo, 22 de junio de 2014

El trámite para aforar a Juan Carlos I comienza este lunes


MADRID.- El Congreso de los Diputados comenzará este lunes el trámite parlamentario para el aforamiento del rey Juan Carlos y de la reina Sofía con la reunión de la ponencia encargada de informar la ley en la que el PP ha introducido las enmiendas que permitirán regular el estatus jurídico del anterior monarca.

Se trata del proyecto de ley orgánica complementaria de la ley de racionalización del sector público y otras medidas de reforma administrativa por las que se modifica la Ley Orgánica del Poder Judicial, que regula el régimen laboral y de permisos de jueces y fiscales.
El PP decidió introducir dos enmiendas en ese texto legal para definir el estatus jurídico del rey Juan Carlos una vez que perdió la inviolabilidad tras su abdicación, de tal modo que sólo podrá ser juzgado en el Tribunal Supremo, al igual que la reina Sofía, la reina Letizia y la Princesa de Asturias.
De este modo, la cuestión podría estar resuelta antes de las vacaciones de verano, mientras que si se hubiera esperado al anteproyecto de reforma de la LOPJ podría haberse demorado varios meses, en contra del criterio del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
Una vez que la ponencia informe el dictamen de la ley, se convocará la Comisión de Justicia, que debe aprobarlo, y se remitirá al pleno del Congreso, donde al tratarse de una ley orgánica necesita de mayoría absoluta para su aprobación.
Posteriormente, el texto se trasladará al Senado para su visto bueno definitivo.
Hasta el momento, el PP ha encontrado el respaldo de UPN y Foro Asturias y el rechazo manifiesto de Izquierda Unida, ERC, UPyD y Amaiur, mientras que el Gobierno vasco ha cuestionado "la urgencia" por aplicarlo.
Aún no hay un pronunciamiento del PSOE sobre este asunto, si bien Eduardo Madina, secretario general del grupo parlamentario y candidato a dirigir el partido, ha declarado que no le parece un problema el aforamiento, aunque ha objetado que "un asunto de tanta trascendencia debería haberse hecho con más serenidad", por el trámite oportuno y con el tiempo necesario.
Precisamente hoy, el juez decano de Bilbao, Alfonso González Guija, se ha mostrado partidario del aforamiento al rey Juan Carlos de cara a evitar "una querella o denuncia" de algún ciudadano con un afán "revanchista no excesivamente bienintencionado".
En una entrevista realizada a la Cadena Ser, González Guija preguntado por el aforamiento previsto para el rey Juan Carlos, ha reconocido que, "en principio", no le parece "extraña" la decisión.
"Debe tener un aforamiento porque ahora no sería bueno por una razón de Estado el que pudiera verse sometido a una querella o denuncia de cualquier ciudadano con un afán acaso revanchista no excesivamente bienintencionado", ha señalado.

La mayoría de los españoles ven a Felipe VI como mediador en política

MADRID.- La mayoría de los españoles estarían a favor de que Felipe VI alentara acuerdos políticos desde su papel institucional, según dos sondeos publicados el domingo que recogen que los ciudadanos tienen más confianza en el nuevo rey que en su padre. 

Sendas encuestas muestran que la monarquía parece haber salido reforzada tras la abdicación a principios de junio de Juan Carlos I en su hijo Felipe tras una serie de escándalos y un declive en su popularidad.
El 58 por ciento dijeron que Felipe de Borbón, coronado esta semana como Felipe VI, les inspira confianza, frente al 19 por ciento que sienten hacia él desconfianza.
Por otro lado, más del 61% consideran que la decisión de Juan Carlos de Borbón mejorará el prestigio de la monarquía, una institución que la mayoría de los españoles prefieren a la república (52 por ciento frente a 38 por ciento).
La sucesión ha generado un amplio debate sobre el papel del nuevo rey en un país donde se han dado numerosos casos de corrupción - su propia hermana, la infanta Cristina, está imputada por delito fiscal y blanqueo -, existe una creciente desigualdad social y un aumento del sentimiento nacionalista.
Felipe VI ha elegido que el primer destino de su reinado sea Cataluña, donde el 9 de noviembre hay convocado un referéndum sobre la independencia que es rechazado frontalmente por el Gobierno central.
El papel del monarca en un sistema de monarquía parlamentaria es meramente simbólico, pero el sondeo entre 600 personas halló que el 75 por ciento apoyaría que el nuevo rey generara activamente acuerdos políticos, como hizo su padre durante la transición a la democracia.
Según el segundo sondeo a 200 personas en Cataluña y otras 800 en el resto de España, aunque la mayoría piensan que Felipe VI está bien informado sobre el problema catalán, la gente está dividida sobre si su papel podría ayudar a resolver las diferencias entre Madrid y Barcelona.
La mayoría de los encuestados cree que el Gobierno central debería hacer algún gesto antes de la consulta de noviembre, pero la mayoría ven improbable que se produzca.

Mas dice que no hay que confiar ´ciegamente´ en el Rey

BARCELONA.- El presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, ha asegurado este domingo que aunque uno de los poderes de Felipe VI como rey es moderar el funcionamiento de las instituciones del Estado y arbitrar, no hay que confiar "ciegamente en que solo por un cambio de Rey en España se abrirán las puertas del paraíso".

En una entrevista a Catalunya Ràdio, Mas ha reiterado su respeto y confianza en el nuevo Rey: "Démosle una oportunidad, y si hace falta dos o tres, para que haga las cosas bien", ha explicado.
Sin embargo, ha añadido que Felipe VI es el jefe de un Estado en el que la mayoría de catalanes ha dejado de confiar, por lo que ha añadido que los ciudadanos no son ingenuos, y tienen experiencia acumulada: "Nos hemos dado muchas veces contra la pared, que es muy gruesa. No hay que ser desconfiados pero no hay que ser bobos".
Mas ha precisado que no tiene previsto reunirse con el Rey durante la visita que el monarca hará el jueves de la próxima semana a Cataluña para la entrega de los Premios Impulsa de la Fundación Príncipe de Girona.
"Este tipo de encuentros, que en algún momento se tienen que hacer desde un punto de vista institucional, no se hacen con motivo de un acto de estas características", ha detallado Mas, que ha añadido que se reunirá con Don Felipe en algún momento como en su día lo hizo con su padre.

Los problemas de la monarquía que acarrea Felipe VI


El nuevo y recientemente proclamado rey de España, Felipe VI, tendrá que afrontar importante desafios y asumir nuevas responsabilidades para defender la corona monarquíca que representa. Estos son los principales siete problemas que tendrá.

Un monarca sin corte
Los españoles ven hoy con desagrado cualquier señal de ostentación o fastuosidad. De hecho, en la ceremonia de proclamación de Felipe VI no hubo carroza ni el rey se colocó su corona. Durante su reinado, sólo podrá ejercer liderazgo mediante su palabra austera y su ejemplo, y deberá tener suficiente olfato para usarlos con valentía.

La independecia catalana
Para el 9 de noviembre los catalanes convocaron a una consulta para decidir su autodeterminación. Por el momento, no han dado ninguna señal de querer negociar un acuerdo con Madrid. Frente a la intransigencia del gobierno de Rajoy y del catalán Artur Mas, el rey es el único que puede auspiciar una mesa de diálogo que genere un clima diferente.

Amenaza vazca
En los últimos meses recrudeció la tensión en el País Vasco. Según el diario El Mundo, durante los próximos meses Felipe realizará una gira por cada una de las regiones y tanto Cataluña como el País Vasco serán paradas obligadas donde deberá dejar en claro cuál es su posición, como símbolo de la unidad y de la permanencia de La Nación, frente al desafío independentista.

Reforma de la Constitución
Desde hace largo tiempo la oposición exige al presidente del gobierno, Mariano Rajoy, una reforma constitucional. Hay tres reclamos fundamentales: una clara enumeración de las comunidades autónomas, habilitar la sucesión dinástica para una mujer y reformar el Senado, una institución que muchos consideran redundante. Felipe no podrá hacer oídos sordos a estos pedidos.

Generación Democrática
El nuevo rey deberá ponerse al frente de la tarea de limpiar la imagen de las instituciones públicas españolas. En un proceso inverso al que comenzó con el desprestigio de la clase política y culminó con el de la propia monarquía, podrá apoyarse en su buena imagen ante la opinión pública para recuperar la confianza en la corona e impulsar la transparencia y la limpieza del resto de las instituciones del Estado.

Atraer a los jovenes
Con una altísima tasa de desempleo juvenil, superior al 55%, los jóvenes españoles son las principales víctimas de la crisis económica. De hecho, unos 300.000 jóvenes se vieron obligados a emigrar desde 2008. Además, las últimas encuestas muestran que la monarquía como institución tiene un respaldo del 72% entre los mayores de 65 años, pero sólo del 46% en la población de entre 18 y 29 años.

Cuidar la marca de España
Felipe será el más alto representante de la marca España en el mundo. Su padre realizó un importante papel para fortalecer la presencia española en América latina mediante las cumbres iberoamericanas. La tarea del nuevo monarca será también alentar a las empresas españolas en el exterior, ayudarlas a abrirse puertas y superar obstáculos...

Carta a un nuevo rey / Luis del Pino


Majestad,

Permítame dirigirle estas líneas para informarle de lo que siento, en lo que concierne a su proclamación como nuevo Rey de España, con el nombre de Felipe VI.

Lo primero de todo, quiero felicitarle por su acceso al trono. Desde el punto de vista abstracto, soy más republicano que monárquico, pero pertenezco a ese numerosísimo grupo de españoles a quienes, en realidad, la forma de estado no les preocupe en exceso. La Monarquía no despierta en mí pasiones, pero tampoco me molesta. Miro alrededor, y veo numerosas repúblicas que funcionan perfectamente, como la alemana, la francesa o la americana. Pero veo también monarquías - como la inglesa, la holandesa o la noruega - que funcionan igual de bien que cualquier república. Por tanto, no seré yo quien dedique un minuto de su tiempo, habiendo problemas graves, a discutir sobre si la monarquía es mejor que la república o viceversa.

Pero aunque fuera republicano furibundo, seguiría felicitándole igual, aunque solo fuera por educación. Mientras no cambiemos nuestra actual Constitución por los procedimientos marcados en la Ley, usted es el Jefe del Estado y simboliza la unidad de la Nación. Y yo así lo acato.

Escuché con atención su discurso en las Cortes, para tratar de intuir cuál será su actuación a partir de ahora. Y he de decir que ese discurso me produjo sentimientos encontrados. Habló usted de unidad de la Nación, habló de transparencia, recordó a las víctimas del terrorismo... Todo eso está muy bien. Lo que pasa es que las palabras se las lleva el viento, y solo obras son amores, como usted mismo dejó entrever al citar aquella frase del Quijote: "no es un hombre más que otro si no hace más que otro".

Más me llamaron la atención, por tanto, los silencios que las palabras. Me llamó la atención, por ejemplo, que no hiciera usted ni la más mínima mención de carácter religioso en su discurso, dado que el 70% de los ciudadanos españoles se declaran católicos y dado que ostenta Vd. los títulos, entre otros, de Majestad Católica, Rey de Jerusalén y Canónigo honorífico y hereditario de la Iglesia Catedral de León y de la basílica de Santa María la Mayor en Roma. En los días posteriores, parece que ha compensado Vd. esa omisión, eligiendo El Vaticano como destino de su primer viaje oficial. Bien está esa compensación.

Tampoco entendí que no hiciera usted ni la más mínima mención a las Fuerzas Armadas, siendo como es Capitán General de los Ejércitos. Puedo entender que quisiera usted acentuar así la "normalidad" del relevo en la Jefatura del Estado, pero creo que una mínima mención a nuestros soldados en misiones internacionales no hubiera estado de más.

Como tampoco estaría de más que alguien se dignara a explicarnos (recuerde su promesa de transparencia) por qué ha cambiado usted el escudo de la Casa Real con tanta premura, especialmente teniendo en cuenta que hace tan solo un mes los representantes políticos de Amaiur reclamaban, precisamente, los cambios que Vd. ahora ha realizado. Tal vez un cierto sentido de la oportunidad política habría aconsejado postergar durante un tiempo esa decisión.

Pero reconozco que todo eso son detalles que no necesariamente tienen importancia. Su discurso fue el que es, y ahora toca remangarse y trabajar.

Y ahí precisamente es donde se centran mis preocupaciones. Como Vd. bien sabe, Majestad, España está sometida a tensiones insoportables y crecientes en el plano territorial, tensiones que amenazan esa unidad de la Nación que Vd. simboliza. Y en los medios de comunicación menudean las noticias sobre las presiones que Vd. recibe desde muy diversos sectores - los nacionalistas, el PSOE, ciertos empresarios - para que haga algún "gesto" que permita abrir una negociación entre quienes quieren romper España y quienes tienen la obligación de defender la Constitución.

En otras palabras: son muchos quienes no ocultan su intención de utilizarle a Vd. como coartada para conseguir esa ruptura de España, inmediata o a plazos, que por otros medios no consiguen. Y estoy verdaderamente preocupado por cuál vaya a ser su respuesta, Majestad. Le confieso que no tengo ni idea de si va Vd. a dejarse usar como coartada por quienes quieren destruir la Nación. Confío en que no, pero no lo sé.

Me gustaría poder darle un voto de confianza, pero me han defraudado tantas veces en estos últimos diez años, que ya no me quedan más votos de confianza que dar. No me lo tome Vd. a mal, Majestad, porque no pretendo faltarle al respeto: se trata de una simple decepción de carácter general, que no tiene nada que ver con Vd. en concreto. Me han engañado tantas veces, que no estoy dispuesto a que me engañen una más.

A eso se une una cuestión de calendario: en los próximos cuatro meses, la tensión territorial alcanzará su culmen. Si yo disminuyera ahora mi nivel de exigencia por darle un voto de confianza a Vd., podría encontrarme a la vuelta del verano con que ya todo está decidido, y en sentido contrario a los intereses de España. Y con que ya es tarde para reaccionar. Por eso, prefiero adoptar una actitud escéptica y esperar a ver cuáles son los pasos que va dando Vd. en estos primeros meses de reinado.

Déjeme decirle, Majestad, que somos muchos los españoles que estamos ya muy hartos. Hartos de ser ignorados por nuestra clase política; hartos de ser tratados como ciudadanos de segunda en amplias regiones de nuestro propio país; hartos de ver cómo nos prohíben educar a nuestros hijos en nuestro propio idioma; hartos de ver cómo los que hicieron del asesinato de españoles su negocio, se sientan ahora sonrientes en instituciones públicas; hartos de pasar estrecheces para sostener un sistema autonómico que nos arruina; hartos de ver cómo se pisotean y ningunean de manera cotidiana otros símbolos de la Nación no menos importantes que la figura de su Majestad...

Nada de eso es culpa suya, claro está. Pero sí que está en su mano ayudar ahora, desde su función moderadora constitucional, a que las cosas cambien. Y a que los "gestos" y el "diálogo" se apliquen a defender y contentar a quienes aman a España y respetan la Constitución, en vez de aplicarse, como hasta ahora, a ceder cada vez más ante quienes no asumen la Constitución y solo buscan destruir España. Somos muchos, Majestad, los españoles que no entendemos que siempre se premie al que incumple la ley y al que viola los derechos de los ciudadanos. Somos muchos los españoles que queremos dejar de sentirnos invisibles, Majestad.

Es por eso que seguiré atentamente su visita a Cataluña, programada para el próximo jueves. Tengo curiosidad por ver si en esa visita habrá algún gesto, por ejemplo, hacia todos esos catalanes que se sienten españoles y que han visto cómo el Estado les dejaba tirados hace tantos años. Tengo curiosidad por ver si en esa visita se acordará Vd., por ejemplo, de los padres que pelean infructuosamente para que les dejen educar a sus hijos en la lengua oficial del Estado. ¿Tendrá Vd. alguna palabra para ellos? ¿Les hará algún guiño? Ojalá que así fuera.

Permítame terminar, Majestad, diciéndole que, aunque me es imposible darle ya a nadie ningún voto de confianza, en realidad soy muy fácil de ganar. Y muy agradecido. Como casi todos los españoles. Sin necesidad de salirse de su papel constitucional, defienda Vd. a España y a los españoles y tendrá en mí al más leal de sus paladines.

Si no lo hace, yo no me llevaré ningún chasco: quien nada espera, ninguna decepción puede sufrir. Pero hay otros muchos españoles que sí que han saludado con ilusión su proclamación, Majestad, y que sí que sentirían de corazón ver sus esperanzas traicionadas una vez más. Le ruego que no les defraude.

Atentamente suyo
- Seguir

Un rey para una república / Magdalena Trillo

Dicen las encuestas que si hoy se convocara un referéndum en España sobre Monarquía o República, los defensores de la Corona ganarían por veinte puntos. Dentro de diez años la situación puede ser radicalmente diferente: se habrá reducido la población mayor que arropa a la familia real de forma abrumadora (más de un 73% según un sondeo de Sigma-Dos de primeros de junio) y estarán en puestos de decisión los jóvenes que hoy ya se debaten a partes iguales entre una y otra forma de Estado.

El relevo en la Monarquía se ha producido, como destaca el Gobierno, con "normalidad", pero sólo en apariencia. La Corona no está salvada. Ni Felipe de Borbón tiene garantizado el futuro de la institución, ni ha recibido un cheque en blanco como nuevo jefe del Estado ni va a poder esquivar el desgaste del caso Noos cuando su hermana se siente en el banquillo y tenga que explicar cómo una licenciada no tenía ni idea de qué firmaba ni sabía de dónde salía el dinero con el que pudo comprar un palacete en la ciudad condal. Aunque Felipe y Letizia hayan levantado un muro de contención frente a Urdangarin, el fantasma de la infanta Cristina no dejó de sobrevolar el jueves en el Congreso generando tanta incomodidad como 'molestias' provocaron quienes intentaron penetrar en un Madrid blindado con una bandera republicana.

Si la Transición que lideró Juan Carlos fue hacia la democracia y la conquista de derechos y libertades, la segunda transición a la que se enfrenta Felipe tiene mucho que ver con ese objetivo de "renovación" que ha proclamado como lema de su reinado, con un ineludible esfuerzo por "regenerar la vida pública" que sólo podrá construir desde el principio y el deber de la "ejemplaridad" y con esa buscada complicidad con los españoles que ha de pasar por llevar a la práctica la promesa de honestidad y transparencia.

Debe ser consciente el nuevo Rey de que el desafío independentista no se resuelve dando las gracias en castellano, gallego, euskera y catalán. Olvidando los anhelos de este Gobierno para "españolizar" a los catalanes, el tema lingüístico es hoy ya casi una anécdota dentro de las reivindicaciones que llegan desde una "nación" empeñada en convocar un referéndum ilegal a la vuelta del verano. No basta con no romper puentes del entendimiento; hay que actuar tendiéndolos desde Madrid. Y, aunque no sea su función, tal vez don Felipe pueda empezar a ganarse el respeto y reconocimiento de los españoles asumiendo el liderazgo y diálogo que Rajoy ni ha querido ni ha sabido ejercer.

Coincido en que la mayor preocupación de los españoles no es en estos momentos el partidista dilema entre Monarquía o República sino el paro y la salida real de la crisis, la quiebra territorial y la pérdida de derechos y libertades que estamos viviendo como consecuencia de las políticas de austeridad. Pero el problema no se va a resolver negándolo ni evitándolo. Si los grandes partidos no son capaces de afrontar una reforma amplia de la Constitución que nos permita avanzar, otras formaciones más osadas y con menos sentido de Estado aguardan ya para coger el testigo. Si de la actitud responsable de populares y socialistas no surge la iniciativa de reformar la ley de partidos y el sistema electoral para luchar contra la corrupción, para lograr mayor transparencia y profundizar en democracia, otros lo harán. Urge buscar un encaje constitucional al desafío soberanista y urge culminar con racionalidad un modelo autonómico que, lejos de ser modélico, se ha presentado demasiado costoso e ineficaz.

Todos estos retos superan las funciones de arbitrio del nuevo monarca, pero no vendría mal que diera ejemplo y moderara y abriera cauces en una España huérfana de iniciativa.

Cualquier republicano seguro que suscribiría las palabras de 'El Quijote' con que el Rey culminó su discurso ante las Cortes: "No es un hombre más que otro si no hace más que otro". Reconozcamos que Felipe de Borbón asume la jefatura del Estado sin una sola tachadura en su hoja de servicios y después de pasar toda su vida preparándose para este momento. Hoy, tal vez no haya nadie en nuestro país mejor preparado para este puesto que el hijo de don Juan Carlos, pero no olvidemos que si don Felipe fuera un 'loco', un inestable, un conflictivo o un incapaz también sería hoy Rey de España. Y lo es, además, gracias a una discriminación de género -consagrada en la Constitución- sobre su hermana la infanta Elena.

Miro el cartel de políticos y pienso cuánto hubiera ganado su proclamación si hubiera contado con la legitimidad del refrendo ciudadano. ¿Usted no lo votaría como presidente de la III República antes que a González, Aznar, Zapatero o Rajoy? Las paradojas, a veces, encierran la mayor de las coherencias. 

“El rey Felipe tendrá la dificultad de construir la monarquía del día a día”, dice su biógrafo Apezarena Armiño


BOGOTÁ.- “El rey Felipe tendrá la dificultad de construir la monarquía del día a día y en tiempos normales”. Así describe José Apezarena Armiño, biógrafo y uno de los periodistas que más conocen al nuevo monarca, tarea que emprendió Felipe VI tras su proclamación el jueves.

Apezarena no tiene duda de las capacidades del segundo monarca de la España democrática.

“Es una persona inteligente y trabajadora. Conoce cuál es la responsabilidad de su cargo. Se siente seguro de sí mismo, y además es un gran patriota”, dice el experto en realeza por conversación telefónica con El Mercurio, desde Madrid.

Así como Juan Carlos I se validó fortaleciendo la democracia, ¿cómo lo podrá hacer ahora Felipe?

La transición ya está hecha, y normalmente no habrá un golpe de Estado. Tengo la impresión de que en España se ha descuidado una explicación profunda de qué significa la monarquía y qué ventajas tiene con respecto de otro sistema.
Con el trabajo que haga, con su comportamiento, haciendo las cosas con orden, Felipe VI tendrá que convencer de que la monarquía es útil para España.

Siendo la monarquía una institución medieval, ¿cómo promoverla en el Siglo XXI?

La monarquía, con todas sus limitaciones, es un sistema político que funciona, y así lo demuestra la existencia de monarquías muy importantes, en países modernos, avanzados en tecnología y educación.

No es tan evidente que la monarquía no se compadece con el Siglo XXI.

El rey reina, pero no gobierna, y Felipe no tendrá los poderes con los que asumió su padre. En su primer discurso habló de unidad. ¿Qué papel debería jugar él en el caso de Cataluña?
Es un desafío que no es solamente suyo, es de todos nosotros. Los reyes no tienen poder ejecutivo ninguno, pero sí pueden aunar voluntades, reunir personas, animar esfuerzos, coordinar, empujar, estimular, ayudar. Él no tiene en sus manos la solución, pero sí puede hacer cosas que la favorezcan.

La monarquía constitucionalmente está a favor de la unidad del país. Ahí Felipe no puede dudar, y no va a dudar. Hará lo que está en sus manos, pero siempre cuidando de enviar el mensaje de que quien manda es el gobierno, los partidos políticos y el Parlamento”.

¿Podría ser mediador y juntar al jefe de Gobierno español y al líder catalán?
Es posible que él lo intente. Debe hacerlo con mucha prudencia, incluso sin que se sepa mucho. Porque si lo intenta, se difunde y no resulta, él queda chocado. Es muy difícil el equilibrio entre alguien que no tiene poder, pero que la Constitución le otorga capacidad de moderar y de arbitrar. Sin embargo, nadie lo ha explicado, no hay una ley de arbitrajes y moderaciones.

¿Cómo se explica que, pese a que los aires republicanos soplan cada vez más fuerte después de las elecciones europeas, el ahora rey Felipe VI tenga en las encuestas una alta aprobación?
Oiremos muchas voces, veremos que en las calles y plazas gritan, pero para la mayoría de los españoles el tema ni siquiera está en discusión.

El problema que tiene España no es la monarquía o la república. Es básicamente la economía, y, dentro de la economía, el desempleo.

Falta poco para que haya novedades en el caso de Iñaki Urdangarin. ¿Cómo cree que va a actuar Felipe VI respecto de su hermana Cristina?
Los ahora reyes, desde el minuto uno de este problema, se apartaron radicalmente de Cristina e Iñaki Urdangarin.
Desde entonces, nunca se les ha visto juntos. Lo importante no es que lo hayan hecho, sino que el país lo ha percibido, y esa es una de las razones por las que, en las encuestas, el nuevo rey aparece muy bien posicionado.

Esto tiene una contrapartida, que es el dolor que les produce esta decisión, porque los duques de Palma eran muy cercanos a ellos, los más amigos, fueron en su día cómplices del noviazgo y alguna vez les protegieron, entonces sintonizaban mucho. Tomar esa decisión ha sido muy fuerte para los príncipes.

¿Cómo irá a ser la relación de Felipe con su padre?
Felipe preguntará mucho a su padre, pero también pienso que procurará desarrollar su propia línea de trabajo y su propio estilo.

Aunque le consulte, no debería verse mucho que le consulta a su padre, porque entonces quedaría él un poco disminuido y sería una mala idea dar la sensación de un rey teledirigido por su padre. Es algo que no va a ser verdad, porque él tiene carácter, personalidad y criterios propios.

Felipe VI debe ser uno de los monarcas europeos que más conoce a los gobernantes latinoamericanos. ¿Cómo puede capitalizar el rey estas buenas relaciones?
Sí, es efectivo. Y es importante decir que la función de representar a España en las ceremonias de toma de mando era más que una obligación para él.

Ha dicho alguna vez que se siente latinoamericano, que para él el mar que nos separa es un río y que él cruza la orilla con mucha facilidad.

Esa buena relación forma parte del sentimiento del nuevo rey.

No tengo ninguna duda de que en cuanto pueda, una de las primeras cosas que va a hacer es irse a esos países hermanos, porque realmente es lo que siente.

Centenares de personas protestan en Barcelona contra la monarquía

BARCELONA.- Con el lema "Ningún pacto, ningún rey. El pueblo catalán decide", casi medio millar de personas -450 según la Guardia Urbana de Barcelona-, se han manifestado este domingo por el centro de la ciudad para protestar contra de la monarquía y para reclamar el "derecho a decidir".

Al llamamiento, que se ha hecho sin que se produjera ningún incidente, han participado representantes de partidos políticos de izquierdas e independentistas -CUP, ICV, EUiA y ERC-, sindicatos y entidades sociales, entre otros.

El guión y el estandarte de Felipe VI, publicados en el BOE

MADRID.- El Boletín Oficial del Estado ha publicado ya los detalles del guión y estandarte de Felipe VI. "La ordenación del guión y del estandarte será la misma que tuvo como Príncipe de Asturias, con la salvedad de desaparecer el lambel diferenciador y timbrarse el escudo con la Corona Real de España, en lugar de la de Príncipe de Asturias”, explica el BOE.

Detalles del guión:

“Será un pendón cuadro, todo él rodeado de un cordoncillo de oro, del que arranca un fleco de hilo del mismo metal. El fondo será de color carmesí, y bordado sobre él, en su centro, escudo cuartelado: 1°, de gules, con un castillo de oro, almenado, mazonado de sable y aclarado de azur, que es de Castilla; 2°, de plata, con un león rampante de púrpura coronado de oro, lampasado y armado de gules, que es de León; 3°, de oro, con cuatro palos de gules, que es de Aragón; 4º, de gules, con una cadena de oro puesta en orla, en cruz y en aspa, con un punto de sinople en abismo, que es de Navarra; entado en punta, de plata, con una granada al natural rajada de gules, sostenida, tallada y hojada de dos hojas de sinople, que es de Granada. Sobre el todo, un escusón de azur con tres flores de lis de oro, bordura de gules, que es de Borbón”.

El escudo se timbra con una corona cerrada, “que es un círculo de oro, engastado en piedras preciosas en sus colores, compuesto de ocho florones de hojas de acanto visibles cinco, interpolados de perlas en su color, de los que parten ocho diademas de perlas vistas cinco, que convergen en un orbe azul, con el semimeridiano y el ecuador de oro, sumado de cruz de oro, la corona forrada de rojo y va rodeado del collar del Toisón de Oro”.

Está confeccionado con terciopelo de algodón, bordado por ambas caras en sus esmaltes y será portado por un oficial de la escolta cuando ésta acompañe al Rey.

Detalles del estandarte:

"Será una bandera cuadra de igual color que el guión y con su misma composición sin el cordoncillo de oro ni el fleco", explica el BOE.

El boletín detalla que será "de tejido fuerte de lanilla o de fibra sintética, estampado, o con sobrepuestos por ambas caras".

Su uso estará reservado para colocarlo en palacios, campamentos y aeródromos, buques de más de 5.000 toneladas, buques de 5.000 a 1.000 toneladas, buques y embarcaciones inferiores a 1.000 toneladas, aeronaves y vehículos terrestres.

Detalles del distintivo de la Casa del Rey:

"Consistirá en un óvalo de latón cuyo eje mayor, en posición vertical, tendrá treinta y cinco milímetros de longitud y treinta milímetros el eje menor".
El anverso estará esmaltado en carmesí, "rodeado de un borde dorado de un milímetro de ancho en todo su contorno" mientras que en el centro llevará el escudo del Rey, tal como se ve en la imagen.

El Régimen está agotado / Luis María Anson *

Lo escribí hace un lustro en El Mundo. En el primer artículo que publiqué en El Imparcial hace siete años, planteaba como imprescindible la reforma constitucional. Las cosas estaban claras. Ya una década atrás era evidente el divorcio de las nuevas generaciones con el sistema.

En la encuesta más solvente que se publica en España, los partidos políticos suspenden en aceptación popular con un 1,8; el Gobierno, con el 2,4; los sindicatos, con el 2,5; el Congreso, con el 2,6; la Iglesia Católica, con el 3,5. La Monarquía también suspende pero es todavía, con el 3,7, la institución civil más aceptada solo por detrás de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.

Y ha sido precisamente la Monarquía, la primera institución que se ha enfrentado con la necesaria renovación; la primera que se ha dado cuenta de que o hacemos la reforma constitucional ordenadamente desde dentro o nos la harán revolucionariamente desde fuera. El Rey Juan Carlos, siempre al servicio del pueblo, ha hecho el sacrificio personal de abdicar la Corona en su hijo para que ocupe la Jefatura de Estado persona que pertenece a las generaciones divorciadas del régimen.

De poco servirá este gesto si los partidos políticos, los sindicatos, el Gobierno y el Parlamento no emprenden su propia regeneración para que todos juntos puedan abordar la reforma constitucional que se precisa y que terminará en un referéndum en el que los españoles todos, incluidos, claro, los catalanes, decidirán cómo quieren que sea la España del futuro.

(*) De la Real Academia Española

Preservar la monarquía es la mayor tarea de Felipe VI, según 'Le Monde'

PARÍS.- El rey de España, Felipe VI, tiene la complicada tarea de revitalizar las instituciones, en particular la monarquía que hasta hace poco era muy popular pero fue empañada por un escándalo de corrupción que puso en duda su futuro, opinó este fín de semana el periódico 'Le Monde'.

El periódico francés comentó las promesas que hizo el nuevo monarca en su primer discurso y que constituyen un reto en una España inmersa en una triple crisis: institucional, económica y territorial.
La primera y más importante tarea de Felipe VI, quien prometió una “monarquía renovada para los nuevos tiempos”, será preservar el futuro de la Corona española, la institución más popular del país hasta hace poco, afirmó el diario en su espacio editorial.
En principio, la popularidad de la monarquía se ha visto empañada por la corrupción que salpicó a la infanta Cristina, de ahí que Felipe VI prometió “integridad, honestidad y transparencia” de la Corona, apuntó.
Además, el nuevo rey se comprometió como garante del sistema de estabilidad política en respuesta al creciente movimiento a favor de la República, apuntó.
Sin embargo, Le Monde estimó que más allá de la monarquía, los españoles han perdido la confianza en el sistema político heredado de la transición de la dictadura a la democracia después de la muerte de Franco.
Indicó que la corrupción del sistema político se ha convertido en la segunda preocupación de los españoles, por detrás del desempleo, derivado de otro gran reto que es la salida de la crisis económica desde 2008.
Refirió que el país ha salido tímidamente de la recesión en el tercer trimestre de 2013 y reanudó la senda del crecimiento en los primeros tres meses de este año, pero que la recuperación es lenta y la población aún no recibe los beneficios de ello.
Aunado va la crisis territorial, pues en Cataluña los movimientos separatistas están aumentando y el país Vasco parece decidido a seguir el mismo camino, señaló.
Aunque los poderes de Felipe VI son limitados, pues la Constitución le confiere una función simbólica de representación de “la unidad y la permanencia” de España, expresó su deseo de “facilitar el equilibrio de los órganos constitucionales y territoriales”.
El periódico recordó que Juan Carlos logró hacer aceptar la monarquía por todas las partes y convertirse en “el rey de todos los españoles”, en un país entonces dividido y aún marcado por las consecuencias de la guerra civil.
Por ello, Le Monde se cuestionó si Felipe VI podrá encarnar la revitalización de las instituciones y la unidad de una España diversa, “una tarea complicada”, concluyó.

Una mayoría simple se siente segura con Felipe VI y cree que fortalece la monarquía

MADRID.- Seis de cada diez españoles se sienten seguros con el rey y consideran que la abdicación de Juan Carlos I y la proclamación de Felipe VI contribuye al fortalecimiento y a un mayor prestigio social de la monarquía, según dos encuestas publicadas hoy por El País y La Vanguardia.

Un sondeo realizado por Metroscopia mediante 600 entrevistas en vísperas de la proclamación del rey, publicado hoy por El País, refleja que el 58 por ciento de los ciudadanos cree que el nuevo rey inspira una sensación de seguridad, frente a un 19 % que opina lo contrario.
La inmensa mayoría de los ciudadanos (91 %) considera que los partidos políticos deben afrontar la nueva etapa con voluntad de diálogo y que es urgente buscar acuerdos para resolver los problemas de España, con pactos que vayan más allá del bipartidismo.
En el caso de que los distintos partidos no lograran ponerse de acuerdo sobre las grandes cuestiones de Estado, el 75 por ciento de los encuestados apoyaría la intervención del rey para alentar la búsqueda de acuerdos en su papel institucional.
Según la encuesta de La Vanguardia, realizada por Feedback por medio de un millar de entrevistas entre el 16 y el 19 de junio, el 61,5 % de los ciudadanos opina que el relevo en la monarquía contribuye al fortalecimiento de la institución, frente al 35,9 por ciento que se pronuncia en sentido contrario.
Los porcentajes son muy similares cuando se pregunta si Felipe VI puede contribuir a solucionar los contenciosos entre la Generalitat de Cataluña y las instituciones del Estado, ya que un 47,7% de los españoles responde que sí y un 47,1% piensa que no, aunque entre los encuestados catalanes es mayoritaria la respuesta negativa (56% frente a 40,7 %).
Este sondeo indica que el 47,9 % de los españoles (51,1 % entre los catalanes) considera justificada la abstención de CiU en la votación en el Congreso sobre la abdicación de Juan Carlos I, frente al 39,7 % (30,7 % en Cataluña) que piensa que no estaba justificada.

La familia de la reina Letizia, un ejemplo de discreción

MADRID.- La proclamación de Felipe IV ha sido una fecha crucial para la historia de España, pero también ha sido un día muy especial para sus propios protagonistas: los reyes Felipe y Letizia. Pero los que también han vivido este evento de forma muy intensa han sido los familiares de doña Letizia, que siempre se han caracterizado por su discreción y respeto.
 
   La mayor parte de la familia Ortiz-Rocasolano quiso acompañar a Letizia durante el acto de proclamación. Al evento acudió la madre de la reina, Paloma Rocasolano, y también su padre, Jesús Ortiz, acompañado de su pareja actual, Ana Togores.
   La periodista Menchu Álvarez del Valle, abuela paterna de la reina, también se dejó ver durante el acto, aunque la gran ausencia fue la de Telma Ortiz, hermana de la reina, que asistió a la recepción posterior en el Palacio Real.
   El abuelo materno de Letizia, Francisco Rocasolano, fue uno de los invitados más especiales y no dudó en acompañar a su nieta en los momentos más importantes de su vida. A pesar de su avanzada edad, el taxista de 96 años asistió al acto de proclamación en el Congreso de los Diputados, donde no pudo evitar hacer gestos de alegría y emoción.
   Francisco siempre ha mostrado mucho respecto hacia la labor de su nieta, al igual que el resto de la familia. Aun así, ha reconocido ante los medios que está "muy feliz" por su nieta y que se lo pasó "muy bien" en el evento, así como en el cóctel que se ofreció posteriormente en el Palacio Real.

"Se siente abandonada y psicológicamente hundida", dicen amigos de la Infanta Cristina

MADRID.- Cada vez queda menos para conocer la resolución del Caso Nóos. Tras tres años de instrucción el veremos si al final los juzgados de Palma de Mallorca mantienen la imputación de la Infanta Cristina en el caso, aunque todo apunta a que será así, aunque no la veremos sentada en el banquillo de los acusados.

   La revista Vanity Fair ha entrevistado al fiscal que lleva el caso, y a dos de los abogados del bufete de Miquel Roca, Pau Molins y  Jesús-María Silva, que lleva la defensa de la Infanta. Muy seguros en sus declaraciones explican que la hija de Don Juan Carlos I no se sentará en el banquillo de los acusados, "aunque el juez mantenga la imputación, si ni la Fiscalía ni la Abogacía del Estado presentan acusación, es muy difícil que se siente en el banquillo ya que se le aplicaría la llamada 'Doctrina Botín'", aunque matiza que "es difícil pero no imposible".
   La infanta no está acusada solo de un delito contra la Hacienda Pública, también está imputada por blanqueo de capitales, una acusación donde no se aplicaría la 'Doctrina Botín' y que podría conducirla hasta el banquillo. "La tesis de la defensa es que doña Cristina desconocía el origen presuntamente ilícito de los fondos percibidos por Nóos y Aizoon, porque ella no gestionaba estas empresas y, por lo tanto, la imputación de blanqueo, sostenida únicamente por el juez Castro y por Manos Limpias, no puede prosperar", explica Molins a Vanity.
   Con esta tesis el fiscal le reclamará a Doña Cristina la participación a título lucrativo, es decir, mantendrá la acusación de  beneficiarse del resultado del presunto delito aunque desconociese de dónde provenían los fondos que empleó. Le pedirá que devuelva unos 600.000 euros, la mitad del dinero que Aizoon, ingresó de los contratos que Nóos firmó con los gobiernos de Baleares y Valencia.
   A pesar de que al final sólo se le impute por un delito de blanqueo de capitales,los amigos de la Infanta revelan a la conocida revista que su vida ya no volverá a ser la misma ahora que ha sido "abandonada por su familia" y que se siente "psicológicamente hundida".
   Afirman que "hasta el caso Nóos, la vida de Cristina había estado tan protegida que le parecía imposible ser tratada como una más. Aquello dio paso a una fase en la que estuvo extremadamente enfadada. Y ahora, poco a poco, se resigna y asume su nueva situación, pero sin poder evitar una tristeza profunda y la decepción. Es más fácil navegar a través de esta complicada situación siendo hija de un rey que de un exrey. Y si a eso, además, le añades el hecho de que la nueva reina, Letizia, nunca ha sido partidaria de Cristina, su estatus es todavía más precario que antes de la abdicación. Cristina se siente abandonada y desprotegida".

"Lo siento Alteza, pero no cuento con usted", palabras de responsables de Zarzuela a la Infanta Cristina

MADRID.-   "Lo siento Alteza, pero no cuento con usted". Con estas palabras un alto cargo de la Casa del Rey comunicó a la Infanta Cristina que no la llamarían más para participar en actos oficiales de la Familia Real, como consecuencia de la investigación que el juez José Castro había abierto en torno a los negocios presuntamente irregulares de su marido, Iñaki Urdangarin, duque de Palma. Con esta decisión los responsables de Zarzuela intentaban establecer un cortafuegos y evitar el desgaste que la instrucción del caso estaba provocando a la institución.

   La hija menor de Don Juan Carlos no lo encajó mal. Al contrario, entendió esa decisión, aseguran fuentes de Zarzuela. No fue tan comprensivo Urdangarin, que no se explicaba cómo la Casa del Rey le daba la espalda cuando en diciembre de 2011 el jefe de la Casa, Rafael Spottorno, anunció a los medios de comunicación que el duque de Palma quedaba apartado de la agenda oficial por su comportamiento "no ejemplar". Urdangarin llamó a Zarzuela para quejarse de que con esas manifestaciones sobre su conducta le estaban condenando de antemano.
   "¿Y qué pasa con la Infanta Cristina?", preguntaron entonces los periodistas. "Ya veremos", les contestó Spottorno. Lo cierto es que desde ese mismo momento Doña Cristina también quedó fuera de los actos de representación de la Familia Real, por los que llegó a cobrar algún año hasta 72.000 euros de la partida que los Presupuestos Generales del Estado reservan cada año para el mantenimiento de la familia y Casa del Rey.
   Los casi tres años que lleva abierto el sumario del caso 'Nóos' han sido dolorosos en Zarzuela. Al fin y al cabo, afectan a la hija y hermana de Juan Carlos I y Felipe VI, al tiempo que han supuesto un enorme desgaste en el prestigio de la Corona.
   El 'caso Nóos' vino a demostrar lo que desde hace años pensaban en la institución, la inconveniencia de que un miembro de la Familia Real cobrase de los Presupuestos Generales del Estado una cantidad que, por no equivaler a un sueldo, compaginaba con otras actividades remuneradas en la empresa privada.
   En Zarzuela querían diferenciar entre el núcleo central de la Familia (Juan Carlos, Sofía, los entonces Príncipes de Asturias y sus hijas), los únicos que vivían exclusivamente del presupuesto del Estado, de las Infantas Elena y Cristina que, aún siendo miembros de la Familia Real, tendrían que tender poco a poco al papel que desempeñaban las hermanas del Rey, las Infantas Pilar y Margarita.
   Un alto cargo de Zarzuela reveló esta estrategia en diciembre de 2011, en pleno estallido del caso Nóos. La noticia fue bien recibida entre la opinión pública pero cayó como un jarro de agua fría en el domicilio en Washington de los duques de Palma.
   Un día después de que toda la prensa llevara en sus portadas que Zarzuela estudiaba limitar la Familia Real a los entonces Reyes, Príncipes y sus hijas, la Casa del Rey rectificó y destituyó al jefe de prensa, Ramón Iribarren, que en pocos días abandonará su puesto, ocupando su puesto Javier Ayuso.
Pero la presión de la opinión pública sobre Zarzuela, pidiendo una reacción ante el escándalo por los negocios de Urdangarin, no hacía más que crecer. Unos días después se produjo el famoso encuentro de Spottorno con los medios en los que reconoció que el comportamiento de Urdangarin, que según le acusa en la instrucción el juez Castro, se valió de su condición de yerno del Rey para obtener jugosos contratos con las Administraciones balear y valenciana, había sido poco ejemplar.
   Este diplomático que desde septiembre de 2011 dirige la Casa del Rey, y que será relevado esta semana por el abogado del Estado Jaime Alfonsín, ha tenido que hacer en numerosas ocasiones de poli malo. Así por ejemplo, le llovieron las críticas cuando Zarzuela decidió situar por vez primera a la Infanta Elena fuera de la tribuna presidencial, donde se sitúa la Familia Real, en el desfile militar del 12 de octubre de 2012.
   Con el fin de mostrar que el núcleo central de la Familia Real lo componían sólo los Reyes y los Príncipes, sentaron a Doña Elena a lado del jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo que soliviantó a los 'elenistas', el grupo de seguidores que tiene la primogénita de Don Juan Carlos y Doña Sofía.
   Con la llegada al trono de Felipe VI, la Infanta Elena ha dejado de ser miembro de la Familia Real, aunque en el entorno de Zarzuela se contempla la posibilidad de que su hermano pueda encomendarle alguna tarea puntual y se apoye en ella en ciertos actos.
   Los gestos que tuvo que hacer Zarzuela para marcar distancias con los duques de Palma no se limitaron a apartarlos de la agenda oficial. En noviembre de 2012 la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin visitaron en el hospital al Rey, intervenido de la cadera. Su presencia junto al resto de la Familia Real confundió a la opinión pública. Zarzuela se apresuró a dejar claro que fue una decisión estrictamente de la Infanta Cristina, que se lo había comunicado previamente a su padre sin contar con nadie más.
   Unas semanas después la Casa del Rey eliminó el perfil de Urdangarin de su página web, en un intento de volver a marcas distancias. Y hasta ahí los gestos, porque cuando el juez José Castro citó a declarar como imputada a la Infanta en abril de 2013, Zarzuela, lejos de desvincularse, manifestó su "sorpresa" por la decisión.
   El propio Rey Don Juan Carlos intervino en la elección del abogado que representará a la Infanta, el exsecretario general de Convergencia Democrática de Cataluña y ponente de la Constitución Miquel Roca, amigo personal del Rey desde los tiempos de la Transición.
   Ahora, a pocos días de que el juez Castro cierre la instrucción del caso 'Nóos' y decida a qué imputados se debe procesar, la sucesión en la Corona ha conseguido alejar aún más a la Infanta Cristina de Zarzuela, pues como hermana de Felipe VI ya no es miembro de la Familia Real. Su perfil ha desaparecido de la web y ni siquiera estuvo presente en el acto de firma de la abdicación de su padre ni en la proclamación de su hermano.