Lo hemos dicho varias veces en estas páginas y lo vamos a repetir: el
Rey no debe nombrar candidato a la investidura para la formación de un
Gobierno a ningún dirigente político que no tenga previamente asegurado
el apoyo mayoritario del Congreso de los Diputados.
Ni ningún dirigente o líder de un partido debe solicitar al Jefe del
Estado su nominación para intentar ser investido, como lo hizo Pedro
Sánchez en la anterior legislatura, si antes no tiene asegurados los
apoyos parlamentarios pertinentes. Como tampoco es correcto ni
suficiente, ni obligatorio legal y constitucionalmente, que el ganador
de las elecciones se deba presentar a la investidura sin tener a su
favor los escaños suficientes para ser investido Presidente del
Gobierno.
El no aceptar estas premisas de pura lógica democrática por parte del
Rey y de los dirigentes políticos del país -especialmente por el PSOE
que forzó su inútil presencia en las Cortes y que ha empujado a Rajoy a
imitarle en el error-, nos ha conducido a esta lamentable situación
política española y a la pérdida de un tiempo precioso donde se han
incluido una repetición electoral camino de unos terceros comicios
generales.
Sánchez se ha equivocado en todo, convencido de que así lograra
seguir unos meses más al frente del PSOE, y Rajoy se equivocó al pensar
que su pacto con C’s ablandaría las posiciones negativas de los
socialistas. Y el resultado negativo de ello lo tendremos a la vista a
lo largo de esta semana y todo apunta que para confirmar el nuevo
fracaso institucional del país que incluye serios riesgos para todos los
españoles.
Y una pública fractura política, ideológica y social como la que
ahora se va a escenificar en un agrio debate de investidura -donde unos
hablaran de la necesaria estabilidad del país y otros de la corrupción-
que romperá mas puentes de los ya destruidos y dejara a España en
evidencia ante la UE y los mercados internacionales y al gobierno en
funciones en situación de máxima debilidad frente al nuevo embate del
desafío secesionista catalán.
Después de la fracasada investidura de Sánchez se ha vuelto a repetir
el mismo error: nominar un candidato a la investidura sin apoyo
suficiente. Y cabe imaginar que esa situación no volverá a repetirse por
tercera vez, haya o no terceras elecciones, porque esta vez el Rey
Felipe VI deberá asumir con firmeza su función moderadora y,antes de
nominar candidato a la investidura, deberá tener confirmadas las
garantías suficientes para que el aspirante triunfe en la votación. Y si
eso no es así y se produce un tercer fracaso de investidura entonces en
España pasaremos de una crisis institucional a una crisis de Estado que
tampoco conviene descartar.
(*) Periodista
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