sábado, 26 de enero de 2019

El Rey sigue en su sitio / Graciano Palomo *

Saludé al rey Felipe en su visita a Fitur. Continúa ejercitando el humor que dicen los galenos es el mejor antídoto contra la depresión y el barbecho. Luego, el CEOE de Meliá, Gabriel Escarrer —cuitado ante los efectos devastadores que un Brexit duro puede tener para los intereses españoles—, me confirmó que el jefe del Estado sigue con gran atención los avatares de la primera industria nacional.

A mí, incluso, me invitó a hacer el Camino de Santiago que para eso me vio calzar llamativas botas Panamá.

Anécdotas al margen, los graves problemas que rodean a la 'Nación Española', de la que habla la Constitución, tampoco son algo nuevo en nuestra abigarrada historia como pueblo. 

Cierto es que ahora esos problemas casi inherentes a nuestro existir presentan ribetes distintos y no tienen en cuenta que el secesionismo en pleno siglo XXI no es otra cosa que carcunda, caverna y boronismo. Que se den los 'indepes' de traje negro una vuelta por Fitur para comprobarlo que, además, es gratis.

Los que intentan instalarse en el machito sin otra condición y talento que meterse con el Rey, me malicio se agostarán hasta que lleguen, si llegan, mejores tiempos para ese menester. 

Lo sustancial para don Felipe es no cometer errores porque mal que bien la herencia en ese terreno la ha ido capeando a base de aguante, paciencia y silencio. Los que vociferan sin más argumentos que la borrachera sin fuste tendrán que convencer a una mayoría de que el Rey no sirve para nada, ni vale lo que le pagamos. Con argumentos y datos no tóxicos, por favor.

Una de las cosas que me intriga en este capítulo es desconocer por qué el rey Felipe tiene tan buena imagen personal, incluso entre los que aborrecen la institución, y la reina Letizia tan mala.


(*) Periodista


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