
MADRID.- «Lo que
yo he querido con esta biografía es hacer un retrato íntimo del alma del
Rey», es lo primero que dice el escritor y periodista Fermín Urbiola
sobre su libro «Palabra de Rey» (Espasa). Un recorrido por la vida de
don Juan Carlos que tiene como hilo conductor sus propias palabras y
comentarios. A través de reflexiones, frases espontáneas y algunas
exclamaciones que casi parecen aforismos, el autor repasa la biografía
del monarca desde su niñez hasta ahora en 90 capítulos. Documentos,
cartas inéditas, hemerotecas, bibliografía y testimonios de primera mano
han supuesto el trabajo documental que Urbiola ha utilizado para
componer este relato periodístico que acerca la figura del Rey desde su
parte más humana, se publica en 'La Razón'.
-¿Fue difícil la infancia del Rey?
-Físicamente, no. En época de hambre no le faltó un plato de comida,
pero tuvo otro dolor que duele más que el físico, el del alma. Su
infancia y adolescencia fueron muy duras. En un internado frío, austero,
sin familia, con un tutor a los 10 años, su sentimiento era de
abandono. Su vida se convierte en un tablero donde él era la ficha que
oscila y en los lados, jugando la partida estaban su padre exiliado de
España y un general que mandaba en ella, Franco.
-¿Terminó por superar el accidente con su hermano?
-Eso jamás, Ni él, ni su padre, ni su madre, que tuvo una tremenda
depresión y tuvo que ser internada. Don Juan Carlos se planteó irse a un
monasterio. Eso no se olvida.
-¿Cómo fue el encuentro con Franco y su relación con él?
-Él recuerda que el día que llegó hacía mucho frío, pero no pudo verse
con Franco hasta quince días después. «Es más bajito de lo que pensaba»,
fue lo primero que pensó, pero, como niño, estuvo más pendiente de un
ratón que había debajo de la mesa que del general. Franco trató de
ganárselo, le hacía regalos y lo llevaba de caza. Pero la relación con
él y con su entorno fue problemática. No lo querían. Lo intentaban
manipular. Estudió en la finca de Las Jarillas y allí lo pasó regular.
De sus compañeros, el más cercano fue siempre su primo y gran amigo
Carlos de Borbón.
-¿Sufrió la mala relación entre Franco y Don Juan?
-Franco siempre buscaba el momento oportuno y psicológico para hacer las
cosas. Optó por Juan Carlos porque era la línea sucesoria directa, pero
cada vez que había que tomar una decisión sobre don Juanito –que así
lo llamaban–, chantajeaba a Don Juan con la posibilidad de elegir a
Alfonso de Borbón, que era el preferido de su entorno, incluida doña
Carmen Polo. Las relaciones eran muy tensas y los desencuentros,
continuos.
-¿Le hizo Franco a Don Juan Carlos alguna petición expresa antes de morir?
-La unidad de España, al igual que el Conde de Barcelona. El general intuía lo que podía pasar.
-¿Qué proyecto puso en práctica, el de Don Juan o el de Franco?
-El de su padre. Lo tenía claro, pero pocos esperaban lo que ocurrió. No
imaginaban que como motor del cambio y como piloto de la Transición iba
a conseguir, junto a un grupo de políticos que le ayudaron mucho, una
España de vencedores y vencidos. Supo tejer, junto a la reina y esos
políticos –con Suárez a la cabeza–, una tela de araña en la que todos
cedieron y conseguir en 37 años de reinado el mayor periodo de
concordia, de progreso, de paz y estabilidad de toda la historia de
España.
-¿Fue decisivo el 23-F para que los españoles conociéramos realmente su papel?
-Sí, ese día quedó muy claro dónde estaba el Rey. Para mí, los tres
capítulos más importantes de su biografía son la Transición, el 23-F y
la petición de perdón que escuchamos. Esto es lo que más valoro.
-¿Cómo pasará a la historia?
-Será estudiado como una figura irrepetible. Él recoge todos los poderes
de Franco y se los devuelve al pueblo. Nos devuelve la capacidad de
decidir sobre nuestro propio presente y futuro.
-¿Valoramos la importancia de un jefe de Estado no partidista, embajador de España en el mundo?
-El Rey es el político europeo con mejor agenda internacional en el
mundo. Cuando negocia tantos asuntos para España transmite el interés de
un Estado por un país, no por una legislatura. Lo hace por amor a
España, por su compromiso con ella y por su gran sentido de la
responsabilidad.
-Antes había en la Prensa un silencio tácito sobre el Rey y su familia, pero ahora parece abierta la veda. ¿Qué ha cambiado?
-Tan malo me parece lo de antes como lo de ahora. Ellos son humanos y
tienen sus debilidades. En España no se aguantan escándalos reales como
en otros países y todo líder debe ser ejemplar y vivir los valores como
se vivieron en la Transición.
-¿Y contempla abdicar?
-Respondo con lo que me dijo el día de la Fiesta Nacional: «Y lo que me queda por hacer». Palabra de Rey.
Una frase textual por capítulo
Dice Urbiola que «la gente joven debe saber la importancia que tuvo el
cambio político que el Rey lideró para tener lo que ahora tenemos. Si
leen el libro van a descubrir a un Juan Carlos que no conocen». Quizá
por eso haya decidido encabezar cada capítulo con una frase del Rey,
como «Mi padre soñaba con España. Yo la vivía», «En estos momentos, la
Corona está en el aire y yo voy a hacer todo lo posible para que caiga
del lado bueno», «Tuve que pasarme veinte años haciéndome el tonto».
***
Fermín J. Urbiola (Pamplona, 1971) estudió Ciencias de
la Información en la Universidad de Navarra. Periodista de múltiples
registros, desde una corresponsalía de guerra en Bosnia-Herzogovina
hasta la información económica, ha trabajado para la Cadena SER, COPE,
Radio Voz, Radio España, Europa Press y Expansión. Desde 1998 dirige su
propio gabinete de comunicación, Urbiola Comunicación, en el que asesora
a importantes compañías, personas y proyectos de muy diversos sectores a
nivel nacional e internacional. Con Espasa ha publicado la obra Nacida para reina. Fabiola, una española entre los belgas, gran éxito de ventas. Anteriormente publicó La sonrisa que cautivó a España, dedicado a la reina doña Sofía con motivo de su setenta cumpleaños.