miércoles, 26 de diciembre de 2018

Su reino no es de este siglo / Rosa María Artal *

Cada vez que se cumple otro año de razón, resulta más anacrónica la figura de un jefe del Estado instituido como rey. El discurso navideño de Felipe VI lo demostró de nuevo. 

Algunos de sus homólogos también difunden mensajes en estas fechas. La reina Isabel II de Inglaterra ha hablado de respeto y comprensión; de fe, familia y amistad. El presidente, electo, de la República Federal de Alemania se dirige a los ciudadanos y defiende "el diálogo y la tolerancia" frente al "ruido" de las redes sociales –ya ven– y la polarización política que se vive en otros países.

En la Corona española, como en otras, partimos de que la figura que encarna la dinastía reina pero no gobierna, según la Constitución. No gobierna, salvo cuando sí mantiene una postura decididamente política como ocurriera el 3 de octubre de 2017 sobre Catalunya. Felipe de Borbón ostenta la representación del Estado, lo habitual en su cargo. El discurso navideño es su actuación más significativa.

Como impresión personal y desde el punto de vista puramente racional, me cuesta entender a qué viene ese conjunto de consejos. En particular, las recomendaciones impregnadas de un marcado paternalismo. Y partiendo de obviedades en el diagnóstico, de un alto grado de dulcificación de los problemas y de exagerada confianza en las soluciones.

Es cierto que el rey intentó mostrarse más cercano. Siete veces nombró la palabra “convivencia”. Apeló a los acuerdos entre políticos “por muy distanciadas que estén sus ideas”. Como llamada a repetir el consenso de una Transición basada en una versión de la historia que no es la de todos. “La reconciliación y la concordia; el diálogo y el entendimiento; la integración y la solidaridad”, suenan desmesuradas para una España que dejo completamente impune el franquismo y con él sus perversiones más dañinas como la corrupción y la tendencia al autoritarismo. Fue un paso adelante, pero no ese cúmulo de armonía ejemplar.

El grueso del discurso fue para ganarse a los jóvenes, en tarea tan marcada como previsiblemente improductiva. Os tenemos que ayudar: a que podáis construir un proyecto de vida personal y profesional, con un trabajo y un salario dignos, a tener un lugar adecuado donde vivir y, si así lo queréis, a formar una familia y poder conciliar con la vida laboral. Como idea, deseable y poco novedosa. Pero ¿cómo? ¿Cómo, en las circunstancias que vivimos bajo la tiranía del lucro por encima de todo?

Ni siquiera hace falta entrar en el recurso fácil de recordar presupuesto y patrimonio de la institución monárquica. Y preguntarse cuál sería, dado el compromiso de colaboración, su aportación directa para ayudar con efectividad a los jóvenes. ¿De qué hablamos? ¿De medidas de promoción y mejoras que llevarían a cabo los gobiernos a su propuesta? Suena difuso, intangible y hasta fuera del cargo. Aunque sí refuerza ese paternalismo de las buenas palabras sin recorrido.

Y luego está la Corte y dentro de ella el importante bastión de la prensa palaciega que escenifica una ceremonia de la irrealidad. Leerles y oírles tras el discurso produce en algunos casos vergüenza ajena. Ese crecimiento para convertirse en una figura senatorial (por las canas), ese alborozarse por conclusiones como que “la convivencia es frágil” resaltada por la mayoría. Pues sí, no hay más que ver la vida pública y las calles.

La tradición manda que los discursos de la monarquía española sean interpretados al estilo de los oráculos de Delfos en la antigua Grecia. Intuyendo y recreando los mensajes ocultos. Es cierto que de un año largo a esta parte las palabras de Felipe VI son claras. Lo que toca entonces a los cronistas es desbordarse en alabanzas. Y agarrarse a descifrar los "guiños" de la escenografía. 

Un discurso real con consejos. Que  suscitan preguntas. Sabemos, por supuesto, que “es muy difícil encontrar trabajo sin una adecuada formación”. Y las jefaturas de Estado por herencia de sangre no son precisamente un ejemplo. Luego están las trayectorias de la familia. El cuñado Urdangarín, la hermana Cristina y, sin duda, el padre y rey Juan Carlos. El que, como él, está protegido por la inviolabilidad, en una figura por completo anacrónica y, sobre todo, injusta. 

O las tensiones en el matrimonio real de las que habla la prensa alemana y los mentideros españoles. Convendría aclarar en cuanto exceda, si fuera el caso, el ámbito de una relación conyugal. Tener a un comisario encarcelado y encausado por la elaboración de grabaciones como método de presión y el sembrado de rumores al respecto chirría con el retrato oficial.

La Corte manda mucho. Monárquicos sobrevenidos desde presuntos republicanismos que piensan -y así lo dicen- que los españoles no estamos preparados para un jefe de Estado electo. Ahondando en el problema, imaginen los discursos del rey supervisados por un Gobierno de Pablo Casado o Albert Rivera con sus soflamas incendiarias de arenga en las barricadas. 

En equipo con sus lugartenientes más destacados: el lanzador de huesos de aceituna y tuits sonrojantes con billetes de lotería, la jefa de la oposición en Catalunya que se comunica por cartelitos y banderas que saca del bolso prestidigitador o señalados bocazas de solera como Girauta y Hernando. Aunque, la verdad, tampoco el discurso actual, más templado, pasará a la historia. 

Sin referéndum sobre la monarquía a la vista, se vive lo que toca por la misma regla de tres racional. En los preocupantes tiempos que corren para cualquier progresista, para cualquier demócrata, sería un consuelo simplemente que el jefe del Estado llamara con contundencia a defender la democracia y la libertad. De este siglo. De estas amenazas.


(*) Periodista


Carta de una joven republicana al rey Felipe VI: somos el futuro y nos habíais olvidado / Carlota E. Ramírez

Desde que tengo uso de razón, el día de Nochebuena, en mi casa, nos concentramos todos alrededor de la televisión a las 20:55 para ver el discurso del rey. Somos una familia republicana, pero nunca está de más estar informado para luego poder analizar o criticar —si viene a cuento— el rato en el que un señor al que nadie ha votado nos habla a todos los españoles. 

Por primera vez, este año, he sentido que existo. Tanto yo como mi entorno existimos. Y, aunque mis expectativas sean muy bajas, he sentido comprensión. La primera vez en 25 años que siento que el mensaje de Navidad va dirigido, de verdad, a todos los españoles.

Después de mucho tiempo, el tema central del discurso del monarca fuimos los jóvenes. Ni Cataluña ni la unidad de España (que también estuvieron presentes, claro), sino los jóvenes. Por primera vez sentí que nuestras ambiciones y problemas habían llegado a la Zarzuela, a pesar de que llevamos casi diez años reivindicando unos derechos básicos, un trabajo digno, unas condiciones que nos permitan emanciparnos o el suficiente respaldo económico para formar una familia, los que queramos.

A diferencia de sus generaciones precedentes, los millenials no han podido heredar los logros conseguidos. Por primera vez tras la posguerra, esta tendencia cambia: todos los datos nos dicen que viviremos peor que nuestros padres. Nosotros lo sabemos. Lo sabemos por las miles de horas que echamos por un sueldo irrisorio, por no poder volar del nido, por no poder crecer emocional y personalmente al no tener ingresos suficientes, por no poder ser autosuficientes... 


Pero, ¿lo sabe de verdad el rey? ¿lo saben los políticos? ¿Lo sabe el PP? ¿Y el PSOE? ¿Lo saben Puigdemont, Torra o los protagonistas de la crisis catalana? ¿Y los que cuelgan la banderita de España en el balcón? Nos hemos pasado años viendo cómo nuestro futuro era algo secundario en la agenda política: el paro juvenil, la reforma laboral, las tasas de las universidades, las prácticas mal pagadas, los trabajos ruineros como los que ofrecen empresas como Glovo o Deliveroo... 

Nada de eso importaba porque España se rompía, porque había cambio de Gobierno, una moción de censura, porque hay políticos en el exilio y otros presos. Obviamente, todos esos temas son importantes. Pero a nosotros nos han silenciado e ignorado. Tenemos colegas buscándose la vida en otros países, pluriempleados o con verdaderos problemas familiares por convivir en casa con sus padres a los 30 años y tener que seguir pidiéndoles la paga a pesar de tener una carrera y un máster. Y eso no hay banderita que lo tape.

"Como sociedad tenemos una deuda pendiente con nuestros jóvenes", decía el rey ante la cámara, "somos responsables de su futuro y las circunstancias de hoy en día no son, ni mucho menos, las más fáciles". Hizo mención a las nuevas tecnologías y nuevos "interrogantes" que se nos plantean. "Queréis vivir y convivir, pero tenéis problemas serios".

"Os tenemos que ayudar a que podáis construir un proyecto de vida personal y profesional, con un trabajo y un salario dignos, a tener un lugar adecuado donde vivir y, si así lo queréis, a formar una familia y poder conciliar con la vida laboral". Llegó un momento no supe si estaba viendo un discurso de Felipe VI o una asamblea del 15M.

He tenido sentimientos encontrados. Este año he dudado de hasta qué punto las palabras del monarca están condicionadas por el Gobierno de turno. Y entonces, ¿de qué me sirve lo que me diga hoy si cambiará en la próxima legislatura? Por eso, mis expectativas en que el discurso tenga una traducción real son pocas. 

Durante los últimos años he dudado mucho si sentarme junto a mi familia a escuchar hablar a Juan Carlos I y Felipe VI o hacer apagón informativo, como pedían muchos colectivos republicanos. Esta vez decidí escucharle y me quedo con que, al menos, tuve la certeza de que existimos.

Por un breve momento fue reconfortante verme reflejada en las palabras del rey. Pero no es suficiente: para las semanas, meses y años venideros palabras similares deberían salir por boca de los políticos. Que nos escuchen. Y que actúen. No se puede seguir construyendo un país ignorando a los que forjamos su futuro.



(*) Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública en la UAM



Cataluña y País Vasco, las comunidades que menos siguieron el discurso de Felipe VI

MADRID.- El discurso de Nochebuena del Rey de España, Felipe, VI, consiguió el lunes una audiencia media de 7.944.000 espectadores y un 70,6% de cuota de pantalla, según datos oficiales de Kantar Media difundidos este miércoles por Barlovento Comunicación a partir de las 30 cadenas que emitieron el mensaje del jefe del Estado en 'simulcast'.

La audiencia cae ligeramente respecto a las 8.139.000 personas que lo vieron en directo el año pasado, pero la cuota de pantalla crece casi cinco puntos frente al 65,7% de 2017. De los cinco discursos de Nochebuena protagonizados por Felipe VI, queda en tercer lugar tras los de 2014 y 2017 y en la serie histórica cae al séptimo con peor audiencia desde 1992.
La cadena que este 24 de diciembre registró una mayor audiencia con el discurso de Nochebuena de Felipe VI fue La1, con 2.304.000 espectadores y 20,5% de cuota. La segunda fue Antena 3, con 1.474.000 de espectadores y 13,1% de cuota.
A estas dos cadenas le siguen Telecinco, con 1.332.000 espectadores y 11,8% de cuota; laSexta, con 825.000 espectadores y 7,3% de cuota; Trece Televisión, con 486.000 espectadores y 4,3% de cuota; y Cuatro, con 317.000 espectadores y 2,8% de cuota.
Entre las cadenas autonómicas, la más vista fue Canal Sur por 239.000 personas y una cuota del 11,5%; seguida de Televisión de Galicia, con 134.000 personas y un 20,4% de cuota; y Telemadrid, con 81.000 personas y 4,9% de cuota.
Por sexos, más mujeres (53,6%) que hombres (46,4%) vieron el discurso del Rey, con una diferencia de más de medio millón de espectadores entre las 4.257.000 mujeres y los 3.686.000 hombres que escucharon al monarca.
Por franja de edad, los mayores de 64 años fueron los que más atención prestaron al discurso del Rey con 2.968.000 personas y 37,4% de cuota; seguidos de los adultos de 45 a 64 años, con 2.705.000 personas y 34,1%; los adultos de 25 a 44, con 1.404.000 y 66,4% y los jóvenes de 13 a 24, con 551.000 y 6,9%.
Por comunidades autónomas, el mensaje de Nochebuena de Felipe VI logró un 47,5% de cuota en Cataluña y un 45,8% en País Vasco, los dos porcentajes más bajos por regiones en España. 
En el resto de los territorios congregó ante el televisor a una amplia mayoría de ciudadanos: 87,5% en Castilla y León, 78,6% en Comunidad Valenciana, 78,4% en Baleares, 77,6% en Andalucía, 77% en Aragón, 76,7% en Asturias, 75,4% en Galicia, 73,6% en Madrid, 71,4% en Castilla-La Mancha y 67,8% en Canarias.

El ministro Duque ampara los referéndums sobre la Monarquía en las universidades: «Es un debate sano»

MADRID.- El ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque ha defendido la libertad de los universitarios para desarrollar iniciativas como los referéndums sobre la monarquía que hasta principios de año se celebrarán en más de 25 universidades públicas de toda España, organizados por estudiantes. 


En el primero de ellos, en la Universidad Autónoma de Madrid, se contabilizaron más de 7.000 votos con un 83% a favor de la república.
«No se puede poner coto a lo que los universitarios y estudiantes hacen como una iniciativa propia, y forma parte de una debate sano», defiende Duque, que se muestra comprensivo ante la tradicional politización del alumnado durante el periodo universitario. 
«Cuando uno está en la universidad, uno se apunta a causas radicales, incluso opuestas al mismo tiempo. Lo que no se puede hacer es reprimir eso», apostilla.

La Fiscalía Anticorrupción investigará el posible cobro de comisiones en el AVE a La Meca

MADRID.- La Fiscalía Anticorrupción ha abierto diligencias de investigación para aclarar el destino de 80 millones de euros que según Corinna Larsen, de casada Corinna zu Sayn-Wittgenstein, se habrían repartido entre otros el Rey emérito, Juan Carlos I, por la adjudicación del AVE a La Meca a empresas españolas en 2011. En la causa se pueden investigar los contratos pero no a Juan Carlos I, ya que en el momento de los hechos gozaba de inviolabilidad.

Aunque anunció su intención de investigar este asunto el pasado septiembre, es ahora cuando la Fiscalía ha abierto formalmente la investigación, han señalado fuentes del Ministerio Público, pues es cuando ha llegado testimonio de las actuaciones remitido por el Juzgado Central de Instrucción nº 6, que investiga el caso 'Tándem'.
Es en una de las piezas de este sumario, la denominada 'Carol', en la que aparecieron las conversaciones grabadas en las que la que fuera amiga del rey emérito reveló la existencia de los contratos y las supuestas comisiones al comisario jubilado José Manuel Villarejo.
El caso, sin embargo, se tramitará por Anticorrupción de forma ajena al resto de operaciones presuntamente delictivas que se vinculan al excomisario, y por otros fiscales diferentes, según han señalado hoy fuentes de la Fiscalía.
Aunque es ahora cuando comienza realmente la investigación sobre este asunto, Fiscalía ya avanzó el pasado septiembre en una nota oficial que entendía que las revelaciones en este caso son "más concretas", pues hay "identificación del contrato, de personas y de importes del contrato y de las posibles comisiones" y estos datos "aparecen complementados por otros documentos hallados".
Ya indicó en dicho momento que, "en lo que atañe a la eventual intervención del hoy Rey emérito, los indicios son extraordinariamente débiles pues consisten en la mera referencia que hace una persona que no aparece directa ni indirectamente implicada en los pagos y que tampoco manifiesta la razón de su conocimiento".
En todo caso, recordaba que atendiendo a la fecha del supuesto pago, "también en este caso", el entonces rey Juan Carlos "gozaba de la inviolabilidad reconocida al Jefe del Estado".
La Fiscalía señala que de cualquier modo, "al tratarse de un posible caso de corrupción en las transacciones comerciales internacionales, sí parece procedente iniciar una investigación", por este delito y el de "cohecho".

Villarejo: "Si alguien quiere hacer daño a la monarquía, que no cuente conmigo"

MADRID.- El excomisario José Villarejo advierte en un audio grabado desde prisión que no cuenten con él para "hacer daño a la monarquía", afirma que el director del CNI, Félix Sanz Roldán, "tiene controlado quién está filtrando" y acusa al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de ser un "trilero".

En un audio de casi cinco minutos grabado al teléfono por su mujer, Gemma Alcalá, el pasado día 23 desde prisión y facilitado hoy por ésta, el excomisario quiere ejercer su "derecho de rectificación" para que "todos puedan oír por primera vez" su "versión".
Villarejo carga en él contra los fiscales Anticorrupción que investigan el caso Tándem y que solo se interesan, dice, por información del rey Juan Carlos y no de jueces y fiscales, y avisa en ese sentido de que él no dañará a la monarquía.
Según su testimonio, los fiscales le hicieron llegar que si quería quedar libre "tendría que colaborar totalmente" y contarles "todo" sobre las personas de nivel con las que tuvo relación, incluido "todo lo que conociera de cuentas y sociedades" del rey emérito.
"No tenían ningún interés en conocer detalles sobre comidas y reuniones con otros jueces y fiscales, tampoco les interesaban mis actuaciones como agente encubierto ni mis informaciones sobre redes terroristas, narcotráfico, etcétera", subraya.
"Si alguien quiere hacer daño a la monarquía son los que se abrazan con los abogados de Podemos (personado como acusación popular en Tándem) cada vez que coinciden con ellos. Conmigo que no cuenten, allá ellos y su conciencia. Esta secta de 'illuminatis' solo busca destruir la Corona a cualquier precio", asegura.
También dice tener claro que al juez instructor del caso Tándem en la Audiencia Nacional, Diego de Egea, lo "han echado" porque quería ponerlo en libertad. Interpreta así Villarejo la decisión de De Egea de renunciar a continuar en la Audiencia como juez de refuerzo al expirar el próximo 31 de diciembre su comisión de servicio.
Y afirma que su abogado rehusó reunirse con los fiscales anticorrupción si no estaba delante ese juez y, por ese motivo, los representantes del ministerio público acudieron al letrado defensor de su esposa.
Todo forma parte -denuncia- de una campaña "brutal" contra él de quienes le consideran "un chantajista peligroso". 
 "Hasta el presidente del Gobierno ya me ha condenado. Soy culpable y ya no tengo solución, mejor que me mandaran a Guantánamo", añade.
El comisario jubilado ve a apuntar a su "mayor enemigo", Félix Sanz Roldán, por tener "controlado" quién está filtrando sus grabaciones. "Solo le colaron la charla con la princesa Corinna porque se confió con los de los abrazos", indica.
A su juicio, Sanz Roldán "deja que filtren porque se alegra del daño" que le hacen, pero matiza: "Aunque Félix quiera destruirme y sea mi mayor enemigo y que por él yo esté en la cárcel, por encima de todo creo que es un patriota y asume que todo se le ha descontrolado dañando a quien debía haber protegido primero".
"Por eso espero que en algún momento pondrá orden a este despropósito, ya que solo beneficia a los populistas, a los independentistas, es decir, a los que solo quieren hacer daño a España", plantea.
Villarejo también carga contra Grande-Marlaska, a quien sitúa tras el caso Kitchen (en el que se investiga la utilización del Ministerio del Interior en la etapa de Jorge Fernández Díaz para espiar y robar documentos a Luis Bárcenas).
"Estoy viendo atónito cómo una vez más el PP se va a dejar montar una segunda Gürtel con el tema Kitchen. No se dan cuenta que desde junio quien controla y maneja para el PSOE mi sumario es Marlaska y es un auténtico trilero manipulando causas. Recuerden el Faisán", expone.
Y avisa de que desde hace poco tiempo sus condiciones en prisión han cambiado y, al contrario que antes, se siente amenazado. "Estoy preparado para lo peor", dice el excomisario en un audio en el que añade que le "repugnan" los "miserables cobardes" que quieren utilizar a unos pocos funcionarios de prisiones "para hacer el trabajo sucio al que ellos no se atreven".
Insiste en que sus declaraciones ante el juez en la Audiencia Nacional demuestran "quién dice la verdad y quién miente en esta historia" y, antes de despedirse deseando feliz navidad a todos, cita a Rousseau: "Dijo que era una suerte de locura tratar de mantenerse cuerdo cuando todos han enloquecido. ¡Menuda locura!".

Un mensaje para los menos monárquicos / Fernando Ónega *

Pocas veces se esperó con tanto interés un mensaje de Navidad del rey de España. Las circunstancias que vive el país, con tantas crisis abiertas, lo justificaban. Lo justificaba especialmente la cuestión catalana y los últimos acontecimientos que hicieron que algunos partidos atribuyan al presidente del Gobierno una rendición ante el independentismo. Y el jefe del Estado habló de Catalunya, aunque no la citó por su nombre. 

Todos interpretamos que se refería a Catalunya cuando habló de convivencia, palabra que repitió cinco veces y la consideró “el mayor patrimonio que tenemos”. Y se refería, sin duda, a Catalunya cuando proclamó la necesidad de cuidar y reforzar “los profundos vínculos que nos unen y que siempre nos deben unir”.

Conciliador en la forma, este mensaje no tiene nada que ver con el del 3 de octubre del 2017, en el que actuó como jefe del Estado al que sólo faltaba el uniforme de capitán general frente al tsunami secesionista. Ahora se puso más en rey de todos los españoles, con un lenguaje buenista, incluso dulzón, y en el que resaltaron siete conceptos. 

Podría ser el sermón real de las siete palabras: reconciliación, concordia, diálogo, entendimiento, integración, solidaridad, convivencia. Si esto no está pensado para Catalunya, que venga Dios y lo vea. Y si esto, ­incluido el tono, no está más cerca de la estrategia de Pedro Sánchez que de los truenos del PP y Ciudadanos, que venga Dios y lo vea también.

Llamativos los párrafos en que habló de los jóvenes, en un esfuerzo por mostrarse sensible ante sus problemas de empleo, de trabajo acorde con su formación, de sus salarios, y de sus dificultades para desarrollar un proyecto de vida. Parecía un discurso dedicado a la juventud, que fue el otro eje de la intervención. Catalunya, los jóvenes... ¿Significa algo? A mi juicio, mucho: significa que Felipe VI ha querido dirigirse al sector poblacional y a la comunidad autónoma donde la monarquía es menos aceptada y está siendo más cuestionada.

Sumado todo esto, a Felipe VI se le nota la preocupación. Mira al país desde la Corona y encuentra que “las circunstancias de hoy no son, ni mucho menos, las más fáciles”. Si un mensaje real es, como pretende, la transmisión de sus “inquietudes y reflexiones sobre nuestra democracia”, hemos visto a un Monarca necesitado de serenar el ambiente y conjurar la división. Incluso hizo una alusión algo desgarrada al rencor y al resentimiento, que pertenecen a “nuestra peor historia”.

Es como si desde la Zarzuela se percibiera que los grandes activos consagrados en la Constitución se hubiesen dañado y, de la misma forma que su padre fue el “motor del cambio”, él se siente en la obligación de enderezar lo que se ha torcido y de restaurar los valores que el tiempo ha deteriorado. Sus llamadas a evitar que se malogre la convivencia o a alejar “el desencanto y el pesimismo” muestran la imagen de un rey tranquilo, pero inquieto por el panorama que divisa.

No se hacen tantas llamadas a los consensos cívicos y sociales, incluso a apoyar a quien cumple con su obligación (¿Pedro Sánchez quizá?) si no hay profundas razones para hacerlo.