MADRID.- El hombre que hace dos décadas confesó a Diana de Gales (Diana, su
verdadera historia) disecciona ahora a las damas de otra monarquía que
vive su particular 'annus horribilis', la española. Andrew Morton acaba
de llegar a España para presentar su libro sobre las damas de la familia
Borbón ('Ladies of Spain. Sofía, Elena, Cristina y Letizia. Entre el deber y el amor').

A la manera de la prensa británica durante la conversación los
protagonistas pierden el "doña", "don" o "infanta" para quedarse con sus
simples nombres de pila. El hecho de ser británico le ha permitido
escribir sobre la familia real española sin tabúes, asegura. "Eso es
exactamente por lo que el editor contactó conmigo en 2012 y me pidió que
echara un vistazo a la familia real española. La prensa española estaba
demasiado cercana y querían tener un punto de vista objetivo, una
perspectiva nueva sobre un tema conocido".
De este modo, en el libro aborda el matrimonio separado de los Reyes
-"[Sofía] llevaba una vida independendiente y hacía la vista gorda ante
la conducta de su esposo"-, los enlaces por amor de sus hijos y las
personalidades de sus plebeyos cónyuges. Del pasado republicano de Doña
Letizia y la escasa aceptación que tuvo entre los aristócratas españoles
al afán de Iñaki 'suspensitos' por demostrar a su esposa su valía.
"Doña Cristina no tenía una muy buena opinión de la capacidad
empresarial de Iñaki antes de que entrara a trabajar en Nóos", escribe.
Lo entrevista 'El Mundo'
P.- En el libro profundiza en la cara menos conocida de las
cuatro damas de la casa real española. De las cuatro, ¿cuál cree que nos
va a sorprender más?
R.- Creo que Letizia. He encontrado mucho material interesante sobre
ella. La narrativa de su vida es como un arco, más que la de Elena,
Cristina y Sofía. Aunque creo que Cristina, con el escándalo económico,
está atravesando sus propios problemas, que no van a ser solucionados en
el futuro próximo.
P.- ¿Y a usted, cuál le fascina más?
R.- Estaría entre Cristina y Letizia. Cristina, por lo que está
pasando, por cómo va a combinar su amor por Iñaki y su amor por su padre
y su deber hacia la monarquía. En cuanto a Letizia, me fascina su
carácter. Es una mujer de extremos. Ha pasado de estar con una estrella
del rock [Fernando Olvera, 'Fher, el cantante de Maná, según dice en el
libro] a estar con un novelista libertario [su ex marido Alonso
Guerrero] a estar con un futuro rey, y un presentador de noticias por el
medio [David Tejera]. Así que tuvo una vida amorosa bastante rica y
variada.
P.- Al final del libro dice usted que Letizia es la esperanza de nuestra monarquía...
R.- Sí, por definición es la futura reina, por eso digo que es
interesante, por el arco narrativo que comprende su vida. Porque todos
los plebeyos, sean de España o donde sea, deben atravesar ciertas
pruebas donde se examinan sus vidas. Luego son respetados y, por fin,
acaban siendo admirados. Cuando Letizia tenía 10 años, estoy seguro de
que no se sentó y pensó: 'Yo quiero ser la futura reina o una princesa',
como a lo mejor haría una niña en Inglaterra. Ella lo que quería era
ser una periodista, estaba en su sangre. Me encantaría sentarla y
decirle: '¿Cómo se siente estando dentro de la exclusiva del siglo?'
Porque ella debe de pensar para sí misma: 'A El Mundo le encantaría esta
historia'.
Morton inscribe a la Princesa de Asturias dentro del "Club de
princesas de clase media" de las monarquías europeas (Felipe de Bélgica y
Guillermo de Luxemburgo son los únicos herederos casados con nobles),
un fenómeno que no tiene marcha atrás, a juicio de Morton. "Los plebeyos
se han vuelto más comunes [en las monarquías] y, correspondientemente,
los valores burgueses de matrimonio por amor, parejas civiles y ser una
familia estable se han convertido también en la norma en la familia
real. Pero me pregunto por Cristina. Ella se enfrenta al dilema de dejar
a Iñaki por deber a la monarquía o apoyar a su hombre y arriesgarse [a
crear] una mancha más en la bandera de la monarquía", asegura.
P.- ¿Es la lucha de la infanta Cristina similar a la su hermano cuando plantó cara a sus padres para casarse con Letizia Ortiz?
R.- Sí, y también con la lucha que sufrió cuando quería casarse con
Eva Sannum. Pero tuvo que dejarla por la presión de su familia. Cuando
él anunció en el Palacio Real que había roto con Eva, uno de los
periodistas que le había conocido desde que era un niño pequeño dijo que
nunca le había visto tan infeliz.
P.- ¿Ve paralelismos entre la situación actual de la monarquía española y el 'annus horribilis' de los Windsor en 1992?
R.- Por supuesto. El principal es que estas instituciones comparten
los titulares de ayer y hoy. En 1992, la reina de Inglaterra no era
popular, la gente quería que el príncipe Carlos renunciase, tres de sus
cuatro hijos se habían divorciado, el castillo de Windsor se había
quemado, ella decidió pagar impuestos por primera vez. Por contraste, en
el 92, el Rey tuvo los Juegos de Barcelona -un triunfo para el país y
para el rey-, el 500 aniversario del descubrimiento de América. España
tenía una imagen y la familia real también. Juan Carlos nunca había sido
tan popular como cuando la reina era tan impopular. Luego, 20 años,
después las tornas se cambian. Juan Carlos es impopular y la reina nunca
ha sido tan popular como ahora. (...) La gran diferencia, la enorme
diferencia, es que este es un escándalo financiero, no emocional, ni
sexual... Iñaki [Urdangarin] puede ir a la cárcel y eso es muy dañino
para la confianza de la gente en la monarquía. La gente seguía confiando
en la reina [británica], después del 'annus horribilis'. Y aquí hay una
falta de confianza.
P.- Sin embargo, además del 'caso Nóos' también ha influido la 'crisis de Botsuana'...
R.- Sí, es una tormenta perfecta. Imagina, Juan Carlos es visto como
el padre de la nación, el que se enfrentó con los generales en 1981.
Esto selló su relación con la democracia, es un hombre de las gentes.
Aquí ahora mismo hay más de cinco millones de parados y... ¿qué es lo
que hizo? Se fue a cazar elefantes a Botsuana. Incluso él reconoció que
había errado. Y para un hombre tan, tan orgulloso, el haber pedido
perdón en público nos demostró hasta qué punto era consciente de cómo
había contribuido a los problemas.
P.- ¿Qué lecciones puede aprender la casa real española de la crisis británica?
R.- "Mantener la calma y continuar". Juan Carlos ha intentado hacer
esto al intentar vender la marca España, como hizo con su viaje a La
India el año pasado. Para probar a los españoles que la monarquía es
útil y relevante.
P.- ¿Sobrevivirá la monarquía española a esta crisis?
R.- Bueno, la monarquía lleva sólo desde 1975 y los españoles tienden
a verla como un abrigo que se quita y se pone según la estación. Por el
contrario, ocurra lo que ocurra a la monarquía británica, nosotros
estamos acostumbrados a que siempre está ahí, como la lluvia.
¿Sobrevivirá? Si la gente quiere que sobreviva, lo hará. Berlusconi ha
sobrevivido y mírale.
P.- ¿Y existe ese deseo de que sobreviva?
R.- Bueno, sólo los españoles tienen la respuesta. Pero lo cierto es
que la clase política ha ignorado a cualquiera, en sus propios partidos o
en otros, que ha pedido el final de la monarquía o que el rey abdique.
No hay ningún apetito en España dentro de la clase política de que
seamos testigos del final de la monarquía. Será la clase política la que
termine con la monarquía, así que desde esa perspectiva el futuro de la
casa de Borbón está asegurado.
P.- Muchos en España han mirado con interés la anunciada
abdicación de la reina Beatriz de Holanda. ¿Ve posible una abdicación en
España?
R.- Personalmente, pienso que deberíamos dejar de tratar la palabra
abdicación como si fuese una palabra sucia. Todo está causado por el
drama y la crisis que ocasionó Eduardo VIII en 1936, cuando abdicó para
casarse con Wallis Simpson. Beatriz -y su madre y su abuela- han
demostrado que una abdicación digna puede dar vigor a la monarquía de la
siguiente generación. Considero que Gran Bretaña, España y las otras
monarquías europeas se están convirtiendo en una 'monarquía de
jubilación'. La reina de Inglaterra, si llega a la misma edad que su
madre, morirá dentro de 15 años. Así que el príncipe Carlos, tendrá 80
cuando sea rey y el príncipe Guillermo será sexagenario cuando sea rey. Y
lo mismo pasa en España. Si el rey Juan Carlos vive hasta los 90 años,
Felipe tendrá unos 60 años. ¿Por qué no permitir que Juan Carlos, que
está físicamente débil, disfrute de la caza, sus mujeres y su jubilación
y darle a Felipe la oportunidad de reinar? Yo diría que el Rey tiene
que aguantar la tormenta hasta que termine el juicio a Iñaki
[Urdangarin] y en el 40 aniversario de la sucesión, en 2015, bajarse del
trono y permitir que Felipe lo tome.
P.- Usted habla de que la de Don Juan Carlos ha sido una
monarquía basada en el carisma. ¿Qué tipo de monarquía podremos esperar
de Don Felipe?
R.- La monarquía de Don Juan Carlos se ha basado en su personalidad.
La gente que le apoya se define como juancarlista. El príncipe no tiene
ese carisma. No tiene ese tipo de atractivo, pero es un hombre honesto.
El príncipe Guillermo y Catalina son sosos comparados con Carlos y
Diana, pero llega una época en cualquier institución en que un poco de
calma es necesario. Creo que Letizia y Felipe van a traer este periodo
de calma y tranquilidad. Para desconsuelo de los periodistas.
A juicio de Morton, la relación de Doña Letizia y sus futuros
súbditos ha experimentado un recorrido similar al de los otros cónyuges
plebeyos: "Los plebeyos que han entrado en las Casas Reales, desde Mette
Marit -madre soltera, drogadicta- hasta Kate Middleton -estudiante, sin
carrera profesional ni trabajo-, todos han sido admitidos por los
medios y por el público, todos han sido acogidos y su popularidad está
muy alta. Incluso ahora se habla de Daniel Westling [el antiguo
entrenador y actual esposo de Victoria de Suecia] como una 'cenicienta'.
Creo que el patrón se repite con Letizia. Se la critica, se la critica;
luego se la acepta y luego se la respeta".
P.- ¿Cree entonces que la llegada de las clases medias a las
casas reales sigue aquello que decía Lampedusa en 'El Gatopardo', que
'algo debe cambiar para que todo siga igual'?
R.- No cambia mucho. Nosotros les aceptamos, nosotros creamos la
monarquía de nuestros sueños en cada país. La monarquía siempre está
rodeada de rumor, mitos, intrigas... (...) La Reina [Isabel de
Inglaterra] es una figura estereotipada y el Rey [Don Juan Carlos]
también, simbolizan algo profundo dentro de nuestra sociedad. Se les usa
como relámpagos a través de los que conducir nuestra ira. En tiempos de
celebración, nos reunimos en torno de los palacios reales... Sí, en
efecto ellos cambian pero siguen siendo igual. Porque esencialmente
viven en nuestros sueños. Quién hubiera dicho que la nieta de un taxista
madrileño, una republicana, atea, divorciada y periodista sería la
futura reina de España. Y ahora se la ve en aspectos mucho más
brillantes en muchos medios. Y ahí está el quid de la cuestión, la
monarquía cambia, pero en nuestra cabeza es igual.