MÉXICO.- El año 2012 ha sido calificado como un “annus horribilis” (año 
horrible) para la Casa Real española, utilizando la misma expresión que 
acuñó en 1992 la reina Isabel II de Inglaterra, recuerda el diario digital 'Pulso'.
En el caso del monarca español, las cosas empezaron a ir mal desde 
2011, cuando sufrió numerosos problemas de salud, fue caricaturizado en 
una revista satírica y su yerno, Iñaki Urdangarin, fue acusado de 
enriquecimiento ilegal. Pero en este 2012 todo empeoró considerablemente
 para el jefe de Estado, quien no sólo ha tenido que ser operado de 
nuevo y varias veces, sino que ha protagonizado varios escándalos que le
 han llevado incluso a pedir perdón públicamente por primera vez en sus 
35 años de reinado.
En este 2012 el primer protagonista de la Casa Real ante los medios 
de comunicación ha sido una vez más Urdangarin. Después de ser apartado 
en diciembre pasado de la Casa Real por su conducta “poco ejemplar”, en 
febrero el marido de la infanta Cristina declaró como imputado en el 
caso Palma Arena, en el que se le acusa de delitos muy graves como el de
 evasión de impuestos, fraude fiscal, prevaricación, falsedad documental
 y malversación de caudales públicos por valor de 11 millones de euros, a
 través del Instituto Nóos, una organización sin ánimo de lucro que él 
mismo creó y presidió entre los años 2004 y 2006.
Durante su comparecencia ante el juez, el ex jugador de balonmano 
negó todas las acusaciones y culpó a su ex socio, Diego Torres, de todo.
 Sin embargo, las pruebas y los distintos testimonios de los imputados 
apuntan a que podría ser culpable. Y el fiscal anticorrupción Pedro 
Horrach ha fijado una fianza de cuatro millones de euros que deberá 
pagar si no quiere ser embargado, mientras espera a que se inicie el 
juicio.
Un momento inoportuno
En abril, fue el propio monarca quien protagonizó un nuevo escándalo 
en la Casa Real. El rey se rompió la cadera mientras asistía a una 
cacería de elefantes (una especie en peligro de extinción) en Bostwana 
(África) con su supuesta amante, la princesa Corinna zu 
Sayn-Wittegenstein, y debió ser operado de urgencia.
Y todo ello ocurrió en te la peor semana de crisis económica del 
país. Su viaje fue tan criticado por políticos de distintos partidos y 
por medios de comunicación, que le obligó a disculparse públicamente.
En aquel momento en España había cinco millones de personas sin 
trabajo (ahora son seis), se acababan de aprobar durísimos ajustes a la 
población y la Bolsa de Valores sufría cuantiosas pérdidas mientras la 
prima de riesgo (la diferencia entre el bono español y el alemán a 10 
años) alcanzaba máximos históricos. Por eso nadie entendió que en un 
momento así el rey estuviera de vacaciones en un lujoso safari cazando 
elefantes.
Aquella no fue la única noticia que provocó la indignación de los 
ciudadanos. Unas semanas después, el monarca, de 74 años, regañó a su 
chofer a su llegada a un acto público por estacionarse mal y, sin saber 
que le estaban grabando las cámaras de televisión, incluso le golpeó en 
el hombro, visiblemente molesto. Meses más tarde, fue su nieto mayor, 
Felipe Juan Froilán, de 13 años, quien se convirtió en noticia cuando se
 disparó en un pie utilizando una escopeta que le había regalado su 
padre, Jaime de Marichalar, ex esposo de la infanta Elena, sin el 
permiso reglamentario.
Por todo ello seguramente este 2012 que ahora acaba ha sido mucho 
peor que el 2011, lo que ha provocado que la institución de la monarquía
 ya no sea tan valorada por los ciudadanos. Además, a los escándalos 
protagonizados por los miembros de la familia real se unen numerosos 
rumores que aseguran que el rey y la reina Sofía no se hablan desde hace
 años (ella tardó tres días en visitar al monarca cuando le operaron de la 
cadera), que la reina pasa más tiempo fuera de España visitando a sus 
hermanos que en el Palacio de la Zarzuela, que las infantas Elena y 
Cristina tampoco se hablan con la princesa Letizia, de quien se dice que
 en cuanto puede utiliza un avión privado para irse de compras a la 
Costa Azul o para hacerse operaciones de cirugía estética en Estados 
Unidos.
Y todo ello mientras la población vive durísimos ajustes puestos en 
marcha por el presidente del gobierno, el conservador Mariano Rajoy, 
para hacer frente a la peor crisis económica de los últimos tiempos.