MADRID.- El último informe del "Reputation Institute", un 
organismo que testa la imagen en el exterior de 50 países, pone nota a 
España. Un 6,3 y un puesto 16 (el primero es Canadá), cuando hace solo 
tres años éramos los décimos. El estudio pregunta a 36.000 ciudadanos de
 los países del G-8 cuestiones como ésta: ¿Le gustaría ir de vacaciones a
 España? ¡Claro! ¿Recomendaría invertir en España? Mejor no, vienen a 
decir. Así que la solución pasa por vendernos mejor, por exportar el 
"Spain is different".
Lo vienen haciendo desde hace tiempo Rafa Nadal, Ferran 
Adrià, los indomables de "La Roja" (bendito Mundial), Amancio Ortega... y
 especialmente el Rey, el mejor embajador de la "Marca España". «Es un 
estupendo relaciones públicas con una implicación por el país 
indiscutible», dice Fernando Prado, miembro del equipo de seguimiento 
del Observatorio de la Marca España, que depende del Ministerio de 
Asuntos Exteriores. Pero se empezó a cuestionar (y no solo su 
implicación) hace medio año, cuando don Juan Carlos se rompió la cadera 
en una cacería de elefantes en Botsuana que puso a la Monarquía en 
jaque.
Y a la Casa Real a trabajar contrarreloj para "limpiar" 
la imagen de la institución -el hispanista Paul Preston acaba de 
actualizar una biografía sobre el Rey para incluir el episodio de 
Botsuana y el "caso Urdangarin"-. Lo primero, transparencia. «Lo siento 
mucho, no volverá a ocurrir», se disculpó el monarca a la salida del 
hospital, aún con muletas. Palabras llanas para humanizar la figura, 
como cuando el otro día dijo que «España saldrá adelante con el cuchillo
 en la boca y con una sonrisa» -una empresa de un pueblo de Teruel le ha
 enviado un cuchillo de caza de acero, de doble filo-.
Mala "fama" en Noruega 
 «A la gente le 
gusta que el Rey hable como una persona de la calle y él es natural, 
aunque es difícil que todo sea espontáneo», advierte Fernando Vallespín,
 catedrático de Ciencia Política en la Autónoma de Madrid. 
La otra "pata" de la nueva estrategia de la Casa Real es 
la del "trabajo, trabajo y trabajo". Entre mayo y octubre el Rey ha 
asistido a 133 actos, frente a los 83 que atendió los seis meses 
anteriores, un 60% más. Y ha realizado cuatro viajes de trabajo con 
empresarios españoles a países emergentes (Chile, Brasil, Rusia e 
India). De estos compromisos da cuenta semanal el espacio que TVE ha 
incluido en su programación sobre la agenda de la Casa Real, "Audiencia 
abierta" (sábados de 13.30 a 14.00 horas en La 2).
- ¿Y tanta actividad?
- Responde a dos objetivos: mejorar la "Marca España", 
pero también mejorar la imagen de la Monarquía. Está haciendo un 
esfuerzo evidente porque todavía no se ha recuperado de la pierna. Se 
nota que lo hace porque lo tiene que hacer -opina Vallespín-.
- ¿Para que con el viaje a la India se nos olvide el de Botsuana?
- Aquel episodio le hizo daño aquí, pero no ha tumbado su imagen en el extranjero, donde sigue gozando de un prestigio enorme.
En América Latina lo tiene ganado de largo, y más aún con
 gestos como éste de publicitar en YouTube -es la primera vez que 
utiliza este soporte- la Cumbre Iberoamericana que se celebrará en Cádiz
 el 16 y 17 de este mes.
- Pero a este otro lado...
- En Oriente Medio le estiman mucho y en Europa todavía 
le recuerdan como la persona que frustró el 23-F... Que estuviera 
cazando elefantes no va a manchar su imagen en la India.
- ¿Y en otros países?
- En Noruega o en Alemania, donde son más sensibles con la ecología, probablemente sí.
- ¿Es el mejor embajador?
- Hoy por hoy sí. El Príncipe también, pero el problema 
que tiene es que todavía es el heredero y eso limita su capacidad de 
representación del país. Padre e hijo asumen casi en exclusiva la agenda de la 
Casa Real, de la que ha desaparecido por razones obvias la infanta 
Cristina y casi también su hermana Elena. «Se le está dando un menor 
papel para que se note menos que no está Cristina, es algo coyuntural», 
opina Vallespín. La Reina prosigue con su agenda discreta, aunque en las
 últimas semanas le ha peleado el protagonismo al Rey al interponer una 
demanda -no pide un solo euro de indemnización- contra una agencia de 
contactos extramatrimoniales que se anunciaba con un fotomontaje en el 
que se veía a doña Sofía abrazando el torso de un joven y el siguiente 
mensaje: "Ya no tienes por qué pasar la noche sola".
Y más eco habría tenido la denuncia de la Reina si no 
hubiese coincidido con el viaje a la India del Rey y cuatro ministros 
-el de Asuntos Exteriores, Defensa, Fomento e Industria, Energía y 
Turismo- con una docena de empresarios. «No hay viaje al que nos 
acompañe y no consigamos algún contrato. Cuando ve que la negociación 
está atascada, le da un empujón con su personalidad y su simpatía 
arrolladora», le agradece Arturo Fernández, vicepresidente de la CEOE. 
Fernández compartió con don Juan Carlos veinticuatro horas de viaje -«es
 quien más contribuye a pasarlo bien. Va por el avión en mangas de 
camisa, y cuenta chistes. ¡Alguno hasta bueno!»- y dos jornadas de 
trabajo que arrancaban a las siete y media de la mañana -«acabamos 
exhaustos»- y que han cristalizado en varios acuerdos. 
«Sacyr ha 
rematado el proyecto para construir una autovía, Navantia ha ofrecido a 
los indios la tecnología de nuestras fragatas, Abengoa trabaja allí con 
parques eólicos... Hablamos también de turismo porque la India tiene 
cinco millones de turistas y nosotros sesenta».
Todos ellos negocios de muchos ceros, aunque menos 
ambiciosos que el "AVE de los peregrinos", una línea de alta velocidad 
de 450 kilómetros entre Medina y La Meca, en Arabia Saudí, que costará 
7.000 millones de euros y construirá un consorcio de doce empresas 
españolas liderado por ADIF y RENFE. «En ese contrato tuvo mucho que ver
 el Rey».
En ése, y en muchos otros. «Don Juan Carlos muestra una 
gran entrega por impulsar el desarrollo económico», recuerda Regino 
Moranchel, vicepresidente de Indra, multinacional líder en España que ha
 cerrado en la India cuatro contratos por valor de 10 millones de euros 
para implantar su tecnología de gestión de tráfico y peaje en 
autopistas. No es tan sencillo como que el Rey estreche la mano a tal o 
cual ministro, pero ayuda. Que sea el monarca, y que sea así de 
campechano. «Es el líder» del grupo, pero a la vez, «un compañero más». 
Nada de extravagancias, que la que pedía caviar en los aviones era la 
infanta Cristina -según "Interviú"-. «Es un hombre sencillo, al que le 
gustan el vino tinto y el jamón. Y la comida picante, así que en la 
India disfrutó muchísimo».
Con el Rey viaja siempre una comitiva de media docena de 
personas de confianza, entre ellos el jefe de la Casa del Rey, Rafael 
Spottorno, un médico, responsables de seguridad... y varios ministros 
-en el avión come con ellos, no con los empresarios-. Todos a vender la 
"Marca España". «La cultura española es un referente internacional, 
fuera nos consideran gente simpática y amable... pero no nos ven como un
 socio tecnológico y la percepción de nuestro entorno económico ha 
empeorado en el último año», advierte el informe de "Reputation 
Institute". Y en esas anda el Rey, tratando de quitarnos esa fama de 
encima. Tiene una ventaja... que encima resulta simpático.
