martes, 23 de octubre de 2012

La inutilidad de la Monarquía / César GSF

Para las generaciones jóvenes, víctimas de la Logse, poco puestas en latines y menos aun en filosofías, he de aclarar, de entrada, que la frase que titula este humilde trabajo, traducida al español, significa “La Monarquía ha de ser destruida”. La frase quedó para la historia por ser el título de un artículo que publicó en el desaparecido diario “El Sol”, allá por 1930, uno de los pensadores más importantes de España y quizás de la Europa del siglo XX: José Ortega y Gasset… Con el permiso de don José y salvando las distancias, le tomo la palabra, desciendo no pocos peldaños en la escala intelectual -los que me corresponden medido con tan alta figura- y aterrizo en este penoso panorama de la España del 2012, tan triste e incierto como aquel de 1930. Y es que parece que aquí no aprendemos nada, que estamos atrapados en un bucle temporal, tan absurdo y estéril como la rueda del hámster, que por mucho que gire no le lleva a ninguna parte. Condenados a repetir siempre los mismos o parecidos errores…
 
Un servidor de ustedes, hasta hace bien poco, estaba adherido a la tesis oficial de que la Monarquía nos garantizaba una estabilidad, que blindaba la navecilla de la Nación ante los envites de nuestra procelosa historia… Había de ser la garante de la paz y unidad entre todos los españoles… Y así pareció funcionar durante cerca de tres décadas… Es también verdad que durante esos años se ocultó mucha basura bajo las alfombras, que se sembraron los gérmenes que han florecido en la actualidad… Pero… no obstante, a algunos, quizás ingenuamente, nos parecía que “la botella estaba medio llena”, y optamos por acogernos a la conocida plegaria mariana del tullido que rezaba aquello de “Virgensita, por favor, déjame como estoy”… Mejor parecía “no meneallo”.

Ese idílico panorama, en los últimos tiempos, se ha desvanecido casi por completo, mostrándonos la cruda realidad de que no navegamos en un batel medianamente seguro, sino en una balsa podrida que hace aguas por todas partes y amenaza con hundirse y dejarnos abandonados en medio del océano… El sistema parece haber entrado en barrena, y a ello ha contribuido no poco la nefasta gobernanza durante ocho años del “contador de nubes”, que destruyó el espíritu conciliador de la Transición, resucitando los peores rencores de nuestro pasado. Pero ahora no voy a hablar de ese sujeto, hoy ya afortunadamente retirado y dedicado a tiempo completo a la tarea de ese conteo nuboso para el que, sin duda, está tan bien dotado. Nunca debió dedicarse a otra cosa… Pero no es de políticos profesionales de quienes quiero hablar aquí… Esta larga introducción pretende acercarse al análisis de lo que ocurre en la más alta instancia de la Nación: La Corona.

Para este que escribe, lo peor de la situación actual, más allá del mal momento económico, de la recesión, más allá de los seis millones de parados; consiste en la amenaza o, mejor dicho, inminencia de la secesión de Cataluña y… del País Vasco que vendrá detrás ( o delante, quién sabe ). No voy a comentar aquí la magnitud del desastre, evidente para todo el que tenga algo de juicio; desastre no sólo moral, sino de quiebra de las garantías jurídicas, personales, familiares, laborales, económicas, de todo orden, que supondría esa tragedia… Uno esperaba una reacción acorde con la gravedad del órdago separatista…, una reacción de aquellos que están obligados a ello por mandato constitucional, por razón de su cargo, por el sueldo que les pagamos los contribuyentes… y por su honor, si es que lo tienen. Dejemos aparte la decepcionante actitud tibia y evasiva de don Tancredo -perdón, quise decir don Mariano-, que sin duda merece estudio aparte… y centrémonos, como ya he dicho, en La Corona…

¿Qué pasa en La Corona?… Pues si nos atenemos a lo que dicen y muestran, bien poco… Parece como si la cosa no fuera con ellos. Se han limitado a colgar de su página web un comunicado descafeinado y ambiguo que se puede interpretar en diversas claves según el gusto del consumidor. Hace pocos días, la máxima autoridad del Estado vino a Barcelona y fue objeto de desplantes varios por el sátrapa nacionalista que gobierna esto y… la cosa pareció hacerle mucha gracia… Campechano que es el hombre.

He aquí un par de “perlas” vertidas en el contexto de los fastos de las celebraciones del pasado día 12 de Octubre, que encaramos con humor, ya que, de otra forma, serían como para llorar a moco tendido:

- A preguntas de periodistas acerca de la situación actual:

“EL JAMÓN ESTÁ MUY BUENO”… Sí, esta aguda observación fue formulada poco después de finalizado el desfile de la Fiesta Nacional… He estado consultando a ver si es que el jamón pudiera tener alguna vertiente estratégico-militar para relacionarlo así con el desfile… Es posible que sí, que el jamón constituya una potente arma disuasoria de primer orden contra el islamismo radical, y más si lo unimos a sus parientes de pueblo, algo más rústicos, pero sabrosos: el chorizo y la morcilla, la sobrasada mallorquina, sin olvidar, claro está, la butifarra catalana… Pero no todo el jamón está muy bueno, habría que responder al artífice de ese hallazgo ontológico, está muy bueno si es ibérico y mejor aun si se trata de un 5 jotas y… si además ha sido pagado con cargo a los presupuestos generales del estado, ¡sin duda debe saber a gloria bendita!

-El “Delfín”, también en el contexto de un coloquio campechanote, con altas dosis de borboneo:

“CATALUÑA NO ES NINGÚN PROBLEMA”… ¡Hay que ver qué sabias inspiraciones vinieron a iluminar en el día de la Fiesta Nacional a estas las mentes privilegiadas! ¿Acaso fue un efecto colateral de ese jamón tan bueno?…

-En esa misma celebración de la festividad del 12 de Octubre, se abroncaba al Gobierno por unas frases vertidas días antes por el Ministro de Educación, y consideradas poco correctas políticamente por la Alta Institución… ¡No sea que se vayan a enfadar los independentistas! ¡Son tan delicados los pobres!

Todas estas salidas parecen revelar la tentativa de la Alta Institución de caer simpática a los secesionistas… ¿Qué esperan? ¿Les han prometido algo? ¿Acaso creen que en unos futuribles reinos de taifas, el rey de España (o de lo que quede) será también el rey de Cataluña, el rey de Euskadi, etc.? ¿Aspiran quizás a una “commonwealth-ita” de nacioncitas a gusto y medida de sus interminables ocios, que les garantice, emulando en plan modesto a su Graciosa Majestad Británica, ir de aquí para allá disfrutando de un variado y ameno parque temático vacacional?: Hoy a esquiar a Vaqueira, al reino de Catalunya; en verano a navegar a Mallorca, en el reino de les Illes, también catalán, por supuesto; luego un divertido sarao en Madrid, en el reino de España; después quizás una cacería con fiesta flamenca añadida en el reino de Al-Andalus…, etc., etc., ¿Es ese el futuro en el que sueñan?

En todo caso, esos gestos de la Corona, parecen revelar cuál es su verdadero talante, su escasa o nula intención de implicarse en lo que constituye su última, y acaso única, razón de ser: LA DEFENSA Y GARANTÍA DE LA UNIDAD DE LA NACIÓN ESPAÑOLA. Sin eso, la Monarquía no es nada, solamente un baile de disfraces, una fiesta de buena sociedad, tema para la revista Hola y similares… Sin eso, no le deberemos nada a esta Monarquía: ni lealtad, ni respeto, ni un sólo céntimo del presupuesto que les pagamos los contribuyentes… Esto deberían tenerlo bien claro.

Ahora, haciendo un alarde de imaginación, quiero situarme mentalmente en “el día después”; sí, en ese hipotético y desgraciado “día después” de que haya quebrado la unidad nacional…, que este que suscribe no desearía en modo alguno vivir… Si para entonces estamos aun por este perro mundo, si no nos hemos matado a palos, si no estamos en la cárcel o… Dios sabe dónde, yo me veo ya como ciudadano español de una futura España refundada como república, convertido en un convencido republicano, pero no de la primera ni de la segunda repúblicas, que fueron un horror, sino de una futura república dedicada a la reconstrucción, o mejor “refundación”, de España; gritando, como en su día el general Prim, “¡No más borbones!” y, naturalmente, con don José Ortega y Gasset: “¡¡¡Delenda est Monarchia!!!”

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