La pareja más polémica de España, bajo sospecha judicial,
ha comenzado a disfrutar ya de su nueva vida en Ginebra. Como si no
pasara nada… cuando está pasando tanto. Y lo que está por venir. Nunca
se ha visto a una familia con tantos problemas judiciales que pueden
llevar al marido, al padre, a la cárcel, comportarse con mayor cinismo y
exhibir, con tanto descaro y de manera tan obscena su nueva vida de
millonarios. Antes en Washington. Hoy en Ginebra. Con casoplón, mudanza,
colegios y coches pagados por el empleador de la esposa y los viajes y
escoltas, tantos como seis, por los españoles.
Me olvidaba escribir que estamos hablando de la hija, del yerno, de los nietos del Rey. Por ser ella, Cristina, él, Iñaki, y ellos, Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel e Irene, quienes son en relación con Su Majestad,han cambiado el infierno español de Barcelona por el paraíso suizo de Ginebra. Una ciudad de cuento, llena de parques, tranvías, calles peatonales, lujosos restaurantes, silenciosa, cívica y una rica vida cultural.
Una periodista muy cortesana, María Ángeles Alcázar, no tuvo pudor en declarar, recientemente, en El Gran Debate de Telecinco, que todo esto se debe no a la intercesión real sino a los propios méritos de la Infanta. ¡Vamos, anda, corta y navega que vienen los vikingos, guapa! Entérate, simple y sencillamente por ser hija de su padre. Por el hecho de serlo, el señor Fainé, Presidente de La Caixa, le paga la casa (60,000 euros), el colegio de los niños (120,000 euros) y un gran sueldo a ella (320,000 euros más la subida por el traslado al extranjero).
A esto hay que añadir el sobresueldo de los seis escoltas (50,000 euros) más el alquiler de otra vivienda para el alojamiento. Con cargo al Estado español, como los viajes en Iberia.
Todo esto por la conducta, presuntamente delictiva, del señor Urdangarin, que ha arruinado, es un decir, la vida de la familia. ¡Cuántos españoles querrían hoy esta ruina!
Para alejarles del ambiente enrarecido de la Ciudad Condal, tanto para el matrimonio como para los hijos, víctimas inocentes, es por lo que se les ha brindado este exilio de lujo, supervisado, previamente, por la Infanta. A Urdangarin se le está buscando un empleo en el que no pueda meter la mano.
Nuestros internautas se preguntarán, ¿por qué Suiza y no Portugal, por ejemplo? Simple y sencillamente porque en Ginebra vive uno de los amigos más ricos e importantes de don Juan Carlos, Karim Aga Khan, que, se convertirá, junto a Fainé, en el empleador de la Infanta e, incluso, de Iñaki. ¿También por méritos propios?
Esta semana, Hola recoge, en un reportaje excepcional, aspectos de la nueva vida de la Infanta y su familia, en un importante edificio histórico situado en la mejor zona de Ginebra. Dos grandes camiones de transportes internacionales han realizado la mudanza de las pertenencias y muebles del “palacete” de Pedralbes, traslado pagado también por La Caixa. Así da gusto.
Mientras Urdangarin espera el anuncio del juicio (el fiscal le pide diecisiete años de cárcel) dedica su apacible vida suiza a realizar las compras en el súper, le vemos cargado de bolsas, y a acompañar a sus cuatro hijos al parque en una idílica imagen de la familia española más feliz. Al menos, aquí, a los niños no se les señalará con el dedo, como en el colegio de Barcelona. La Infanta todavía no se ha dejado ver.
No hay duda que una hija es siempre una hija aunque su marido sea un delincuente, presuntamente, of course, para quien el fiscal pide hoy 17 años de cárcel.
Me olvidaba escribir que estamos hablando de la hija, del yerno, de los nietos del Rey. Por ser ella, Cristina, él, Iñaki, y ellos, Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel e Irene, quienes son en relación con Su Majestad,han cambiado el infierno español de Barcelona por el paraíso suizo de Ginebra. Una ciudad de cuento, llena de parques, tranvías, calles peatonales, lujosos restaurantes, silenciosa, cívica y una rica vida cultural.
Una periodista muy cortesana, María Ángeles Alcázar, no tuvo pudor en declarar, recientemente, en El Gran Debate de Telecinco, que todo esto se debe no a la intercesión real sino a los propios méritos de la Infanta. ¡Vamos, anda, corta y navega que vienen los vikingos, guapa! Entérate, simple y sencillamente por ser hija de su padre. Por el hecho de serlo, el señor Fainé, Presidente de La Caixa, le paga la casa (60,000 euros), el colegio de los niños (120,000 euros) y un gran sueldo a ella (320,000 euros más la subida por el traslado al extranjero).
A esto hay que añadir el sobresueldo de los seis escoltas (50,000 euros) más el alquiler de otra vivienda para el alojamiento. Con cargo al Estado español, como los viajes en Iberia.
Todo esto por la conducta, presuntamente delictiva, del señor Urdangarin, que ha arruinado, es un decir, la vida de la familia. ¡Cuántos españoles querrían hoy esta ruina!
Para alejarles del ambiente enrarecido de la Ciudad Condal, tanto para el matrimonio como para los hijos, víctimas inocentes, es por lo que se les ha brindado este exilio de lujo, supervisado, previamente, por la Infanta. A Urdangarin se le está buscando un empleo en el que no pueda meter la mano.
Nuestros internautas se preguntarán, ¿por qué Suiza y no Portugal, por ejemplo? Simple y sencillamente porque en Ginebra vive uno de los amigos más ricos e importantes de don Juan Carlos, Karim Aga Khan, que, se convertirá, junto a Fainé, en el empleador de la Infanta e, incluso, de Iñaki. ¿También por méritos propios?
Esta semana, Hola recoge, en un reportaje excepcional, aspectos de la nueva vida de la Infanta y su familia, en un importante edificio histórico situado en la mejor zona de Ginebra. Dos grandes camiones de transportes internacionales han realizado la mudanza de las pertenencias y muebles del “palacete” de Pedralbes, traslado pagado también por La Caixa. Así da gusto.
Mientras Urdangarin espera el anuncio del juicio (el fiscal le pide diecisiete años de cárcel) dedica su apacible vida suiza a realizar las compras en el súper, le vemos cargado de bolsas, y a acompañar a sus cuatro hijos al parque en una idílica imagen de la familia española más feliz. Al menos, aquí, a los niños no se les señalará con el dedo, como en el colegio de Barcelona. La Infanta todavía no se ha dejado ver.
No hay duda que una hija es siempre una hija aunque su marido sea un delincuente, presuntamente, of course, para quien el fiscal pide hoy 17 años de cárcel.
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