MADRID.- El príncipe heredero Felipe ocupó este sábado el lugar de su padre en el desfile militar con motivo del Día de la Fiesta Nacional, en un momento en el que aumentan las especulaciones de que pronto podría ocupar el problemático trono.
En la plaza Neptuno de Madrid, los Príncipes de Asturias presidieron un mini desfile militar donde la austeridad volvió a ser la protagonista como el año anterior.
El rey Juan Carlos, de 75 años, se está recuperando de una cirugía, su quinta operación en dos años, y se perderá el desfile militar anual del 12 de octubre por primera vez.
Fuentes de palacio dicen que no quiere abdicar. Sin embargo, la presión pública se intensifica a medida que su salud y su imagen se deterioran.
Felipe, de 45 años, se enfrenta a una ardua tarea para volverse a ganar el favor de los españoles, decepcionados con la realeza y los líderes políticos durante una crisis económica agravada por los escándalos de corrupción y en la que se ha ampliado la brecha entre ricos y pobres.
Sin embargo, su estilo comedido podría convertirle en el hombre perfecto para recuperar la imagen perdida de la Casa Borbón.
Amigable pero más discreto que su jovial padre, el Príncipe no se ha visto afectado por el escándalo Nóos que ha salpicado a su hermana la infanta Cristina. Ni tampoco se ha visto implicado en las decisiones erróneas de La Zarzuela, como el safari a África en el peor momento de la crisis económica el año pasado.
"El Rey va a estar fuera de acción durante meses y mientras tanto, el Príncipe hará todas las cosas importantes que hace normalmente el Rey. El Príncipe será cada vez más visible", dijo un historiador de la monarquía que pidió el anonimato.
Durante gran parte de su reinado, Juan Carlos ha sido una figura muy popular. Jugó un papel clave en la Transición a la democracia en los años 70 después de cuatro décadas de dictadura.
Se ganó un enorme respeto por su participación en el desmantelamiento del golpe de Estado de 1981, un suceso vivido con pánico por los españoles marcados por la cruenta Guerra Civil.
El apoyo a la monarquía es casi generacional, dijo el especialista político Rafa Rubio.
"Casi todos de cualquier color político que han visto las prácticas de la monarquía lo apoya, pero estos van desapareciendo y se reemplazan por jóvenes que no lo entienden", dijo.
La monarquía fue la institución más popular en España en 1997. Un sondeo el pasado mayo indicó que había caído al sexto lugar.
Su popularidad se ha visto afectada por el escándalo en el que el yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, ha sido imputado por desviar presuntamente seis millones de euros de fondos públicos. La investigación judicial está aún abierta y puede implicar a su esposa la Infanta Cristina.
En abril de 2012, el Rey se rompió la cadera en África justo cuando España estaba a punto de ser rescatada, lo que provocó la indignación pública. Cuando se supo que estaba acompañado de una amiga, la furia se intensificó. Juan Carlos tuvo que pedir disculpas públicamente en un acto sin precedentes.
Pese a ser un miembro de la familia más famosa de España, la vida privada de Felipe con su mujer Letizia, antigua presentadora de televisión, y sus hijas se mantiene en un nivel muy discreto.
Por ejemplo, la pareja lleva a sus hijas al colegio, un breve viaje en coche desde palacio, tan a menudo como puede.
"Cuando salen a cenar, intentan mantenerlo lo más reservado posible para preservar su vida privada", dijo una fuente de palacio.
El historiador dijo que hay muchas señales sutiles de que palacio estaba preparando un traspaso, citando la participación del Príncipe en actos alrededor de la próxima Cumbre Iberoamericana y su presentación de la candidatura olímpica de Madrid en Buenos Aires.
Otras cosas están cambiando lentamente, como la inclusión de la Familia Real en una nueva ley de transparencia que dará a los ciudadanos información por primera vez de cómo se gastan sus impuestos para mantener a la monarquía.
Una encuesta de Sigma Dos el año pasado mostró que cerca del 60 por ciento de los jóvenes entre 18 y 29 años ya no quieren una monarquía y otras encuestas de principios de año indicaron que la mitad de los españoles estaban a favor de la abdicación del Rey.
Algunos conservadores españoles se preocupan de que la decepción popular con la mayoría de las instituciones del país pueda llevar a discusiones sobre la abolición de la monarquía.
Si los políticos abren la puerta a un cambio constitucional en lo que respecta a la Familia Real, el temor es que las comunidades autónomas, como la aspirante a la independencia Cataluña, se aprovecharían de la situación y pedirían más autonomía, amenazando la unidad nacional.
"Ha habido un juego de connivencias y conveniencias entre políticos y instituciones para mantener a todos en su sitio" dijo el experto en comunicación política Antoni Gutiérrez.
Las cosas están tan mal que algunas personas esperan que un nuevo rey, que tiene una fuerte influencia institucional a pesar de que su papel es meramente simbólico, podría ser un catalizador para otros cambios. El Rey es el jefe del Estado, toma juramento al presidente del Gobierno y a sus ministros, sanciona leyes y recibe las credenciales de los nuevos embajadores.
"El príncipe Felipe podría ser esa persona de visión que nos falta que aportaría el cambio generacional que necesitamos en tantos ámbitos. Si pudiera sentarse con nuevos líderes tanto del PSOE como del PP, seguro que es capaz de aportar transparencia y modernizar España institucionalmente", dijo un diputado de uno de los dos grandes partidos.
El mismo Príncipe tuvo una calurosa recepción el viernes en una conferencia sobre jóvenes emprendedores. La seguridad era relajada mientras caminaba por el acto y entablaba fácil conversación con la gente que se agolpaba a su alrededor.
Las mujeres lo recibieron con besos en ambas mejillas y la gente intentaba sacarse una foto con él.
"Necesitamos gente que se pueda adaptar a los tiempos", dijo, unas palabras que se podría aplicar a sí mismo cuando intente mantener viva la relevancia de la monarquía para los españoles más jóvenes, que sienten poca gratitud por el papel que tuvo su padre en la historia.
En la plaza Neptuno de Madrid, los Príncipes de Asturias presidieron un mini desfile militar donde la austeridad volvió a ser la protagonista como el año anterior.
El rey Juan Carlos, de 75 años, se está recuperando de una cirugía, su quinta operación en dos años, y se perderá el desfile militar anual del 12 de octubre por primera vez.
Fuentes de palacio dicen que no quiere abdicar. Sin embargo, la presión pública se intensifica a medida que su salud y su imagen se deterioran.
Felipe, de 45 años, se enfrenta a una ardua tarea para volverse a ganar el favor de los españoles, decepcionados con la realeza y los líderes políticos durante una crisis económica agravada por los escándalos de corrupción y en la que se ha ampliado la brecha entre ricos y pobres.
Sin embargo, su estilo comedido podría convertirle en el hombre perfecto para recuperar la imagen perdida de la Casa Borbón.
Amigable pero más discreto que su jovial padre, el Príncipe no se ha visto afectado por el escándalo Nóos que ha salpicado a su hermana la infanta Cristina. Ni tampoco se ha visto implicado en las decisiones erróneas de La Zarzuela, como el safari a África en el peor momento de la crisis económica el año pasado.
"El Rey va a estar fuera de acción durante meses y mientras tanto, el Príncipe hará todas las cosas importantes que hace normalmente el Rey. El Príncipe será cada vez más visible", dijo un historiador de la monarquía que pidió el anonimato.
Durante gran parte de su reinado, Juan Carlos ha sido una figura muy popular. Jugó un papel clave en la Transición a la democracia en los años 70 después de cuatro décadas de dictadura.
Se ganó un enorme respeto por su participación en el desmantelamiento del golpe de Estado de 1981, un suceso vivido con pánico por los españoles marcados por la cruenta Guerra Civil.
El apoyo a la monarquía es casi generacional, dijo el especialista político Rafa Rubio.
"Casi todos de cualquier color político que han visto las prácticas de la monarquía lo apoya, pero estos van desapareciendo y se reemplazan por jóvenes que no lo entienden", dijo.
La monarquía fue la institución más popular en España en 1997. Un sondeo el pasado mayo indicó que había caído al sexto lugar.
Su popularidad se ha visto afectada por el escándalo en el que el yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, ha sido imputado por desviar presuntamente seis millones de euros de fondos públicos. La investigación judicial está aún abierta y puede implicar a su esposa la Infanta Cristina.
En abril de 2012, el Rey se rompió la cadera en África justo cuando España estaba a punto de ser rescatada, lo que provocó la indignación pública. Cuando se supo que estaba acompañado de una amiga, la furia se intensificó. Juan Carlos tuvo que pedir disculpas públicamente en un acto sin precedentes.
Pese a ser un miembro de la familia más famosa de España, la vida privada de Felipe con su mujer Letizia, antigua presentadora de televisión, y sus hijas se mantiene en un nivel muy discreto.
Por ejemplo, la pareja lleva a sus hijas al colegio, un breve viaje en coche desde palacio, tan a menudo como puede.
"Cuando salen a cenar, intentan mantenerlo lo más reservado posible para preservar su vida privada", dijo una fuente de palacio.
El historiador dijo que hay muchas señales sutiles de que palacio estaba preparando un traspaso, citando la participación del Príncipe en actos alrededor de la próxima Cumbre Iberoamericana y su presentación de la candidatura olímpica de Madrid en Buenos Aires.
Otras cosas están cambiando lentamente, como la inclusión de la Familia Real en una nueva ley de transparencia que dará a los ciudadanos información por primera vez de cómo se gastan sus impuestos para mantener a la monarquía.
Una encuesta de Sigma Dos el año pasado mostró que cerca del 60 por ciento de los jóvenes entre 18 y 29 años ya no quieren una monarquía y otras encuestas de principios de año indicaron que la mitad de los españoles estaban a favor de la abdicación del Rey.
Algunos conservadores españoles se preocupan de que la decepción popular con la mayoría de las instituciones del país pueda llevar a discusiones sobre la abolición de la monarquía.
Si los políticos abren la puerta a un cambio constitucional en lo que respecta a la Familia Real, el temor es que las comunidades autónomas, como la aspirante a la independencia Cataluña, se aprovecharían de la situación y pedirían más autonomía, amenazando la unidad nacional.
"Ha habido un juego de connivencias y conveniencias entre políticos y instituciones para mantener a todos en su sitio" dijo el experto en comunicación política Antoni Gutiérrez.
Las cosas están tan mal que algunas personas esperan que un nuevo rey, que tiene una fuerte influencia institucional a pesar de que su papel es meramente simbólico, podría ser un catalizador para otros cambios. El Rey es el jefe del Estado, toma juramento al presidente del Gobierno y a sus ministros, sanciona leyes y recibe las credenciales de los nuevos embajadores.
"El príncipe Felipe podría ser esa persona de visión que nos falta que aportaría el cambio generacional que necesitamos en tantos ámbitos. Si pudiera sentarse con nuevos líderes tanto del PSOE como del PP, seguro que es capaz de aportar transparencia y modernizar España institucionalmente", dijo un diputado de uno de los dos grandes partidos.
El mismo Príncipe tuvo una calurosa recepción el viernes en una conferencia sobre jóvenes emprendedores. La seguridad era relajada mientras caminaba por el acto y entablaba fácil conversación con la gente que se agolpaba a su alrededor.
Las mujeres lo recibieron con besos en ambas mejillas y la gente intentaba sacarse una foto con él.
"Necesitamos gente que se pueda adaptar a los tiempos", dijo, unas palabras que se podría aplicar a sí mismo cuando intente mantener viva la relevancia de la monarquía para los españoles más jóvenes, que sienten poca gratitud por el papel que tuvo su padre en la historia.
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