...¡¡Por supuesto, la consorte del rey ó la reina consorte!!, of
course. Pero eso no le debería permitir dar la nota. Como todos los
veranos.
En esta ocasión, sus actividades han estado rodeadas de misterio
contra la promesa de transparencia de la Casa Real. Esto no parece
afectarle a la vida de Letizia que sigue comportándose como el “verso
suelto de la Familia”.
Cierto es que en la madrugada del martes, 28 de julio, falleció el
abuelo Paco. Y que, cosa muy natural, la nieta cancelara la única
actividad que aparecía en su programa: la asistencia a la entrega de los
Premios de la Moda, en el Museo del Traje. Hasta aquí, todo normal,
obligado.
Lo que no es de recibo es el secretismo con el que se ha rodeado,
primero, el fallecimiento del abuelo y, segundo, el comportamiento de la
nietísima, cuando toda la prensa destacaba la noticia con respeto y
afecto. No en vano era el más apreciado de todos los miembros de la
familia Rocasolano, incluida la propia Letizia.
Como recuerda la compañera Consuelo Font “el secretismo contrasta con
anteriores pérdidas en la familia. Como el abuelo paterno, Luis Ortiz,
en 2005 y, por supuesto, Erika, el 8 de febrero de 2007.
En esta ocasión, hasta el propio rey Juan Carlos asistió a la
ceremonia fúnebre en el tanatorio de La Paz (donde, por cierto, fue
insultado por uno de los presentes), junto a las infantas Elena y
Cristina. Doña Sofía , salsa en todos los guisos familiares, se
encontraba de viaje en Filipinas.
En el caso del abuelo Paco, un ridículo, inexplicable y hermético
misterio se ha rodeado todo lo sucedido (“Quien diría que alguna vez fue
periodista”, comentó alguien. También “misterio ninguno. Ella ordena y
manda”).
Tal vez lo declarado por David Rocasolano, tan nieto de Paco como
Letizia, explica lo sucedido: “Por supuesto que he tenido problemas para
ver a mi abuelo porque aquí quien manda es la reina, la de España, la
de las revistas”.
A lo mejor, Letizia impuso este secretismo para evitar que la prensa
se hiciera eco de los problemas familiares que haberlos, haylos.
Lo que si parece es que Felipe acompañó a su esposa durante la
inhumación de los restos del abuelo, el pasado martes, en Salamanca,
ceremonia realizada en la más estricta intimidad.
Rodeada también de secretismo y misterio (hasta la más cortesana de
las periodistas enviadas especiales a Palma ha tenido que reconocerlo)
la llegada de Letizia a Marivent ¿en la noche del pasado viernes? Se
supone. Previamente, y en la tarde del jueves, 30 de julio, lo hicieron
Felipe y sus hijas, Leonor y Sofía.
¿Por qué las vacaciones estivales de Letizia tienen que ser siempre
tan polémicas y rodeadas de tanto misterio? (¿Desaparecerá también, como
todos los veranos, hacia un paraíso desconocido?) Solo han hecho que
comenzar.
¿Quién se cree que es? La reina, of course.
(*) Periodista
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