MADRID.- La teoría cíclica
de la vida sostiene que el ser humano está condenado a repetir
eternamente un patrón de actuación, un ciclo tras otro. Y los príncipes de Asturias, a pesar de la sangre azul que corre por sus venas, también son humanos. Es por ello que suelen decantarse por realizar las mismas estrategias para hacer frente a los dispares rumores
que pululan con cierta regularidad en los medios de comunicación. La
maniobra disuasoria que utilizan los herederos al trono español cuando
se habla en demasía de sus salidas en solitario o de un posible
enfriamiento en su matrimonio siempre es el mismo: darse un baño de multitudes y presumir de familia unida.
Así hicieron el pasado sábado, cuando la familia principesca al completo decidió hacer una excursión al pueblo de Almagro,
situado en Ciudad Real. Su aparición por la Plaza Mayor fue toda una
sorpresa para los vecinos y las autoridades del municipio, ya que nadie
esperaba, supuestamente, tan ilustre visita, como así han reconocido a Vanitatis desde el Ayuntamiento: “No estaba planificado. Fue una visita privada, no organizada”,
aseguran. Un viaje que, en palabras del alcalde, Luis Maldonado,
obedece “a la visita de un matrimonio que un sábado por la mañana, con
sus hijas, decide disfrutar de una jornada de turismo”.
Pero si nadie tenía constancia de su intención de pasear por las calles de Almagro, ¿por qué estaba allí la prensa? No era todo tan improvisado. Letizia fue la encargada de organizar el viaje y Casa Real avisó a los fotógrafos de la Agencia Efe. Además, entre los gráficos que se desplazaron hasta allí, se encontraban varios paparazzi
que suelen seguir sus pasos con asiduidad. Pese a todo, allí no se hizo
distinción entre unos y otros y la premisa dictada por los
protagonistas a su equipo de seguridad fue: “Dejadles trabajar”.
Su
visita a Almagro, ciudad considerada conjunto histórico-artístico y uno
de los principales destinos turísticos de Castilla-La Mancha, fue toda
una sorpresa para los cerca de 10.000 habitantes. Llegaron por la mañana
a la villa manchega, recorrieron a pie la Plaza Mayor y luego
accedieron al Corral de Comedias para asistir a una función teatralizada
de su historia. “Letizia habría mirado los horarios en la página web
de la compañía de teatro y por eso llegaron a tiempo para asistir a la
función de la una y cuarto de la tarde. Compraron la entrada de tres
euros y se sentaron junto al resto de turistas”, describe para Vanitatis la responsable de turismo de la región.
Al principio, los guardaespaldas de los Príncipes no dejaban que la gente del pueblo se acercase a saludar,
tal y como comenta esta misma fuente. Poco después, tras hacer un alto
en el camino en el bar ‘El Gordo’ y tomarse un mosto, los miembros de
seguridad permitieron a los emocionados vecinos que se hiciesen algunas
fotos, aprovechando la presencia de los gráficos profesionales. De eso
modo, los príncipes se aseguraban un baño de masas (aunque en realidad
sólo fue momentáneo) que ilustrara las revistas de este miércoles y que
fortaleciese la imagen de un futuro monárquico garantizado.
Muchas fueron las instantáneas que se desprendieron de este reportaje ‘inesperado’ del matrimonio y sus hijas. Entre ellas, una muy curiosa en la que el príncipe Felipe acude al auxilio de la infanta Sofía, que había trastabillado acabando en el suelo.
La pequeña rompió a llorar mientras Letizia observaba atenta si los
fotógrafos estaban inmortalizando dicho momento, que rompía, en parte,
el tono idílico del resto del reportaje.
“Fue
un gesto muy noble y agradable por su parte. La visita de los Príncipes
al pueblo es muy significativa para nosotros y creo, personalmente, que
la realeza debería tener más contacto con la ciudadanía”,
confiesa Ramón Horcajada Alcázar, responsable de recepción del Parador
de Almagro al que acudieron más tarde Sus Altezas Reales a almorzar.
Como
ocurriese con sus habitantes, el Parador desconocía por completo que
los Príncipes de Asturias tenían intención de hacerles una visita. En la
misma línea, el recepcionista de este restaurante asegura que no tenían mesa reservada
pero, “al tratarse de un pueblo pequeño donde las noticias vuelan”, y
nada más tener constancia de su llegada avisaron al director del Parador
y dejaron todo organizado por si finalmente se decantaban por sus
propuestas gastronómicas, como hicieron.
No sólo los responsables del Parador de Almagro previnieron la posible visita de los Príncipes a su establecimiento. “Mucha gente no iba a comer en el pueblo, pero decidieron cambiar sus planes e ir a comer al Parador, que se llenó ese día”,
cuenta el recepcionista, que entiende a sus convecinos: “No todos los
días se comparte mantel con tan ilustres invitados”, concluye.
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