Las entrevistas a la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, de la que
por fin hemos conocido algo más de su actividad que ser la amiga íntima
-"entrañable" se autodefine ella- del Rey, han coincidido con la
declaración de Iñaki Urdangarín ante el juzgado de Palma por sus
tejemanejes en el caso Noos. Tendrá sus razones la interesada para
desnudarse de motu propio, por venganza tras la manera en que fue
conminada a salir de España tras el affaire de Botsuana o por otras
razones, porque sería de extremada torpeza que sus apariciones en El
Mundo y Hola hubiesen sido sugeridas desde Zarzuela.
Sea como fuere, lo
cierto es que esta repentina presencia mediática ha debido sentar a
cuerno quemado a la Reina, que se merece más respeto que este nuevo
desaire, y se añaden al cúmulo de despropósitos que tienen desde hace
tiempo a la Monarquía en el punto de mira. El anuncio de la operación de
hernia discal a la que Don Juan Carlos se someterá este domingo, hecho
público un día después de que el primer secretario del PSC, Pere
Navarro, pidiera su abdicación en favor del Príncipe Felipe, ha desatado
las especulaciones acerca de la hipotética posibilidad de que el Rey
estuviera barajando la posibilidad de abdicar, extremo negado por
Zarzuela en un comunicado.
Nunca antes la Corona ha estado sometida a
un desgaste tan fuerte, pero de ahí a esperar la renuncia del Rey media
un mundo. Ni Don Juan Carlos se ha planteado en ningún momento la
posibilidad de abdicar, ni tiene previsto hacerlo, menos aún forzado por
la presión externa. La salud del monarca no es pletórica, pero no le
impide desarrollar satisfactoriamente sus funciones constitucionales, lo
único que de verdad podría hacer tambalear la Institución. Tener un
yerno trincón o una amante despechada afecta más a la imagen que a la
estabilidad, aunque la imagen de la monarquía ha sufrido un notable
deterioro.
El Rey está sometido a un desgaste fruto de 37 años de
reinado y el carisma que le ha acompañado estos años se resiente,
también unido a un cambio generacional que no ha vivido de primera mano
la imprescindible contribución del Rey a la estabilidad de la nación. El
proceso judicial de Iñaki Urdangarín ha contribuido a deteriorar la
reputación de la Corona y los agitadores de turno aprovechan para pescar
en aguas revueltas. La abdicación en estas circunstancias no aliviaría
la imagen de la Casa Real y trasladaría un problema de difícil digestión
al heredero en un contexto de crisis institucional y dificultades
económicas. No son, desde luego, las mejores condiciones para heredar la
responsabilidad de la Jefatura del Estado.
(*) Periodista madrileño, de 46 años, cuenta con una dilatada experiencia en
medios. Ha sido subdirector general de la Agencia de Noticias
Servimedia. Gran parte de su carrera profesional ha estado vinculado a
la radio en distintas cadenas. Comenzó en la Cadena Rato en los años 80 y
de ahí pasó a la COPE, cadena en la que fue redactor de informativos
locales, redactor jefe del informativo matinal "La Mañana" (con el
desaparecido Antonio Herrero), redactor jefe de informativos de fin de
semana y jefe de prensa. Su última etapa en la radio fue en la extinta
Radio España-Cadena Ibérica.
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