PALMA DE MALLORCA.- El que fuera contable del Instituto Nóos
Marco Antonio Tejeiro ha alcanzado un acuerdo de conformidad con la
Fiscalía Anticorrupción, el primero que se produce en el marco del caso Nóos, por el que ha confiesa que Aizoon, propiedad al 50 por ciento de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, tenía como finalidad desviarse a su favor los fondos que de forma ilícita percibió el Instituto Nóos de las Administraciones públicas.
La confesión ha quedado plasmada en un escrito que este jueves ha entregado el fiscal Pedro Horrach al juez José Castro. En el documento, Tejeiro revela cómo Aizoon carecía de infraestructura personal y de medios para acometer su actividad social, y asegura no constarle que la sociedad tuviera empleados con dedicación exclusiva.
El imputado, quien ha optado por dar a conocer estos hechos de cara a una futura reducción de pena,
relata cómo el giro de facturas falsas entre las empresas del entramado
por el que Urdangarin y su exsocio Diego Torres se habrían apoderado de
hasta 5,9 millones de euros públicos, suponía una práctica habitual
dentro del conglomerado y, en el caso de Aizoon, subraya que las
facturas libradas por ésta contra el Instituto Nóos y Nóos Consultoría Estratégica constituían una vía para que el dinero de origen presuntamente ilícito acabara en las cuentas de la sociedad de los Duques.
En
su escrito, Tejeiro, hermano de la mujer de Torres, Ana María Tejeiro,
subraya cómo las empresas que conformaban el entramado -Instituto Nóos,
Nóos Consultoría Estratégica, Intuit, Shiriaimasu y Aizoon- eran entidades vinculadas entre ellas que
operaban realmente en el mercado como si fueran una sola, todo ello
bajo la dirección de Urdangarin y Torres, quienes ostentaban el control
absoluto del grupo.
Es más, confiesa que la actividad principal del conglomerado se centró principalmente en lograr la adjudicación para organizar las tres ediciones del denominado Valencia Summit y las dos del Illes Balears Forum,
cuyo coste real, afirma, fue notablemente inferior a los fondos que el
Instituto Nóos percibió de la Comunidad de Valencia y de Baleares. En
total, la entidad cobró por organizar estos eventos 5,9 millones de
euros, a pesar de que su verdadero coste fue de 1,6 millones, según
datos de la Agencia Tributaria.
El encausado recalca que el dinero
que cobró Nóos acabó siendo repartido entre Torres y Urdangarin
mediante el giro de facturas falsas de las sociedades que ambos
controlaban. Unas facturas que, precisa, no respondían a servicios
realmente prestados. Tejeiro señala, de hecho, que el Instituto, pese a
que se promocionase como una asociación sin ánimo de lucro, funcionaba en realidad como una mercantil con fines lucrativos.
Tejeiro
hace alusión asimismo a la estructura fiduciaria investigada en la
causa para desviar fondos al extranjero, y en este sentido, apunta a que
la finalidad de ésta era evadir el dinero obtenido de las
Administraciones públicas y ocultar a sus verdaderos beneficiarios así
como lograr tributar menos que en España. Según recuerda en su escrito, llegó a asistir por indicación de Torres a una reunión en la que se le expuso la creación de esta estructura, mostrando su desconocimiento acerca de si Urdangarin participó en ella.
Una
estructura en la que jugaron un papel fundamental las mercantiles
Blossom Hills (en Belice) y De Goes For Stakeholder Management (Reino
Unido), según explica Tejeiro, quien recuerda además que las facturas
emitidas por De Goes contra el Instituto Nóos las confeccionó y se las entregó Torres, para después remitirlas Tejeiro a Salvador Trinxet, el abogado que presuntamente ayudó a urdir esta red de evasión fiscal internacional.
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