miércoles, 31 de octubre de 2012

Los 'recortes' de Cristina e Iñaki / Fátima Díaz

De ser el yerno del Rey a únicamente Iñaki Urdangarín. De conducir un todoterreno de lujo al viejo coche de soltera de la infanta. De pagar una hipoteca de 52.000 euros mensuales por una mansión en Pedralbes a vivir de alquiler en un piso ubicado en una urbanización. Los duques de Palma viven estos días múltiples cambios debido a la decisión del matrimonio de poner en marcha un plan de austeridad a consecuencia del proceso judicial en el que se encuentra inmerso él. Apartados de la agenda oficial de la Familia Real desde hace aproximadamente un año, la familia Urdangarín-Borbón se muda estos días a un piso que, aunque lejos de los 600 metros cuadrados de Pedralbes, tampoco puede ser considerado un hogar modesto precisamente.

Se trata de un piso de 300 metros cuadrados de superficie situado en una tranquila urbanización en la misma zona de Barcelona. Con piscina, jardines y espacios deportivos -eso sí, de uso comunitario-, los hijos de la infanta Cristina deberán acostumbrarse a partir de ahora a compartir juegos con los niños de otros vecinos. Además, los duques de Palma dispondrán de plaza de garaje propia en un sótano de uso común también.

Personas de su entorno han confirmado a algunos medios que estos días la familia ultima los detalles del contrato de alquiler de su antigua casa de Pedralbes con los nuevos inquilinos, al mismo tiempo que ellos cierran también el contrato de su nueva casa, que no está muy lejos de su antiguo domicilio. La pareja, al parecer, ha preferido mantenerse en la misma zona por dos razones: una, para que sus hijos mantengan los amigos de siempre y no se sientan extraños en un barrio nuevo y desconocido; y otra, para que no tengan que hacer un largo desplazamiento en coche o en autobús desde su nueva casa hasta el Liceo francés, centro en el que cursan sus estudios.

La idea que ha primado a la hora de planificar el traslado es la de obtener una renta alta, dada la gran extensión y completo acabado de la residencia que están a punto de dejar, que les permita pagar un alquiler sustancialmente más bajo, les ayude a pagar la hipoteca aún pendiente y aumentar sus ingresos en un momento en el que solo doña Cristina mantiene su puesto de trabajo.

No hay que olvidar que la infanta y su marido siguen teniendo protección y servicio de escolta por ser miembros de la Familia Real, aunque estén apartados de los actos públicos. Desde el pasado diciembre, cuando empezaron a destaparse los detalles del llamado caso Noos -como pieza separada del caso Palma Arena-, no han participado en evento alguno junto a los Reyes o los Príncipes de Asturias. Tan sólo la Reina ha mantenido encuentros con su hija, su yerno y sus nietos desde que la Casa del Rey anunciara la medida, primero en Washington, después fugazmente en Palma el pasado verano y hace poco en Barcelona, donde se desplazó para estar junto a su nieto Juan el día de su cumpleaños.

En cualquier caso, la adaptación a la nueva vida de los duques de Palma en Barcelona está siendo, tal y como preveían muchos, complicada. Mientras la infanta, con su trabajo en la Fundación La Caixa, y sus cuatro hijos llevan una vida bastante normal, el más desubicado, como era previsible, es Urdangarín, quien reparte su tiempo entre la preparación del próximo juicio con su abogado y la práctica de deportes. El matrimonio, eso sí, parece estar resistiendo contra viento y marea. Aunque su decisión de volver a España parece no haber sido la más acertada.

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