martes, 30 de octubre de 2012

Los llantos del Rey / Rafa Esteve-Casanova *

Pronto se cumplirán treinta y siete años de la coronación como Rey de Juan Carlos de Borbón, aquel día de finales de Noviembre de 1975 las todavía Cortes franquistas recibían fervorosamente al que Francisco Franco había nombrado su sucesor sin contar para nada, como había hecho durante casi cuarenta años, con la voluntad del pueblo español.

El “todo atado” del que hablaba el dictador para cuando se produjera su muerte estaba en aquellos momentos simbolizado en la persona de un Borbón al que no le correspondía la legitimidad monárquica ya que el sucesor de Alfonso XIII, que abandonó España bien pertrechado de bienes materiales y dinero a uña de caballo, era Juan de Borbón al que tan sólo le cupo la gloria de ostentar el título de Príncipe de Asturias, el mismo que ahora utiliza Felipe de Borbón que, también sin contar con la voluntad del pueblo, está llamado a suceder a su padre cuando éste no pueda seguir ejerciendo de Rey de España.

En aquellos momentos el futuro de España estaba lleno de negros nubarrones, los partidos políticos y los sindicatos de clase todavía se movían en las procelosas aguas de la clandestinidad y aunque se conocía a sus líderes en las salas de bandera de los acuartelamientos no se quería ni oír hablar de desmantelar lo que Franco había dejado “atado y bien atado”. Arias Navarro, también conocido como el “carnicero de Málaga” por su criminal manera de actuar durante la toma de la capital andaluza al frente del ejercito sublevado contra la República, torpedeaba los tímidos intentos del Rey para conducir al país hacía el camino de la democracia. Finalmente los manejos entre bastidores de Fernandez Miranda auparon al poder a Adolfo Suarez, un hombre de la generación del Rey, y éste abandonó la camisa azul de la Falange cambiándola por la chaqueta de demócrata de toda la vida.

Los partidos políticos y los sindicatos fueron legalizados y se celebraron las primeras elecciones libres desde tiempos de la República y con ellas parecía que España ya estaba inmersa en la democracia, se podía votar, no había censura en los medios de comunicación, los sindicatos podían salir a la calle el 1º de Mayo, aunque en el Mayo del 77 todavía hubieron carreras delante de los “grises” y alguna detención, y los españoles ya miraban el futuro con más esperanza.

Se aprobó una Constitución donde de rondón se coló la aprobación de la Monarquía sucesora del dictador, una Constitución que ya se hizo inamovible pues los requisitos para su modificación son prácticamente imposibles de alcanzar y se aprobó con la amenaza de la espada de Damocles de los generales todavía del ejercito que apoyo en todo momento a la dictadura franquista sobre las cabezas de los redactores de la misma. Una Constitución que para algunos juristas ya pudo nacer viciada por falta de libertad a la hora de su redacción.

Y nos vendieron, unos y otros, derecha e izquierda, la “moto” de la Transición modélica que había hecho España pasando de la noche a la mañana de la dictadura a la democracia de la mano de un Rey olvidando que en aquellos momentos tanto en el Ejercito como en la Policía y la Guardia Civil seguían en sus puestos muchos de los que durante años anularon los ejercicios democráticos. Prueba de ello fueron los intentos de golpe de Estado, entre ellos el más conocido el del 23-F al mando de un fantoche espadón de la Guardia Civil y unos militares que olvidaron la obediencia debida a su más alto mando: El Rey. Aquello sirvió para relanzar la figura del Rey que hasta aquel momento había sido simplemente decorativa, se ensalzó hasta la saciedad su intervención para parar el golpe de mano de los militares y se ocultó que algunos de ellos siguieron en sus puestos e incluso alcanzaron ascensos en su carrera militar.

Durante años la Monarquía ha sido una institución intocable, la Constitución establece la inviolabilidad del Rey y para salvaguardarle las leyes que firma siempre llevan también la firma del político correspondiente que sería en caso de pleito el responsable. Pero esta inviolabilidad se ha llevado muy lejos, ya que a estas alturas del siglo XXI es improcedente que esta prebenda la tenga también en sus actos personales de los cuales debería responder como cualquier ciudadano español. Han sido años de silencio sobre la actuación de la Casa Real, tan sólo se conocía lo que la misma Casa Real quería que se conociera, visitas a países y ciudades, asistencia a duelos en catástrofes y algún atentado, audiencias y, naturalmente, el besamanos de cada día de San Juan o el 12 de Octubre. Salirse de esta norma y publicar cualquier crítica, aunque fuera humorística, sobre la familia Borbón acarreaba sanciones y amenazas como sucedió hace años cuando un programa de la televisión catalana no gustó en Zarzuela y los responsables y colaboradores del mismo fueron cesados entre amenazas de elementos ultras.

Afortunadamente ahora esto ya no es así, ya se puede hablar, todavía quedan espacios opacos como los bienes del Rey, de casi todo y la Casa Real se lo ha ganado a pulso con las actuaciones de diversos de sus miembros. Urdangarin, yerno del Rey, está imputado en un turbio asunto de negociaciones aprovechando su estatus de miembro de la familia Real y el mismo Rey, por primera vez en su vida, ha tenido que pedir perdón al enterarse el pueblo, por una caída, de sus viajes a cazar elefantes en África al tiempo que también salía a la luz su posible relación con una aristócrata alemana.

Utilizando un símil de ese mundo de la caza que tanto parece gustar al Rey podemos decir que se ha abierto la veda, ellos mismos han sido los que han dado la llave para abrir una puerta que durante años estuvo silenciada no se si por respeto o por miedo.

Ante esta situación en la Casa Real parecen haberse puesto el mono de faena y desde hace algún tiempo vemos al heredero y su esposa aparecer en diversos actos tal y como si estuvieran preparando el camino e intentando ganarse el aprecio del pueblo español, un pueblo que no les ha votado para el puesto al que aspiran. El Rey también se ha metido en harina y en pocos meses está ostentando el papel de “comercial” de las grandes empresas españolas visitando diversos países, especialmente emergentes, para intentar que las empresas españolas puedan en ellos construir trenes o hacer autopistas entre otras cosas. Ya ha viajado acompañando a empresarios españoles a Brasil, Rusia e India, tan sólo le queda China para haber cubierto su periplo por los denominados BRIC o economías emergentes.

Pero en su reciente visita a India el Rey ha tenido una frase desafortunada cuando ha dicho “desde fuera, España se ve mejor, sales más contento. Dentro, dan ganas de llorar, todo son penas”. Por las palabras del Rey supongo que tantos y tantos jóvenes a los que se está obligando a salir de España para encontrar un trabajo también lo hacen para ver mucho mejor esa España que les niega las oportunidades, aunque no creo que salgan muy contentos. De la segunda parte de la frase en la que dice que dentro de España dan ganas de llorar el Rey, pronunciando la misma, habrá hecho las delicias de muchos republicanos, si el máximo mandatario de la nación afirma que el país en el que reina hace llorar será cuestión de que se lo haga mirar, alguna parte de culpa tendrá la Casa Real en la actual situación de España.

Por cierto siempre se ha dicho que el Rey reina pero no gobierna pero últimamente entre la carta que publicó en su blog sobre la situación catalana y sus apoyos a la política del Gobierno tengo la impresión que el Rey quiere ser el ciudadano Juan Carlos, si es así que abandone las prebendas y pase a vivir como cualquiera de sus súbditos, ya que me parece que eso es lo que son los españoles ante la Monarquía y su Gobierno, más súbditos que ciudadanos. Majestad si, como dice saldremos adelante con el cuchillo en la boca será porque ya no nos queda carne que llevarnos a la boca y nos tenemos que contentar con la frialdad de los cuchillos que no alimentan pero entretienen un rato. 

(*)  Fue secretario de Organización de Unitat del Poble Valencià

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