LONDRES.- Empotrado en la London School of Economics, el Centro Cañada Blanch
es un pedazo de España en el corazón de Londres. Rodeado de un millón de
libros, su director, el hispanista Paul Preston, recibe allí al
periodista para comentar la edición actualizada de su biografía del rey
de España, Juan Carlos. El rey de un pueblo. Aunque la primera
edición, publicada hace tan solo 10 años, está aún fresca, la rapidez
con que se están sucediendo los acontecimientos en España, con la
monarquía y en particular la figura del propio monarca en entredicho, le
han obligado a añadir un capítulo en el que aborda el deterioro de la
imagen de Juan Carlos I.
Un deterioro que a él no le ha hecho cambiar de opinión ni sobre la
figura del rey ni sobre el papel de la monarquía española. “En todo
momento he intentado ser justo: no he dicho que no iba a cazar elefantes
o que no conociera a ninguna princesa alemana. Eso está ahí. Pero creo
que al final sigue siendo un retrato favorable. ¿Y eso por qué? Porque
yo, que no soy monárquico, creo que debido a la crispación y todo eso la
monarquía constitucional tiene un papel primordial para la democracia
en España”, asegura a 'El País'.
“Igual me equivoco, pero creo que si ahora mismo hubiera una
república, con los odios y las crispaciones que hay… ¿Quién sería el
presidente? O Aznar, o Felipe, por ejemplo. Imagine lo que eso
supondría. No oculto que admiro a Felipe, pero dado el nivel de
crispación, lo que ofrece la monarquía es una jefatura de Estado
neutral. Y eso es fundamental. Y por eso estoy más dispuesto a decir que
si se pueden arreglar los problemas, mejor. Sé que diciendo esto voy a
disgustar a mucha gente, pero la monarquía todavía es muy importante.
Quizás en el futuro no, pero en este momento sí”, sentencia.
Preston no solo piensa así por pragmatismo. Aunque rechazó la
posibilidad de entrevistar al Rey para no perder su independencia como
autor, al indagar en el pasado del monarca fue descubriendo las
dificultades por las que pasó. “Para hacer una buena biografía hay que
crear la ilusión de haber conocido al personaje. En el caso de él podía
haberlo conocido, pero no quise para no sentirme cohibido. Y mientras
escribía pensaba ‘pero qué vida ha llevado ese chico, cuántas cosas le
hicieron en su familia’. Le utilizaron como un peón en el juego de
ajedrez de restablecer la monarquía. Y lo pasó muy mal. Luego yo creo
que tuvo un papel realmente heroico durante la transición. Finalmente, o
sea, a partir de los años ochenta, el Rey Juan Carlos ya no tiene esas
urgencias, ya no es el bombero de la democracia, pero sigue trabajando
mucho, sobre todo como embajador de España, difícilmente se le puede
criticar por buscar finalmente algún premio de cariño, alguna amiga. No
es que me parezca bien, pero lo puedo entender”. Aunque no lo dice de
forma tan directa, Preston parece insinúa que don Juan Carlos está
muriendo de éxito: su reinado perdió contenido con la consolidación de
la democracia. “Quise escribir su vida con dos finalidades. Una era
recrear el personaje, sus sufrimientos, cómo era de niño y de
adolescente, de adulto. Y lo segundo era hacer la historia de alguien
que había tenido un papel histórico muy importante. Lo que pasa es que
entre 1982 y 2002, cuando terminé el libro, ya no me interesaba tanto:
era un poco como la reina de aquí: un rey ceremonial”.
Otra de las paradojas es que hace veinte años, la monarquía española
era un ejemplo de modernidad, austeridad y popularidad. Todo lo
contrario de lo que ocurría con la monarquía británica. Ahora, Isabel II
es más popular que nunca. El hispanista ve matices en esa comparación.
“En los noventa yo tenía una columna en ABC y recuerdo que una
vez dije que la monarquía de Juan Carlos era de moto BMW y la de Isabel
II era de carruaje de oro del siglo XVIII. Y en ese momento parecía así.
Yo de las operaciones financieras del Rey no tengo ni idea porque no
soy periodista de investigación y lo mío, además, son los treinta. Pero
hay que tener en cuenta que la reina es una latifundista enorme. Sabemos
del dinero asignado por el bolsillo público pero se sabe muy poco sobre
la fortuna inmensa de los reyes británicos. La reina es una de las
mayores fortunas del mundo y supongo que eso le hace más fácil
mantenerse dentro del presupuesto. Aún y así, ¿cuánto han tardado en
pagar impuestos?”.
“Está también la diferencia hombre/mujer: un hombre suele tener más
tentaciones digamos románticas”, añade. “Si ha habido problemas de ese
tipo en la familia real británica han venido del duque de Edimburgo.
Luego, el tipo de tentación en la que ha caído Urdangarín la hemos visto
con el príncipe Eduardo y su ex mujer. Me cuesta creer que el rey sea
cómplice de las cosas que han pasado a sus espaldas. Pero tantos años de
adulación tienen que afectar a cualquiera”, admite. “Hay también
diferencias de personalidad. Isabel II es una persona muy fría. Si no
sabes de caballos o perros, no hay conversación. Y el rey es tan afable y
abierto que tiene más posibilidades de que le llegue la adulación”.
Cataluña ocupa buena parte de la conversación. “Soy hispanófilo, pero
hay regiones españolas que me interesan más que otras; Cataluña
primero, aunque soy también forofo de Andalucía. Hablar de independencia
me parece una locura. Económicamente no favorece ni a Cataluña ni a
España. Por lo demás, entiendo que es una nación, con su propio idioma,
con una cultura muy definida y muy rica. Y entiendo que le molesta mucho
el tratamiento que recibe de Madrid. Y creo que la situación es
insostenible. Pero la solución no es independencia”.
Perlas cultivadas
Estas son algunas perlas del nuevo capítulo que Paul Preston ha añadido a su libro sobre el Rey publicado hace una década.
"Los elefantes y la princesa alemana se habían unido para romper un dique mediático que ya hacía agua”
"La monarquía se cuestiona más que antes por la cada vez mayor influencia de los independentistas"
"El peligro para la monarquía no era tanto la presión republicana sino los errores de los miembros de su familia”.
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