¿Lavado de imagen? Más bien hay que
enmarcarlo en el deseo de la infanta Cristina de ver a su padre después
de que a éste le operaran de la cadera. Una petición a la que don Juan
Carlos no podía oponerse, salvo que echase mano de la lógica de la
razón, en vez de la lógica del corazón. Algo que no hizo entre otras
razones porque quien le pedía autorización para visitarle era su hija, a
la que él también deseaba darle un abrazo después de tantos
desencuentros, de tantas lágrimas y súplicas.
Un encuentro que iba
avalado por la reina Sofía, por la infanta Elena y también por el
príncipe Felipe, a quien no le conviene mostrarse en público
excesivamente duro con su hermana, por más que el cuerpo le pida dar
esquinazo a su cuñado. No lo hizo y eso hay que encuadrarlo en el plano
estrictamente familiar. Un asunto delicado en el que el heredero debe
andarse con pies de plomo, ya que cualquier gesto a favor o en contra de
la Infanta puede ser mal interpretado y convertirse en una tormenta de
imprevisibles consecuencias, ahora que todos los ojos están puestos en
él, en la princesa Letizia, y en el futuro de ambos. Situación que han
sopesado el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spotorno, y Javier Ayuso,
Jefe de Comunicación de Zarzuela. Dos profesionales muy avezados en
cuestiones de imagen, ya que son los artífices del vuelco dado en cuanto
a la política informativa de Palacio se refiere.
Que la Reina
vuelva a brillar con luz propia, quiere decir que ha ganado la más dura
de las batallas, la de ejercer de Reina y de madre sin que eso suponga
un choque de intereses en su propia casa. Basta con verla para
comprender que aunque haya cosas de difícil solución, la mayoría de los
problemas que aquejan a las parejas se pueden arreglar hablando, y es lo
que han hecho los Reyes, intentar que cicatricen las heridas, porque no
están los tiempos para desavenencias, para mostrar la fortaleza de una
institución que si bien es cierto que a veces hace aguas, también lo es
que gracias a la personalidad del Rey, a su afán de ayudar a que se
solucionen los graves problemas, la imagen de la monarquía ha mejorado
sustancialmente. Ahora solo falta saber qué dirá la noche del 24, en su
discurso a la nación.
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