MADRID.- Esta historia comienza en una habitación, a puerta cerrada. Una
vidente le había transmitido al rey, por medio del jefe de la casa real,
Fernando Almansa, su convicción de que el monarca no
debía dejar de hablar con su padre moribundo. Mientras hablara con él,
éste no moriría.
Siguiendo las palabras de aquella mujer, Juan Carlos
se encerró a solas en la habitación de su padre y se desahogó con él,
confiándole todo aquello cuanto no había podido decirle y que durante
años los mantuvo separados. Son ésas las primeras páginas de Don Juan, náufrago de su destino, el libro donde el periodista y escritor José García Abad (Madrid, 1942) narra la vida de quien llegara a ser hijo y padre de rey, pero nunca rey de España.
Escrito a la manera de un “biopic”, según el propio Abad, el libro se
detiene en aspectos y episodios desconocidos de la vida de Juan de Borbón y Battenberg:
su relación con el rey Juan Carlos tras la coronación de éste; la
coincidencia entre ambos, en un momento determinado, como reyes con
cortes paralelas; las brechas que deja en ambos el reinado de Juan
Carlos; la mala relación de don Juan con Adolfo Suárez, quien le veía como un peligro para la consolidación de Juan Carlos en el poder. Estos son algunos de los temas que aborda José García Abad y con los que retrata anécdotas y episodios hasta ahora desconocidos.
García Abad, quien ha escrito también La soledad del Rey, Adolfo Suárez. Una tragedia griega, Las mil caras de Felipe González y las novelas Sobra un rey y La reina comunera
, elabora una narración basada en la investigación a través de fuentes
vivas y documentales, que se vale de la ficción para dramatizar la vida
de Juan de Borbón desde su nacimiento en La Granja de Sal Ildefonso hasta su ingreso definitivo en la clínica universitaria de Pamplona.
-¿Qué tanto el lector puede llegar a atenuar esa idea de que
Don Juan había sido, como decía Santiago Carillo, el cero a la izquierda
más importante de España?
-Lo más novedoso que aporta el libro es la relación de Don Juan con
su hijo desde que éste es coronado, que es lo que estaba muy descuidado
por los libros que se habían escrito, más centrados en su relación con
Franco. Creo que las aportaciones más importantes son las que van de
noviembre de 1975 hasta el año 1993, cuando don Juan muere.
-Es justamente en ese momento, en noviembre de 1975, cuando usted refiere que existen dos reyes en España.
-Sí, hay. Existe un bienio hasta que Don Juan renuncia a sus derechos
dinásticos, en que hay dos reyes en España. Hay un rey de hecho y
legitimado por las cortes constituyentes, que es don Juan Carlos y hay
un rey que aceptan muchos monárquicos y es al que le corresponde la
corona por ser el heredero de Alfonso XIII, que es don Juan. Don Juan
sigue dando audiencias, sigue teniendo una casa real, su propia corte,
que él considera la de Juan III, al tiempo que está Juan Carlos I de
España. Es en ese período, que es interesantísimo, donde cuento las
relaciones entre padre e hijo.
-Es tirante la relación.
-Sí, lo es. En ese momento, don Juan no puede aceptar que su hijo sea
rey por la voluntad de Franco. Había estado forcejeando a lo largo de
40 años, toda su vida política. Él no entiende que su hijo pueda aceptar
que se rompan las leyes de la monarquía, que es para él un sistema de
sucesión perfectamente fijado. En el caso de don Juan no había ninguna
duda de que era él heredero desde el punto de vista monárquico. Él, que
durante los últimos años, había criticado el régimen de Franco y que se
presentaba como una alternativa democrática, pues no podía aceptar que
su hijo fuera el rey franquista, el rey del movimiento nacional .
-¿Sentía don Juan resentimiento contra Juan Carlos?
-Sí. Un resentimiento profundo, sobre todo porque Juan Carlos no le
consulta. Cuando Franco le ofrece ser sucesor a título de rey a don Juan
Carlos, él le pide a Franco le deje consultarlo con su padre. Franco
le dice que lo decida en ese momento. Juan Carlos lo acepta. Don Juan
consideró que eso era una traición.
-Políticamente hablando, hubo muchas relaciones tirantes con don Juan, entre ellas con Adolfo Suárez.
- Son los momentos de la transición. Los militares estaban muy
pendientes si Juan Carlos iba a seguir la trayectoria de Franco o no.
Suárez administró esta situación muy delicada para tratar de ir hacia
la democracia sin generar un golpe de Estado y la presencia de don Juan
reclamando sus derechos aportaba más inestabilidad. Suárez quería
afianzar la legitimidad de don Juan Carlos como rey y el propio padre
disputándole el trono, lo que hacía era generar más problemas . Sobre
eso cuento anécdotas interesantes. Una de ellas, estando don Juan en La
Zarzuela, con su hijo y con Suárez, Suárez presume y dice: “De Franco ya
no queda nada”. Don Juan le responde: “No es verdad. Quedáis tú y tú”,
refiriéndose a Suárez y a su hijo Juan Carlos.
-Cita usted en el libro que don Juan era una “finca que todo el mundo quería alquilar”…
-Desde Hitler, que en un momento determinado le ofrece apoyarle para
hacer una monarquía fascista -gente de su entorno tiene conversaciones
con gente del entorno de Hitler, pero finalmente lo rechaza-; pasando
por Franco, que le dice que si acepta los principios del movimiento le
nombra rey -cosa que don Juan reprocha a Juan Carlos, pues hombre, para
aceptar los principios del movimiento , ya los podría haber aceptado yo,
dice-; los socialistas con Prieto y demás, que encabeza una especie de
coalición antifranquista cuando los aliados ganan la II Guerra Mundial;
y también los intentos de los monárquicos franquistas. Está reclamado
por los sectores más variados que tratan, como él dice, de alquilarle.
-Existe una cita de José María Gil de Robles hijo, que
refiere, según testimonios de su padre, que don Juan era un hombre
débil.
-Sí, eso se ve en las memorias de Gil Robles. Se queja de que don
Juan no le planta cara realmente a Franco, de que siempre está esperando
que sea Franco quien le dé la corona, y es verdad. Y hay tensión entre
ellos, pero hasta un cierto punto. Cuando ve que las cosas pueden
romperse, don Juan da marcha atrás. De eso se queja José María Gil de
Robles, que le pide que rompa con Franco.
-¿En qué se parecen Juan y Juan Carlos?
-Los dos son cordiales, simpáticos, gente sencilla, llana. Gente muy
deseosa de vivir bien, muy hedonistas, los dos son bastante promiscuos
con las mujeres. Incluso se parecen físicamente…
-Sobre la relación entre ambos, ¿estaba tocada de antes, con el accidente en Estoril y la muerte del infante Alfonso?
-Eso afectó en el plano personal. En él y en su esposa, en María de
las Mercedes, que a partir de entonces se da a la bebida. Eso fue un
trauma familiar tremendo, pero que se limita al ámbito íntimo y
personal, lo otro es político.
-¿En el libro cómo está abordado ese tema?
-Se cuenta algún detalle adicional. Se dice que la pistola con la que
Juan Carlos mata a su hermano se la había regalado Franco. Se cuenta
que el arma estaba encerrada bajo llave y que como estaba lloviendo y se
aburrían, pues convencen a Doña María de que les abra el armario; se
cuenta cómo forcejean los dos jugando y de ahí que el tiro tenga una
trayectoria rarísima, que pasa por los bordes de la pared y cómo acaba
en la cabeza de Alfonsito. Se cuentan más detalles de gente con la que
he hablado que vivió aquellos momentos.
-Don Juan sólo reinó muerto: en su tumba, en El Escorial, como Juan III, pero no estaba previsto que esto fuese así.
-Sí, le ocurrió como a Inés de Castro. Es cierto, no estaba previsto.
La prueba de eso es que don Juan compra su propia tumba en el
monasterio de Poblet. En el libro viene una fotografía del rey delante
de su propia tumba, la que él manda a hacer. Esa es la mayor prueba de
que él no esperaba para nada ser enterrado en El Escorial, en el sentido
estricto no tendría derecho. Esa fue una decisión de Juan Carlos,
cuando coloca un mausoleo con el nombre y el título en latín, yo creo
que por la mala conciencia por lo mal que trató su padre, no sólo por
usurparle la corona sino por el abandono al que le sometió durante su
reinado, porque durante un período don Juan no tuvo ninguna
representación, ni coche, ni ayudantes, ni un lugar en la mesa cuando
viene un jefe de Estado, no era el papel que podía tener el padre de un
monarca en otras monarquías. Don Juan solamente tiene el título, aparte
del Conde de Barcelona, hasta muy tardíamente, de almirante honorario de
la Armada, pero él se queja y dice que cómo va a ir a las recepciones
de Palacio, donde le pondrían detrás de los subsecretarios. Todo este
tipo de circunstancias le amargan la relación a don Juan, que es una
persona muy solitaria.
-¿Qué representa don Juan en la historia reciente española?
-Fue durante muchos años del franquismo una referencia crítica con el
régimen. Franco temió más a los manifiestos de don Juan a lo que
pudieran hacer los socialistas o los anarquistas, porque además, ningún
general monárquico franquista podía llamarle rojo ni mucho menos. Sus
reivindicaciones y las cosas que decía realmente le hacían daño. Fue un
factor crítico de la dictadura mucho más eficaz que cualquier panfleto
comunista.
-¿Cómo cree que finalmente le juzgará la historia?
-Don Juan tuvo muy mala suerte con su imagen. Franco, que controlaba
la prensa, le presentaba como un borracho y un masón. Sufrió, por un
lado, una versión muy negativa por parte de Franco y una vez que muere
Franco, y eso lo señalo en el libro, muchos para hacer la pelota a Juan
Carlos, criticaban al padre. Ni en tiempos de Franco ni después de su
muerte, nadie le hace justicia. El libro no deja de tener una posición
crítica con Don Juan, por ejemplo cuenta la ruptura con los socialistas,
pero creo que Don Juan merecía un tratamiento más justo porque con
todos sus fallos fue un hombre coherente y renunció a sus derechos
monárquicos. Hijo de Rey, padre de Rey y nunca Rey es una tragedia.
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