domingo, 20 de abril de 2014

Monarquía, ¿plan Renove? / Ángel Lozano *

La valoración ciudadana del Rey Juan Carlos se ha vuelto a desplomar en el último mes por las supuestas sospechas de su implicación inicial, o no, en el golpe del 23-F, y por la retirada de apoyo o no al Presidente Adolfo Suárez en esos momentos. Entonces, el título completo de este artículo sería Monarquía ¿Plan Renove o III República?

¿Solo se contempla la posibilidad de la abdicación del rey Juan Carlos en su hijo, el príncipe Felipe, al menos para salvar a la Casa Real borbónica?

De no ser así, tarde o temprano, la ciudadanía española, como una gran marea imparable, buscará otras alternativas. El personal no está ya para aguantar mucho más con tanta crisis, corrupción, recortes brutales y mentiras del Gobierno del PP, paros, desalojos, etc. Los españoles indignados se manifiestan en las plataformas y mareas ciudadanas.

Ante este descalabro, los políticos y el Gobierno de Rajoy no hacen más que contraatacar: “las manifestaciones y los escraches subvierten las reglas del juego, la legalidad vigente y la esencia del sistema representativo que nos hemos dado”. Y para rematar la faena presentan la “ley Fernández, ministro de la porra”, sobre Seguridad Ciudadana. Ley presumiblemente no constitucional, que pretende reprimir las muestras de descontento. El PP, junto a otros partidos, intenta despistarnos, produciendo otros ruidos, para que olvidemos esta desafección política contra ellos. Y para eso, reinventa el tema de todos españoles muy unidos, el rey también, para que no se nos escape Cataluña…

No saben nuestro malos políticos que es esto precisamente lo que solicita la mayoría de los españoles: otras reglas del juego democrático, incluso la reforma de la Constitución. El descrédito general de nuestro sistema político, incluida la monarquía, llega ya a límites exagerados. Y al igual que en otros países del sur de Europa es esto lo que se cuestiona por culpa de la inoperancia, avaricia y corrupción de muchos políticos, y de muchos de los dirigentes de la gran banca y de las grandes empresas. Los españoles buscan desesperadamente otras alternativas, y el apoyo “cojo” de la monarquía ya no nos vale, pues muchísimos pensamos que, en el fondo, la Corona es parte del problema; es inherente a este sistema que desechamos.

Y esa alternativa al régimen político-económico actual tiene nombre y apellidos en la España del siglo XXI: Tercera República. Y, claro, ya surgen los miedos y los fantasmas del pasado: los revanchismos; las criticas sobre la mala gestión de la última República; la guerra; la división de las dos Españas... Pero es que la monarquía borbónica tampoco ha sido durante la historia española un deshecho de virtudes.

La República será posible, y, sobre todo, será realmente útil, si quienes estamos objetivamente interesados en ella, respetemos que llegue en un proceso constituyente protagonizado por mayoría absoluta. Y precedido de un amplio debate para redactar una nueva Constitución con la máxima participación popular. Finalmente será ratificada en las urnas por los ciudadanos. La III República democrática sólo puede ser alcanzada democráticamente.

No queremos lanzar arengas incendiarias pero a juicio de millones de españoles, la monarquía juancarlista no sólo "es anacrónica y de origen dictatorial", sino que además "es innecesaria". Últimamente, y también hace un año, una acumulación de traspiés y escándalos han acelerado el desgaste del juancarlismo: Intromisión ante la decisión del juez Castro de imputar a su hija, la infanta Cristina, por el caso de corrupción del Instituto Noós. Tema Princesa Corinna. Por mucho que nos diga el ministro de exteriores García-Margallo, no le creemos: durante años, Corinna actuó como representante del rey Juan Carlos y como amiga, ante la corrupta Casa Real saudí. Sus continuas escapadas para la caza ilegal de animales. La dudas surgidas por su patrimonio (la herencia de su padre D. Juan de Borbón en cuentas millonarias de Suiza); sus mediaciones ante empresas extranjeras o los donativos recibidos sin transparencia alguna. Su longeva edad con continuas enfermedades y accidentes. Y otra vez más, las sospechas del 23-F…

No podemos obviar que para muchos españoles existen puntos muy oscuros del rey Juan Carlos en el año 75, jurando y acatando las leyes franquistas. Y se dirá lo que sea, pero el joven príncipe Juan Carlos, entonces, juró fidelidad y lealtad a Franco y a la dictadura nacida del golpe de Estado del 18 julio. Sus palabras exactas están de las Cortes y en el archivo audiovisual  de la Filmoteca de Nodo.

Otra cosa es que a los partidos mayoritarios desde los años de la Transición –PP y PSOE y a otros nacionalistas- les haya venido bien el lema “de rey de todos los españoles”, para así quitarse un problema electoral y de gobierno de en medio.  Para ellos, la Monarquía era la única institución que garantizaba la unidad y la estabilidad política de España”.

Ahora, sin embargo, el gran activo del Rey —la democracia y su papel en episodios como el 23-F— ya no supone un plus. Aunque no creamos a pie juntillas a la periodista Pilar Urbano, en su último libro sobre el papel del Rey en el 23-F, quedan muchas sombras y oscurantismos sobre el intento de golpe de Estado de Tejero ¡Pedimos a gritos que se desclasifiquen los papeles del 23-F! Pero, además, millones de españoles, nuestros jóvenes, carecen de esa referencia, de la postguerra, de la dictadura y de los años de la Transición. El apoyo al Rey se desploma, sobre todo entre los jóvenes. Hay un gran desgaste del rey,  al que por ahora solo le han dado jaque para que se mueva o ponga pieza delante ¿seguirán hasta el mate?

¿Plan Renove de la monarquía, y que gobierne de momento, su hijo Felipe, príncipe de Asturias? ¿O damos paso poco a poco, sin traumas ni prisas, a la III República española? Ya es hora de que un rey, majestad o no, deje de reinar para que nos gobierne un Presidente de República, cargo no hereditario ni de la nobleza.

Esperemos que Aznar y González no se presenten a candidatos, que ya les gustaría, ya...

(*) Profesor y escritor

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