Parece que la siniestra, y también algunos de derechas y de
centro, andan removiendo el patio de vecinos a cuenta de aprovechar la
abdicación de Juan Carlos para cambiar el modelo de Estado. Para
consultar mediante referéndum si los españoles queremos seguir con una
monarquía instaurada por Franco o iniciar la III República. A lo mejor
la pregunta es si los españoles estamos satisfechos con que un
ciudadano, que no ha pasado por las urnas, que su mérito sea ser hijo
de, tenga un cargo vitalicio, hereditario y blindado ante los
tribunales. Reminiscencias de tiempos de absolutismo...
Porque a todos
nos jode que alguien sea nombrado a dedo, por ser hijo de, y pase por
encima para ocupar el puesto de trabajo de otros infinitamente más
preparados, pero sin el enchufe correspondiente. Lo estamos viendo todos
los días en los ayuntamientos, en las instituciones oficiales, como el
gobernante de turno lo primero que hace es colocar a los suyos. Estén o
no preparados, el puesto es para los suyos. En la Universidad, pues tres
tantos de lo mismo... el puesto en muchas instituciones es hereditario,
casi como la monarquía. Con la salvedad de que si el partido pierde,
dejan de pisar moqueta miles de enchufados y se arma la de San Quintín.
Pues
eso. En Chile, en Argentina, en Portugal, por poner ejemplos similares,
se salió de una dictadura militar a una democracia presidencialista.
Como la de Estados Unidos, el presidente del Gobierno es el Jefe del
Estado. Lo de que haya un jefe del Estado con cargo vitalicio y sangre
real, rechina en pleno siglo XXI. Pero hay quien defiende la institución
monárquica con el argumento de que otros países europeos también
mantienen esa figura, muy barata, según los cortesanos patrios.
Para
los que dicen que gracias a Juan Carlos nuestras empresas están
estupendamente situadas con contratos en el extranjero, habrá que
aclararle que eso es propaganda de Zarzuela. El desierto de Mojabe en
Estados Unidos está repleto de granjas solares, de molinos generadores
de electricidad, fabricados por empresas españolas. Las obras del Canal
de Panamá no fueron un favor a nuestro monarca... las empresas españolas
ganan concursos por méritos propios. Pensar que la mano de Juan Carlos,
aparte de llevarse su comisión, es la determinante es una simpleza. Los
países contratan al mejor, no al amigo del amigo monarca. Eso en otros
tiempos, pues a lo mejor. Ya no.
(*) Editor de www.muyconfidencial.com
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