MADRID.- Horas después de viajar al enlace nupcial de los grandes duques
herederos de Luxemburgo, el príncipe Felipe acudió, en Évora, una
pequeña localidad medieval del sur de Portugal, al bautizo de su nueva
ahijada. Se trata de la princesa Beatriz, primogénita del príncipe
Carlos Felipe de Orleans, hijo de la conocida Beatriz de Orleans, y de
la princesa Diana Alvares Pereira de Melo, duquesa de Cadaval, revela hoy 'Vanitatis'.
Desde el
primer momento en el que los padres de la pequeña le propusieron al
heredero que fuera el padrino de su primera hija, don Felipe se mostró “honrado”, según confirma la abuela paterna del bebé, y dispuesto,
sin cortapisas, a participar en la ceremonia religiosa. Sin embargo, su
determinación ha encendido los ánimos de Luis Alfonso y su familia, que
ven en este acontecimiento un nuevo desplante, el enésimo de la Casa
Real al heredero de un inexistente trono francés.
Con la
asistencia de don Felipe al bautizo de la polémica, parece evidente que
éste y su padre, el rey don Juan Carlos, se llevan mejor con la rama de
los Orleans, en pugna dinástica -quimérica para muchos- con Luis Alfonso
por la corona de Francia, que con su propio familiar.
Tal y como ha
podido saber 'Vanitatis', el enfado en el entorno del bisnieto de Franco ha sido mayúsculo y evidente, entre otras cosas, porque el hijo de Beatriz de Orleans y el conde de París también utiliza el título de duque de Anjou,
que ahora don Felipe ha 'legitimado' en cierto modo. En España, Luis
Alfonso no tiene tratamiento de Alteza Real, como si ocurre en Francia o
Italia por ejemplo, y solo es excelentísimo señor. De ahí que hayan
entendido la presencia del príncipe de Asturias en la celebración del
sacramento como un “agravio totalmente gratuito”, según estas mismas
fuentes.
Un término que Carmen Martínez Bordiú, la madre del duque
Borbón, ya utilizó en su día cuando la Casa Real evidenció su mala
relación con ellos y declinó la invitación a la boda de Luis Alfonso con
la rica heredera venezolana Margarita Vargas en La Romana, una
paradisíaca urbanización en República Dominicana. “No entiendo el
enfado, yo quiero mucho a Carmen y su familia”, confiesa Beatriz de
Orleans a 'Vanitatis'.
En cambio, la
ausencia de representante al enlace nupcial por parte de la monarquía
española fue algo muy comentado en su día. Luis Alfonso es sobrino
segundo del Rey y primo segundo del príncipe Felipe. A pesar de este
desplante, éste, tan bisnieto de Alfonso XIII como Elena, Cristina,
Felipe o los hijos de Doña Pilar y doña Margarita, siempre ha optado, de
puertas hacia fuera, en remarcar que su relación con la Casa Real
española era cordial. En cambio, en petit comité se despachaba a gusto y criticaba que, teniendo una vida tan trágica, ni su tío ni su primo le arroparan al menos públicamente.
Lo cierto es que el duque de Anjou nunca ha estado en una recepción en
Zarzuela. Es más, ni los Reyes ni las infantas ni los príncipes conocen a
ninguno de sus tres hijos. Ni han estado en el bautizo de estos, a
pesar de que Luis Alfonso siempre les ha invitado formalmente. El
primogénito del duque de Cádiz y la nietísima han mostrado su indignación
en más de una ocasión, ya que su benjamina podría compartir
perfectamente juegos con las infantas Leonor y Sofía, de edades
parecidas. Además, la Casa Real tampoco se personó en el entierro de
Emmanuella Dampierre, abuela y una de las personas más importantes de su
vida, que falleció hace unos meses. Pero parece que no hay visos de que
la relación mejore.
Posiblemente, esa ausencia en
el entierro es la clave del misterio de toda esta historia, porque la
aristócrata italiana-francesa, con fama de mujer férrea e inconmovible,
fue la que más luchó para convertir a su hijo Alfonso de Borbón,
fallecido en un accidente de esquí en Estados Unidos en 1989, en rey de
España. La recuperación dinástica una vez muere Franco, que se
personalizó en la figura de don Juan Carlos, es algo con lo que nunca estuvieron de acuerdo el duque de Cádiz y su familia.
Y siempre lo manifestaron. Las hemerotecas recuerdan cómo el marqués de
Villaverde llamaba al actual monarca “El Príncipe”, de una forma, que a
Don Juan Carlos le sonaba peyorativa.
Hubo una tregua cuando murió el
benjamín de Martínez Bordiú en un accidente de tráfico. El Rey le puso
un avión a su disposición, pero Carmen lo rechazó. Desde entonces, los
malentendidos y los desplantes entre ambas ramas de los Borbón han sido
una constante.
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