GINEBRA.- La colección de objetos y recuerdos que conservó hasta
su muerte en 1969 la reina Victoria Eugenia, abuela del rey Juan Carlos,
fue vendida anoche en una subasta en Ginebra por un montante aproximado de
157.000 francos suizos (130.000 euros).
La treintena de artículos subastados atrajo a coleccionistas y
anticuarios, interesados en condecoraciones, abanicos, chales, relojes
de cintura, monederos, colgantes o fotos que acompañaron a Victoria
Eugenia hasta el final de sus días.
Distintos compradores, presentes en la casa de subastas Hotel des
Ventes o pujando por teléfono a través de intermediarios, se repartieron
la colección que hasta ahora había estado en manos de la familia y que
tiene un inequívoco valor sentimental e histórico.
Esos objetos formaron parte de la decoración y el contenido de villa
Fontaine, el palacete en el que vivió Victoria Eugenia hasta su
fallecimiento y que hoy ocupa una multinacional.
Fue en ese palacete donde, entre otras cosas, organizó la pedida de
mano del rey Juan Carlos y la reina Sofía en el cercano hotel Beau
Rivage, a orillas del lago Leman, en septiembre de 1961.
La cifra pagada en conjunto por la colección está lejos de los 2,3
millones de euros que se pagaron el pasado mes de octubre en otra
subasta por un brazalete de perlas y diamantes que fue propiedad de la
reina y que también vendió un familiar.
Pero es indudable su valor por el componente personal de unos objetos que fueron especialmente queridos por la reina.
Entre ellos figuraban uno de sus abanicos preferidos, de encaje y con
su anagrama -adornado de diamantes, rubíes y esmeraldas-, que la que
fuera reina de España entre 1906 y 1931 llevó en varias de sus
apariciones en público y que aparece en varias fotos oficiales.
Se vendió por 4.000 euros, siendo el abanico más cotizado de un conjunto de diez, todos ellos con el anagrama de la reina.
Por los otros nueve, entre ellos dos preciosos abanicos chinos de
pergamino con dibujos en acuarela se pagaron en total 5.100 euros.
La pieza vendida por un precio más alto fue una condecoración: una
Orden del Mérito Civil, de plata, esmalte rojo y blanco, diamantes,
esmeraldas y rubíes, que llevó la puja hasta los 51.000 francos suizos
(aproximadamente 42.500 euros).
La otra gran puja fue por una Orden de la Corona Preciosa, una
rarísima condecoración de oro, esmalte y perlas que otorgaba el Imperio
japonés a principios del siglo XX, decorada con la corona imperial
rodeada por ramas de bambú, hojas y flores de cerezo.
La Orden se estableció en 1888 y se otorgaba en principio a las
mujeres de sangre real. Se vendió por 48.600 francos suizos (unos 40.500
euros), comisión de la casa de subastas e IVA incluidos.
Otra condecoración por la que se "peleó" fue la Gran Cruz de la Orden de
Isabel, de oro, plata y esmalte, que concedía el Imperio austrohúngaro a
principios del siglo pasado, instaurada en 1898 el emperador Francisco
José I en honor de la emperatriz Sissi; el martillo de la puja bajó en
este caso en los 10.300 francos (8.600 euros).
Igualmente significativa por su valor simbólico es la Orden de "Santa
Olga y Santa Sofía", condecoración griega que Victoria Eugenia utilizó
en la boda de los reyes Juan Carlos y Sofía en 1962, y que se vendió por
2.900 francos suizos (unos 3.500 euros)
Se vendió la totalidad del lote, y por lo general por encima del
precio estimado, desde los bordados hasta los objetos de planta, pasando
por una preciosa pequeña caja de caoba y un crucifijo de oro que
aparentemente era uno de los "caprichos" de Victoria Eugenia.
Le gustaba mucho colgar ese crucifijo de una pulsera, como se puede
ver por ejemplo en una célebre fotografía publicada en abril de 1969 por
la revista "Semana", en la que aparece con su hijo, Juan de Borbón, y
su nieto, el entonces príncipe Juan Carlos.
La colección tiene la garantía de autenticidad, gracias a la
existencia de un inventario que precisa los detalles de la herencia de
la esposa del rey Alfonso XIII, así como la identidad de los
depositarios de los objetos que Victoria Eugenia cedió tras su muerte,
una información que los responsables del Hotel des Ventes mantienen en
el más estricto de los secretos.
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