jueves, 10 de enero de 2013

La Zarzuela no es una opereta, señor Hermida / Chris Gonzalez -Mora *

Fui admirador incondicional del corresponsal de la Tele Única en el Nueva York de los sesenta sin VHF. De 625 líneas emitidas en pulgadas estrechas, adelgazadas por el régimen, y al mucho movimiento a través de la enorme antena parda, difusora de programas desde el Paseo de la Habana de Madrid, camino obligado de la tecnocracia nacional con el Seu a la cabeza y sus chicos avispados buscando los logros de la ciencia, convertidos, mas tarde y con paciencia, en políticos de toda la vida, ahora viejas glorias de la democracia junto a los adictos, los incondicionales, los que aparentan, o los que no entendían. Y otros tantos, buscando nuevos horizontes entre las ondas hertzianas por el imperio hacia Arriba, dejando a Pueblo en Huertas, con el mismo añil-strong solo para la imprenta.
 
Después de tanto tiempo, diría que medio siglo, vuelvo a verlo, a escucharlo, a contemplar su imagen y movimientos, sus ególatras razones y sus cadenas. En esta ocasión, mas ligero de carnes, gris marengo, mayor de edad, buena pinta y nada obsoleto.

Eso sí, abstraído en su sapiencia; los mismos gestos, castellano perfecto, sin rumor alguno de seseos de la tierra, impecable pronunciación, como antaño. Y cámaras, muchas cámaras repartidas por la camareta de trabajo de Su Majestad para el montaje del mejor plano.(Por Dios, por Dios).

Y así se vio la entrevista: Don Juan Carlos, soportando su convalecencia, sus muletas, la silla giratoria de cinco patas, y otras cargas del atrezzo, respondiendo a las preguntas del Match Hermida del mejor modo, dando a entender que aquello que preguntaba el maestro de la tele, inscrito en el círculo de continuas reverencias, ya lo había contestado antes en un par de cientos de ocasiones. 

La originalidad del periodista admirado se piró a esa otra dimensión del tedio,dejándonos no se qué, no se como, súbitamente. 

Mas, sin cejar, don Jesús siguió intervivando al Rey como si tal cosa, en una suerte de gestos estudiados que a don Juan Carlos le recordaba, seguramente, a Recaredo y al resto de los Reyes Godos incluidos en lista interminable de la primaria, para aburrir.

A pesar del traspié de la ahora “Gloriosa de Rtve”, que no solo pierde audiencia sino aceite de linaza, como llaman a las desviaciones presupuestarias, quise sentir y vibrar en mis recuerdos con los decires de Hermida desde new york-New York avivando el punto álgido del Empire eluminado en conexión con Zarzuela, para debatir y preguntar por los asuntos de la impronta, del presente continuo y del futuro. O del pluscuamperfecto, si a mano viene, y no para charlar del mar y los peces.

Lo que realmente esperaba de mi admirado Hermida, quedó en el saco extraviado de sus majestades los Magos de Oriente, sin que nadie de la afamada cadena de Cabalgatas se preocupara de presentar un programa de Reyes mas sugestivo, mas directo, mas entregado, mas común en estas anchuras de la vida nuestra. 

Mas tarde vendría doña Pilar Urbano, otra grande, en la cadena Cinco, hablando de cosas de Zarzuela para completar mis dudas sobre la generosidad de las musas del plasma y el papel couché.

(*) Profesional independiente en el sector Bellas Artes

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