Final de la Copa del Rey de baloncesto, en
Vitoria, Álava, País Vasco o Euskadi (un inciso: el saber dos idiomas no
es impedimento; muy al contrario, es bueno, es más cultura). Leo en la
prensa del día siguiente, lunes de carnaval: "El Rey, recibido con una
monumental pitada, que se prolongó durante los inicios de los acordes
del himno de España".
En una auténtica utilización de la palabra
Democracia, debemos hacer caso al pueblo. Es evidente que al Rey no lo
quiere una parte importante del pueblo de este País. Ni a la monarquía.
Habría, pues, que hacer una reforma o ruptura –llámesela como se
prefiera– y proponer al pueblo soberano la forma política en que se ha
de constituir para estabilizar este país. Lo mejor, a mi parecer, es una
Federación de Repúblicas o una República Federal.
Y sigo leyendo en la
prensa diaria, en lo concerniente a la corrupción, lo siguiente:
"Demasiados ciudadanos se han hecho partícipes de estas conductas
(corruptas) votando de forma abrumadora a personas implicadas en tramas
de corrupción. Las multitudes padecen el síndrome de Barrabás, prefieren
a los golfos en lugar de a los justos (...) Es vital para la
democracia, recuperar la fuerza política de la moral pública en estos
tiempos difíciles".
A la vista está que la corrupción es contagiosa. Por
ello, junto al cambio de la estructura política y social, falta también
una eterna asignatura pendiente: la enseñanza y la educación popular
con La Ética y la Moral como premisas.
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