lunes, 6 de mayo de 2013

La Monarquía cuestionada / Fernando Álvarez Balbuena

España es un país de bandazos y de extremismos. Nos falta ponderación y mesura y, por ello, tan pronto somos entusiastas de una determinada forma de hacer las cosas, como enemigos del mismo asunto con una actitud radical e implacable.

Viene todo esto a cuento de la formidable campaña mediática que se ha orquestado contra la Monarquía. Hasta hace muy poco tiempo, se le reconocían a la institución monárquica, por parte de toda la sociedad española, unos méritos políticos que poco menos que sacralizaban a las personas que la encarnan y representan. Se le atribuían las virtudes que nos llevaron a pactar la transición del franquismo a la democracia, la defensa del sistema ante el fallido golpe de Estado del 23 F, así como la garantía de imparcialidad política, de estabilidad y de continuidad institucional, amén de la satisfacción general de tener a un rey como cabeza visible del Estado, lo que se manifestaba en un general respeto, incluso simpatía, hacia el Monarca y a la Familia Real.

Sin embargo, desde que la ley de Memoria Histórica hizo su aparición entre nosotros, las manifestaciones públicas en pro de dicha memoria se sustanciaban con una «marea morada» de banderas tricolores y con el mensaje, nada subliminal, de que la República era un sistema mucho más democrático que la obsoleta y elitista Monarquía, la cual debería ceder el paso al régimen igualitario republicano, más acorde con los tiempos actuales y, al parecer, más limpio de corrupción y de parafernalias extemporáneas.

Así, de pronto, bastaron una cacería de elefantes del Rey en Botsuana (nada acertada) y una irregularidad fiscal (nada pequeña, por cierto) de un miembro de la Familia Real para que estallara el escándalo mediático y pedir ya la abdicación del Rey, ya el cambio político en la Jefatura del Estado. Y por parte de ciertas élites políticas, el sometimiento a referéndum nacional de la institución monárquica para dilucidar democráticamente la antinomia política de monarquía o república.

Sin embargo, y a pesar de que la actual situación de precariedad económica y de que el inmoderado gasto del Estado nos están llevando a la ruina, no vemos ni en los medios, ni en las actitudes y discursos de los políticos ninguna voluntad de adelgazar el Estado, que es un elefante burocrático mayor que todos los elefantes de Botsuana. 

Nadie se hace eco en las esferas oficiales del clamor popular contra las autonomías; al contrario, no hay político ni de izquierdas ni de derechas que no las ensalce, porque en ellas está el clientelismo que asegura la permanencia en el poder, y si el gasto es imposible de soportar, pues se fríe a impuestos a los ciudadanos, que pueden aguantar de todo...

Se me ocurre que si se sometieran a referéndum nacional tanto la Corona como las autonomías, muchos políticos se iban a llevar un chasco fenomenal, pues creo que el sufrido pueblo español aceptaría mejor la Monarquía, que es bastante menos cara de lo que dicen algunos, que el nefasto Estado autonómico, manirroto, despilfarrador e ineficiente.

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