La escritora Carme Riera ha ingresado en la Real Academia. La
ceremonia que tradicionalmente se celebra en domingo, en esta ocasión ha
sido en jueves. Se ha llegado a publicar que la «culpa» había sido de
Letizia, a quien gusta reservar para ella los fines de semana. Pensé,
ingenuo que soy, que algún acto oficial, previamente programado para el
domingo, impedía celebrar el acto académico ese día. Pero, según La
Zarzuela, no había actividad alguna en la agenda de los príncipes. Más
que el día elegido, por las razones que fueren, lo que llamó la atención
fue que la inefable Leti-zia llegara... siete minutos tarde.
Según
Javier Ayuso, responsable de comunicación de la Casa Real, la culpa fue
de un embotellamiento en Atocha. Aunque al coche le precedían dos
motoristas, el príncipe Felipe ha dado orden de no utilizar las sirenas
salvo en casos extremos. Vale, como diría la Esteban. Pero con haber
salido diez minutos antes, se habría evitado tal descortesía. No hay que
olvidar que la puntualidad es obligada en reyes y príncipes. El propio
don Juan Carlos ha declarado: «Si tengo que estar en un sitio a las 12,
procuro llegar a las 11:45». La obsesión por la puntualidad se torna
endémica en la reina Isabel. La única vez que llegó un tanto retrasada
se remonta al 15 de noviembre de 1977, con motivo del bautizo de su
primer nieto. Aún se recuerda y eso que sólo fueron cinco minutos.
La fotografía en la fiesta de La Razón de Letizia Ortiz con Belén
Esteban ha sido, para algunas revistas y programas llamados del corazón,
sobre todo Sálvame, la noticia de la semana. Hasta el exitoso programa
de Carlos Herrera en Onda Cero supo recrear, en el espa-cio de Enrique
de Miguel y Carlos Latre, con la gracia y el sentido del humor que les
caracteriza, el encuentro de las dos princesas, la de Asturias y la del
pueblo. Lo más insólito es que en el sketch radiofónico me incor-poraron
como invitado en la persona de Latre. No es de recibo acudir a eso tan
vulgar y manido de que nunca una pudo aspirar a más y otra a menos.
Sería ofensivo para ambas. No lo digo yo. Que lo decían Herrera, De
Miguel y Latre. Las dos princesas se enriquecieron con el encuentro,
demostrando que los prejuicios democrá-ticos, en cuanto a libertad e
igualdad, ya no existen. Eso no quiere decir que, de ahora en adelante,
se frecuen-ten y la Esteban pueda ser invitada a La Zarzuela o formar
parte del grupo de amigas con las que a Letizia gusta salir los fines de
semana. Además, las dos proceden del pueblo sencillo y llano. Incluso
vivieron en barrios modestos. Me consta que Letizia ve alguna vez
Sálvame. Por ello, la cara de Belén en la fiesta no sólo le sonaba sino
que conocía. De todas formas, este encuentro no tiene nada que ver con
la plebeyización de la monarquía. Esto, señoras y señores, sí lo digo
yo.
El buen humor es el mejor traje que puede lucirse en sociedad. Por lo
publicado en El Mundo el viernes, Urdangarin está sobrado de ello.
Aunque, en algunos casos sea un humor cáustico e irrespetuoso con la
Familia. Contar chistes, hasta el propio rey. De hecho, su madre, la
condesa de Barcelona, decía que los conta-ba muy mal. Don Juan Carlos
tiene debilidad por los chistes sobre su persona y sobre todo quisqui.
Pero no tolera los de Franco por elegantes razones obvias. No le importó
pararle los pies a un ministro cordobés cuando, en un viaje en avión,
intentó contarle uno sobre el cau-dillo. El rey se marchó dejándole con
la palabra en la boca y más corrido que una mona. Testigo fui. Entre los
chistes que Urdangarin enviaba a la infanta y a sus amigos, hay algunos
muy divertidos, sobre todo los de Letizia. Uno de ellos, titulado
«Orgasmo», se refiere a diversas presentadoras, entre ellas Susana
Griso, con el epígrafe «orgasmo fingido», y otro con una imagen de
Letizia cuando trabajaba en TVE, con el texto «orgasmo real». No hay
duda de que Iñaki es un real cachondo.
Pero el más divertidamente procaz sobre su cuñada («¿En qué se parece
el príncipe Felipe y el Real Madrid?: en que los dos se follan
ALALETI»), ya se lo contó ella misma, aunque en otra versión, a Joaquín
Sabina, mientras bailaban. Sucedió en una polémica cena en casa del
famoso cantautor: «Un chiste a medio camino entre la ferocidad y la
autocrítica», que el artista recogió en su libro Sabina en carne viva
(Ediciones B): «La Leti me contó, casi de entrada, un chiste de Lepe
sobre ella muy divertido: ¿En qué se parece Estefanía de Mónaco a
Letizia? En que Estefanía de Mónaco folla con un funambulista y Letizia
es una fulana muy lista». Según Sabina, su indiscreción le causó un gran
disgusto a la princesa, con quien no ha vuelto a encontrarse jamás.
Injusta fue porque pienso que, al igual que Iñaki, debió asumir lo que
había contado.
- Inolvidable y emotivo fue encontrarse con el Papa en el comedor de la residencia Santa Marta donde acudió a cenar invitado por un monseñor. ... No es la primera vez que los premios Príncipe de Asturias se columpian galardonando a quien no se lo merece. Menudo ridículo para el jurado que eligió a una heroína protagonista de una historia inventada. ... La diputada del PP vive con angustia el proceso a su padre y el temor de que sea condenado. Ella que con tanto entusiasmo descalificó, incluso con insultos, a la oposición. ... La protagonista de la fotografía de Álvaro Ibarra en Abc me ha recordado, por las hechuras, a la princesa soberana consorte de Mónaco por su «estallado esplendor anfibio» (Ignacio Camacho dixit).
- http://www.elmundo.es/cronica/2013/11/10/527e96a863fd3d866a8b4586.html
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