MADRID.- No habrá misa para dar a conocer a los nuevos Reyes, ni vendrán las
Casas Reales europeas a ceremonia alguna como ocurrió en 1975, cuando
Juan Carlos I fue proclamado Rey. Felipe VI prestará juramento ante las
Cortes Generales en una sesión para la que aún no hay fecha pero que,
conforme al calendario que maneja el Parlamento, podría tener lugar el
18 de junio o incluso el 19, festividad del Corpus Christi. Y lo hará
sin que otras monarquías sean testigos de ello.
Sí es muy probable, según fuentes de Zarzuela, que la proclamación
del hoy Príncipe de Asturias como Rey incluya una parada militar y, por
ese motivo, no se descarta que don Felipe jure el cargo vestido con su
uniforme de capitán general de los ejércitos. Abrirá la sesión el
presidente del Congreso, Jesús Posada, y tras la jura el nuevo monarca
pronunciará su primer discurso, un discurso que prepara con su equipo y
que antes tendrá que dar a conocer al Gobierno. Pero todo estará
revestido de una cierta sobriedad.
Un día o dos antes, el Rey Juan Carlos I habrá sancionado su última
ley, la que aprueba su abdicación, en un acto solemne que tendrá lugar
en el Palacio de la Real. En principio esa firma tendrá lugar el mismo
día en que el Senado diga sí a esa decisión "personalísima" que, según
insisten en la casa real, el Monarca empezó a madurar en enero, tras su
atribulada intervención en la Pascua Militar.
La ley, que no tiene carácter normativo, será publicada
inmediatamente en el BOE y a partir de ese momento se hará efectiva. Es
decir, don Felipe será ya Felipe VI. Habrá muchos cambios que acompañen
esta transición. Pero aún están por decidir.
Don Juan Carlos perderá la inmunidad de la que ha gozado como jefe del Estado y pasará a tener protección jurídica como aforado
ante el Tribunal Supremo, lo que requiere una modificación en la ley
orgánica del poder judicial. Una disposición transitoria definirá además
su figura y la de la Reina Sofía pero lo que ya ha dejado claro es que
no desea utilizar ninguno de los títulos de la Corona (por ejemplo el de
Conde de Barcelona, perteneciente a su padre).
No está tampoco claro cuáles serán sus funciones. En Zarzuela
subrayan que eso ha de decidirlo el nuevo Rey de conformidad con el
Gobierno, pero algo apuntan ya: "pocas personas tienen una agenda
internacional tan valiosa". Es probable que siga contribuyendo a la
marca España.
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