lunes, 29 de octubre de 2012

La Monarquía española y los pobres de las Hurdes y los atrios / Félix Población

En la localidad de Casar de Palomero, en la comarca de Las Hurdes, todavía se puede visitar la habitación en la que pernoctó el rey Alfonso XIII con motivo de su viaje a la zona hace ahora noventa años. La expedición tuvo su origen en el estudio que el hispanista francés Maurice Legendre realizó sobre Las Hurdes en 1910, haciendo notar las penosas circunstancias de miseria, enfermedad y analfabetismo que afectaban a la comarca, una de las más deprimidas del país. Además de Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, que acompañó a Legendre en 1913, en 1922 visitó la zona al lado del hispanista el médico Gregorio Marañón, junto a una comisión sanitaria de la que formaban parte sus colegas Bardají y Goyanes, que al término del viaje dieron a conocer un informe desolador sobre aquel ámbito de indigencia, que bien podría responder a un paisaje humano medieval. 

Esa documentación motivó al rey para prometer en Salamanca un viaje a Las Hurdes, viaje que tuvo lugar en el mes de junio de 1922 y que discurrió a lo largo de cuatro días, con una amplia repercusión en los periódicos. Como demostraría Luis Buñuel diez años después, cuando rodó en esa comarca el documental Tierra sin pan, nada cambió allí a raíz de la visita de Alfonso XIII. Es más, en 1944, el hispanista francés que había dado a conocer aquel deplorable escenario de penurias 34 años antes, escribió: “Sólo Dios sabe cuántos sufrimientos físicos y morales ha infligido la tierra despiadada de las Hurdes a quienes, por la culpa o la desgracia de sus antepasados, se han visto confinados en esa prisión natural, donde la evasión era mucho más difícil que en las prisiones con grillos y cadenas”.

Me he permitido esta recordación porque anteayer, noventa años después, la monarquía española, en la figura del príncipe heredero, ha vuelto a estar muy cerca de la pobreza y hemos tenido constancia de ello, como en las instantáneas que hizo el reputado fotógrafo Alfonso del viaje a Las Hurdes del tatarabuelo de don Felipe. Felipe de Borbón había acudido al funeral en memoria de Iñigo de Arteaga, XI duque del Infantado y marqués de Santillana. A la salida de la ceremonia, que tuvo lugar en la iglesia de san Francisco de Borja, se cruzó con una mujer rumana que pedía limosna. El príncipe, desconocedor sin duda de que eso está volviendo a ocurrir cada vez con más frecuencia en los atrios de las iglesias, no debió de interpretar esa lacerante realidad o quiso seguir ignorándola, pues se limitó a estrecha la mano de la menesterosa, tal como se aprecia en la imagen.

Se podría pensar cabalmente, a la vista del tiempo transcurrido, que los gestos de la monarquía borbónica española en las contadas ocasiones en que se acerca a los pobres, tanto hace casi un siglo como hoy, siguen siendo igual de ilustrativos.

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