viernes, 4 de enero de 2013

Una monarquía para 2013 / Rosa Villacastín

La encuesta publicada por el diario El Mundo refleja un dato a tener en cuenta: el descontento de los encuestados con Don Juan Carlos, y en general con la monarquía, es manifiesto. No como para pensar que la mayoría prefiera otra forma de estado, pero sí para que en La Zarzuela tomen buena nota, y traten de reconducir la situación. ¿Cómo? En ningún caso convirtiendo al Rey en una marioneta, en un relaciones públicas de lujo al que se acude en situaciones imposibles, que para eso están el ministro de Exteriores, la vicepresidenta del Gobierno, y un ejército de funcionarios de prestigio.

  El Rey tiene que aparecer en actos puntuales, de alta política, porque si le despojamos de esa aureola de misterio que rodea a la Reina Isabel, por ejemplo, corremos el riesgo de que se le termine viendo como a un político más. Y no es eso. El Rey Juan Carlos ha dado sobradas muestras de su valía en estos 36 años de reinado, de su capacidad para cautivar a mandatarios de todos los signos y regímenes, que le han escuchado con suma atención, lo que le ha permitido que le abrieran puertas que hasta ese momento nos estaban cerradas.

Tampoco podemos olvidar el papel moderador que ha desempeñado el Rey en España, en conflictos que requerían una buena dosis de seducción, de diplomacia, pero sobre todo de respeto mutuo.

Ver al Rey pidiendo perdón está bien, siempre y cuando sea la excepción y no la norma. Porque si él piensa que ha cometido un dislate yéndose de cacería a Botsuana, es importante que situaciones como éstas se no vuelvan a repetir. Reinar requiere muchos sacrificios, también personales, pero la situación en la que estamos inmersos bien los valen, y la gente los agradece. 

Prueba de ello es la excelente valoración que en esa misma encuesta hacen de Doña Sofía, cuyo comportamiento como madre y como Reina la convierten en un referente de coherencia y saber estar siempre y en cualquier situación por difícil que esta sea. De ella debe aprender Letizia si desea que la gente la respete y la quiera. No se puede vivir en una permanente insatisfacción cuando muchos de los que le observan están pasando verdaderas calamidades. 

En cuanto al Príncipe de Asturias está claro que goza de una bien merecida fama, basada en la imagen de hombre serio y trabajador.

La encuesta realizada por El Mundo es muy oportuna, no sólo en el tiempo, sino por todos los acontecimientos que han tenido lugar durante el 2012. Pero como bien dice el propio periódico, sería interesante tras conocerla -la ficha técnica se reduce a 1000 personas encuestadas- que el CIS, que puede permitirse una muestra mucho más amplia, hiciera la suya para saber si realmente ese bajón de popularidad es circunstancial o no.

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