“Yo soy reina porque estoy casada con el rey. Mi estatus es consorte o
reina consorte. Pero el Rey es él. Es el que manda, el que decide. Mi
vida es la vida del Rey”. Todo esto y mucho más declaró en su día doña
Sofía.
Letizia parece haber aprendido la lección en solo veinticuatro horas.
Se ha visto en el protocolo con el que se han desarrollado la
abdicación y la proclamación del nuevo rey Felipe VI. Tuve un especial
interés por observar el comportamiento de la consorte, que ha sido
ejemplar desde el primer momento.
Entre aquella joven del palacio de El Pardo, interrumpiendo al
Príncipe, diciendo “déjame hablar a mí”, a la de hoy, nada que ver.
Su papel ha sido el que tenía que ser: en su sitio. Sin restar el
mínimo protagonismo a don Felipe, consciente de que era a él a quien se
proclamaba como Rey.
Como tal, realizó el paseo triunfal por las calles de Madrid, de pie,
en el Rolls descapotable, mientras Letizia permanecía sentada a su lado
en el coche. Apenas se la veía.
Precisamente, cuando subían al vehículo, a la puerta del Congreso y
una vez finalizada la ceremonia, Letizia intentó cederle el paso a su
marido. En este momento se produjo un pequeño incidente en el que a
punto estuvo de aflorar la Letizia que conocemos. Al final, Felipe le
obligó a subir y él lo hizo a continuación por el otro lado del coche.
Después de la humillación del día anterior, cuando fue ignorada por
el rey Juan Carlos, en la ceremonia de la firma de abdicación, en la
escena de la balconada del Palacio Real, a Letizia no le importó
acercarse a su real suegro, para darle un beso que sorprendió al Rey,
quien se limitó a poner la cara.
Ítem más, Letizia permitió que su esposo, el Rey, accediera primero y solo al balcón y que fuera el último en retirarse.
Y ya que hablamos de retiradas, después del largo y tedioso besamanos
de más de dos mil quinientas personas, y tras departir unos momentos
con los invitados, los flamantes Reyes abandonaron el Palacio Real para
regresar a su casa, donde les aguardaba la familia Ortiz Rocasolano. Es
de imaginar que celebrarían la proclamación por la que Paloma, Menchu y
Paco, de 96 años, que estuvieron como invitados en un palco de las
Cortes, se han convertido en madre y abuelos de la reina Letizia.
Y
con respecto a Jesús Ortiz, acudió también al Congreso en compañía de su
esposa, Ana Togores. En cuanto a Telma, la hermanísima, no estuvo en
el Parlamento pero si en el cocktail de palacio, sin ese marido de
quita y pon.
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