MADRID.- La obsesión de la princesa Letizia por salvaguardar lo que ella
considera la intimidad de las infantas Leonor y Sofía ha llevado a
situaciones extremas como la de requisar móviles de los padres de los
compañeros de las niñas. Estas y otras situaciones resultan
incomprensibles para muchos de los que las han padecido; para aquellos
que no forman parte del entorno familiar ni estrictamente cercano a los
Borbón/Ortiz, según 'El Confidencial'.
Desde que las niñas hacen vida social y acuden a fiestas
de cumpleaños de compañeras de clase, las medidas de seguridad por parte de la madre se han agudizado, con el consiguiente descontento de muchos padres que no entienden el excesivo celo.
En estas fiestas infantiles, la princesa pide a los adultos que enseñen sus teléfonos móviles
con el propósito de cerciorarse personalmente de no contienen
fotografías de Leonor ni de Sofía. El requisamiento ocurre en
convocatorias privadas a las que acuden familiares del resto de niños.
Por tanto, ese comportamiento no solo sorprende sino que en ocasiones
molesta a los propios anfitriones. “Si no quiere que sus hijas se
relacionen que se queden en su casa”, han llegado a decir.
No
es la primera vez que este comportamiento excesivo ha creado
complicaciones en el colegio o, previamente, en la guardería.
Entonces, al tratarse del centro al que solo acudían los hijos de la
Guardia Real, el malestar era más asumible. Como sucede en todos los
colegios, en el Santa María de los Rosales se celebraban actividades al
finalizar el curso y en Navidades. Los alumnos eran los protagonistas.
Desde que las nietas reales aparecieron en escena, los padres tampoco
pueden hacer ningún video de las funciones en las que sus hijos
compartan protagonismo con las infantas. Hay familiares que han mostrado
su disconformidad, pero al tratarse de un centro privado, la alternativa es matricular a sus niños en otros colegios o cambiarlos de clase.
Una de las primeras ocasiones en las que Letizia ejerció su excesiva tutela fue hace cuatro años, como publicó Vanitatis
en su día. Sucedió en febrero del 2008. Se celebraba un cumpleaños
infantil en el club Puerta de Hierro de Madrid: una fiesta con globos,
payasos y chucherías. En las inmediaciones jugaba la Princesa de
Asturias con sus hijas. Fue ver a los payasos y la infanta Leonor echó a correr hacia ellos, como hacen todos los niños a su edad. La niña y su hermana se quedaron en la fiesta y todo fue muy bien hasta que llegó la despedida.
En
ese momento, un guardaespaldas se acercó a un familiar del niño que
cumplía años y, sin mediar agradecimiento alguno, le transmitió un
mensaje: la Princesa de Asturias solicitaba la entrega de todos los
carretes y los vídeos captados durante la fiesta. El familiar,
protocolario, se negó en redondo. Se trataba de una fiesta de la que
querían conservar un recuerdo, las fotos de los niños. El guardaespaldas
insistió y el familiar se cerró en banda: "Recuerde a doña Letizia que las niñas no nos molestan nada, pero que no han sido invitadas".
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