sábado, 9 de marzo de 2013

Protocolo e imagen pública de la Casa Real / Maria Antònia Aloy

La Casa Real española no está pasando por sus mejores momentos. Su imagen pública se ha visto totalmente devaluada por los múltiples escándalos ocurridos en los últimos tiempos. Consciente de ello la institución ha recurrido a algunas estrategias para mejorar esta imagen. Una de estas estrategias la hemos podido comprobar con los cambios en el protocolo que han incorporado recientemente y que tuvieron su oficialización el pasado 12 de octubre en su habitual “desfile militar”. 

A partir de este acto se decidió apartar a las infantas de la presidencia de los actos oficiales, dejando a los Reyes y los Príncipes como los únicos representantes que asistirán a las actividades que componen la agenda oficial de la Casa Real. Ese día pudimos ver a la Infanta Elena ocupando un lugar en el sector de invitados y no en el palco oficial como solía hacerse hasta ahora. El motivo por el cual se tomó esta decisión puede tener su origen en la voluntad de la institución en desvincularse de aquellos miembros de la Familia Real culpables de gran parte de la negativa imagen pública de la nobleza española. Puede que este cambio ya estuviese previsto antes de estallar el caso Noos, pero la imagen que se está dando es sin duda la de aprovechar estos cambios protocolarios para alejar estos miembros de la familia.

Pero la Casa Real no es la única institución que quiere desvincularse de algunos de sus miembros. El ayuntamiento de Palma ha manifestado recientemente la voluntad de que Iñaki Urdangarín no utilice su tratamiento como Duque de Palma para evitar perjudicar la imagen de la ciudad. Por el momento el ayuntamiento ha recuperado el nombre de la antigua Rambla que pasó a denominarse de los Duques de Palma. Esto es a lo único que de momento pueden aspirar, ya que el tratamiento de Duque de Palma solo puede dejar de ser utilizado por Iñaki si o bien se divorcia de la Infanta o bien el Rey retira el título a su hija. 

Así es como lo dicta el Real Decreto 1368/1987 (publicado en el BOE del 12/11/1987) sobre los Títulos, Tratamientos y Honores de la Familia Real. Hasta el momento la ciudad continuará saliendo en todas las noticias relacionadas con el caso de corrupción Noos, hecho que no ayuda para nada a su reputación turística y que contradice la imagen que se ha querido dar siempre de relacionar el turismo de Mallorca con la monarquía. En todo caso la petición del ayuntamiento de Palma dependerá en exclusiva de la decisión que tome la Casa Real, ya sea con mantener la situación tal y como está o tomar una medida drástica sobre el futuro de la Infanta Cristina.

Pero la cuestión es conocer si realmente estos cambios de protocolo están sirviendo o no para limpiar la imagen de la Casa Real de España o más bien la está empeorando.

Este caso puede aplicarse a cualquier situación del sector empresarial. La reputación de una institución deberá formarse durante años a partir de la coherencia entre lo que decimos que somos y lo que realmente somos. Esta transparencia será la única manera de generar confianza en nuestro público objetivo. Además, una buena gestión de la reputación pública en casos de crisis puede ayudarnos a mantener los niveles de popularidad de nuestra marca, siempre que se afronte el problema con responsabilidad, asumiendo errores y tomando decisiones importantes de manera rápida y eficaz. Este mismo ejercicio de reflexión es el que tendrá que hacer la Casa Real si quiere recuperar la confianza en los ciudadanos españoles.

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