lunes, 4 de marzo de 2013

Zarzuela trabaja, sin prisa pero sin pausa, en la abdicación

MADRID.- En La Zarzuela se trabaja desde hace semanas, sin prisa pero sin pausa, en el supuesto táctico de la abdicación, según fuentes conocedoras de la situación, que matizan que el Rey aprovechará su convalecencia para ir cerrando los apoyos estratégicos al Príncipe, tanto del mundo político como económico, y de potencias extranjeras interesadas en nuestra estabilidad. Una vez completado ese proceso, se abordaría el planteamiento legislativo previsto en la Constitución para hacerla efectiva, según las mismas fuentes.

Diversas instancias han trasmitido ya a La Zarzuela la conveniencia de la abdicación en cuanto las circunstancias del país lo permitan al objeto de conjurar una posible inestabilidad institucional, que agravaría, aún más, la crisis por la que atraviesa España en varios órdenes. Sin embargo, el propio monarca parece entender que la fruta de la sucesión hereditaria no estaría madura sin asegurar y consolidar primero determinados apoyos previos, incluso de los que hoy goza el propio Juan Carlos I. Ahí estarían las claves del silencio, del retraso y de los desmentidos para evitar dar sensación de una interinidad nada buena para España.

El Príncipe Felipe, con 45 años y un largo recorrido como auxiliar de la Jefatura del Estado, se encuentra teóricamente en el momento ideal para acceder a la sucesión de su padre, con recurrentes problemas de salud que merman sus capacidades funcionales precisamente en unos momentos en que se necesita la imagen de un vértice en pleno vigor y de un liderazgo que asegure la salida inmediata de un sistema político absolutamente inválido para las nuevas exigencias y necesidades de la sociedad española.

Ese esfuerzo, que parece titánico, corresponde más a un hombre de la edad del Príncipe que a un monarca septuagenario con su ciclo cerrado más que de sobra pero que, conocedor en profundidad del código genético de su reino, trata de asegurar a su manera el comienzo del reinado de su hijo con él todavía en vida para poder ejercer su autoridad residual llegado el caso.

Ninguna otra razón de fondo, con excepción de la coyuntura político-económica del país y la ruptura del pacto tácito de la Corona con los nacionalistas catalanes, estaría condicionando los tiempos de una abdicación para la que se buscará -y encontrará- el momento más adecuado o menos inoportuno en los próximos meses y, si hiciera falta, hasta semanas si la evolución de los acontecimientos así lo aconsejara, siempre según las mismas fuentes.

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