MADRID.- Los colaboradores más cercanos del heredero de la Corona forman un
universo masculino, en el que su esposa, doña Letizia, y sus hijas,
Leonor y Sofía, son una excepción. Las riendas de ese mundo de hombres
las ha llevado hasta ahora Jaime Alfonsín, secretario del Príncipe desde
1996 y su hombre de confianza.
Premio extraordinario en la carrera de
Derecho y abogado del Estado, Alfonsín es un gallego de 58 años (Lugo,
1956) que aterrizó en La Zarzuela cuando los colaboradores de don Juan
Carlos pensaron que a su hijo primogénito le convenía apoyarse en
alguien mayor que él, pero no demasiado. En un profesional que tuviera
una sólida base jurídica, acreditada por un premio extraordinario de la
carrera de Derecho y por haber sido director general de un Gobierno de
UCD sin haber cumplido los 30 (el más joven de España en ese cargo y
encargado de la cooperación con las recién creadas autonomías).
Dieciocho años después de su nombramiento en La Zarzuela, Alfonsín es
una de las dos personas que conocen al dedillo los quehaceres del
futuro Rey y de su esposa. La otra es el teniente coronel de caballería
José Manuel Zuleta, un militar singular, procedente de la nobleza que
heredó los títulos de duque de Abrantes y marqués del Duero. Hermano de
un antiguo profesor de equitación de la infanta Elena -a este último se
lo relacionó sentimentalmente con ella-, se responsabilizó del protocolo
de la Zarzuela y hoy el supervisor de las actividades de doña Letizia,
la sombra silenciosa que pasa el lápiz por su programa y que la sigue en
sus desplazamientos, tanto cuando se mueve sola como con su marido.
Alfonsín y Zuleta son esquivos y discretos. Lo demostraron en
noviembre 2013, durante un viaje de don Felipe y doña Letizia a Florida.
Un periodista se acercó a Zuleta e intentó sacarle un comentario sobre
su relación con los Príncipes. Por toda respuesta, el teniente coronel
señaló a Alfonsín y lo describió como «Mudito número 1». Por desgracia
él sólo era 'Mudito número 2' y tampoco podía decir nada. Pero ambos
estaban «encantados» de atender a la prensa.
Apenas hay fotos de los 'muditos'. Ambos han trabajado para don
Felipe y Letizia escondidos en la estructura de la Casa Real, cuyo jefe
es Rafael Spottorno; de modo que la abdicación de Don Juan Carlos los ha
pillado siendo unos completos desconocidos para los españoles. Sin
embargo, Jaime Alfonsín, que trabajó en Barclays Bank y en el
prestigioso bufete Uría y Menéndez, ha sido durante años los ojos y los
oídos del Príncipe, su confidente, el servidor que se reúne con él a
diario y está al corriente de cualquier asunto o preocupación -público o
privado- que ronde a Su Alteza por la cabeza: dónde hay que viajar, que
es lo que toca decir, dónde hay que reunirse, con quién... No obstante,
en los discursos también suele apreciarse la impronta de Letizia.
El secretario de don Felipe no conocía ni por asomo a la Familia
Real. Fue recomendado a Juan Carlos I por uno de los fundadores del
despacho de abogados en el que había trabajado, el catedrático de
Derecho Mercantil Aurelio Menéndez, marqués de Ibias y principal
supervisor de la formación jurídica del Príncipe (de la humanística se
ocupó la catedrática y académica de la Historia María del Carmen
Iglesias). «Es la sensatez, la discreción y la elegancia en la manera de
ser. Tiene precisión en la idea y la palabra», dijeron de Alfonsín sus
colaboradores.
Tales cualidades se han puesto a prueba muchas veces, y eso que al
principio La Zarzuela sólo veía en él a alguien que hiciera algo más que
ordenar la agenda, pero no una especie de figura en la sombra. Pero
Alfonsín lo sabe todo de su señor, incluidas las entretelas de su
relación con la modelo noruega Eva Sanum y la posterior ruptura de
ambos, cuando el novio fue informado por el fallecido Gregorio Peces
Barba del parecer de don Juan Carlos. De momento, al servidor de don
Felipe no se le conoce una declaración sobre aquel tormentoso episodio
ni sobre cualquier otro; siempre entre bambalinas, ajeno a cualquier
protagonismo. Pero la Casa Real tiene precedentes opuestos: otro viejo
preceptor, el general José Antonio Alcina, acabó publicando el libro
'Felipe VI, así se formó el príncipe heredero'.
Los colaboradores de don Felipe han trabajado durante años sin que
éste llegara a formar nunca una Casa propia, como ha ocurrido en otras
Monarquías. Aunque Aurelio Menéndez era partidario de esa fórmula se
encontró con el rechazo del que fuera jefe de la Casa Real, Sabino
Fernández Campo, y de un buen número de reconocidos juristas. Al final,
La Zarzuela optó por ahorrarse la presencia de dos estructuras paralelas
por temor a que la opinión pública se armara un lío.
Ahora bien, desde el pasado año el entorno de don Felipe empezó a
evaluar candidatos para engrosar el 'staff' real cuando llegara el
momento de la sucesión. Y a medida que el heredero ganaba protagonismo,
la Casa Real también le iba brindando apoyo; un proceso que se acentuó
con los problemas médicos de don Juan Carlos. En esa labor no sólo ha
sido decisivo Rafael Spottorno, sino el responsable de prensa de La
Zarzuela, el veterano periodista Javier Ayuso (exdirector de Cinco Días y
ex director de comunicación del BBVA). Y también el jefe de Protocolo,
Cándido Creis.
Junto a estos tres personajes, el equipo de don Felipe ha trabajado
con una estructura sencilla, formada por siete funcionarios de apoyo,
cuatro despachos contiguos al del Príncipe y un par de ayudas de cámara
que velan por su imagen. Jaime Alfonsín ha contado con dos colaboradores
cercanos: el ya citado José Manuel Zuleta y el general de brigada
Emilio Tomé de la Vega, quien pasó a la reserva en 2013 tras haber
permanecido al lado del heredero desde los años noventa. Ambos se
conocieron cuando el Príncipe pasó por la Academia Militar de Zaragoza
para completar su formación castrense. Tomé acabó siendo su primer
edecán, y durante dos décadas, el responsable directo de su agenda.
Junto a un ayudante militar principal, don Felipe cuenta con otros
cuatro ayudantes más: del Ejército de Tierra, de la Armada, del Aire y
de la Guardia Civil. La protección del heredero y su familia corre por
cuenta de un coronel y dos tenientes coroneles, todos ellos a las
órdenes del jefe de Seguridad de la Casa Real, el coronel de la Guardia
Civil Francisco López Requena.
Las tareas a realizar son de dos tipos: unos preparan la logística de
los viajes al exterior, mientras que otros controlan específicamente
los movimientos privados de don Felipe y su familia. En cuanto salen de
La Zarzuela se organiza el servicio de guardaespaldas, entre cuyas
múltiples funciones está la de ofrecer cobertura a las salidas anónimas
por Madrid, una costumbre indispensable para que los futuros Reyes estén
conectados con la realidad. La Casa Real procura que los escoltas sean
los mismos, siempre al mando de un comandante de la Guardia Civil.
A los responsables de que todo ese engranaje llegue a los medios de
comunicación, traducido en imágenes, informaciones y crónicas, se los
conoce popularmente como los dos 'javieres'. El primero de ellos es
Javier Ayuso, curtido en la áspera batalla que protagonizó el Gobierno
de Zapatero para desplazar a Francisco González del BBVA a través de
Sacyr. El segundo es Javier Arenas, experiodista de Radio Nacional de
España. Ambos tienen que traducir ahora al lenguaje de la calle una
abdicación.
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