domingo, 4 de noviembre de 2012

Doña Sofía, más que una Reina Consorte / Aurora G. Mateache

Doña Sofía cumplió anteayer 74 años. Un número que se antoja redondo; hace 50  dio el «Sí, quiero» a Don Juan Carlos, convirtiéndose, desde entonces, en la compañera del Jefe de Estado y, 13 años más tarde, en Reina de España. Como es habitual, celebró el día en privado y en compañía de los suyos, a excepción de los Duques de Palma, que aunque se les vio salir de su casa en Barcelona, según informan fuentes cercanas al matrimonio, el destino de la Infanta Cristina y de su marido no fue La Zarzuela, sino que optaron por una casa en el campo dentro de Cataluña.

En contadas ocasiones,  bien sea por motivos de trabajo o circunstancias personales, la Casa Real ha detallado cómo ha pasado el día; en 2009 al presidir junto al Rey la reunión anual del Patronato del Instituto Cervantes y cenar después con los Patronos y los embajadores iberoamericanos en el Palacio de El Pardo; en 2006 el escenario fue un avión de la Fuerza Aérea Española, en el que viajaba junto al Rey a Montevideo (Uruguay), para acudir a  la XVI Cumbre Iberoamericana, o en 2005, año en el que sopló las velas de su tarta de cumpleaños en la clínica Rúber Internacional, donde nació dos días antes la Infanta Leonor.


A diferencia de otros años, ninguno de los miembros de la Familia Real tuvo actos anteayer, y no retomarán la agenda hasta mañana 5 de noviembre. La Reina lo hará un día más tarde. Porque, aunque la función principal de Su Majestad es la de acompañar y apoyar al Rey, la actividad secundaria de Doña Sofía no desmerece. Si en la agenda de Don Juan Carlos, desde principios de año hasta el día de hoy, figuran 148 actos, en la de Doña Sofía, 111. Desde 1976 acumula 1217, más 235 viajes oficiales. El año pasado se cerró con 128. Y se prevé que en el año que viene el número se mantenga.


Así, el próximo martes Doña Sofía presidirá los Premios Reina Sofía contra las drogas, de la Fundación Crefat de la Cruz Roja. El mismo día entregará el XXVII Premio BMW de pintura y asistirá al concierto en el auditorio Nacional de Música de Madrid y dos días más tarde viajará hasta Viena para participar en el Global Social Business Summit, conferencia a la que acudirá el Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, conocido como el «banquero de los pobres», por ser el creador del microcrédito. Este dato es clave para definir tanto la personalidad de Doña Sofía como la labor institucional y social que desempeña. Hace 16 años que Yunus cuenta con su colaboración, algo que siempre recuerda,  ya que fue de las pocas personas que confió en él cuando lo tomaban «por loco». 


En el que se considera su año más difícil, no se ha permitido olvidar su deber al servicio de los demás, y a finales de septiembre visitó el Banco de Alimentos de Madrid, asociación a la que la Fundación Reina Sofía ha donado este año 590.000 euros para financiar 4 proyectos. «No hay mejor forma de luchar contra la crisis económica que tan gravemente afecta a nuestro país», afirmó la Reina el pasado miércoles en la presidencia de la entrega de los Premios Jaime I, que «estimular iniciativas en beneficio directo de los sectores de la sociedad más desprotegidos».

Lo lleva en los genes. La Reina, antes de llegar a España, trabajó dos años de enfermera en un orfanato. Fue su madre, la alemana Federica de Hannover, quien impulsó en Grecia la creación de una red de más de 50 centros de acogida en un país devastado por la Guerra Civil.

Doña Sofía es presidenta de la Fundación Reina Sofía, constituida en 1977 por una contribución sacada de su propio bolsillo. Asimismo, es presidenta de Honor de la Fundación Ayuda contra la Drogadicción y del Real Patronato sobre Discapacidad, entre otras asociaciones. Desde 2011 de este año, ha realizado cuatro viajes de cooperación; a la República de Haití, Colombia y Ecuador, Filipinas y Bolivia. Fue con el presidente de este país con quien tuvo la anécdota de darle una pastilla cuando vino a España y le dolió la cabeza en una cena. Desde entonces, Evo Morales la llama «Mi enfermera». Porque lo es; en España o en los orfanatos griegos. Porque es Reina; en España, fuera de nuestras fronteras, o cuando estudiaba puericultura en Grecia.

Ya sea viendo un partido entre Nadal y Federer de la Caja Mágica, o a bordo de la lancha Somni este verano en Mallorca. En cuanto su agenda la permite, la Reina saca tiempo para volcarse en sus nietos. Es frecuente verla besando o abrazando a cualquiera de ellos, con los que  le gusta compartir diferentes planes, como llevarlos al cine, al teatro o al circo. Devoción que le ha hecho pasar algún momento malo que otro, como cuando Felipe Froilán, el nieto mayor, se disparó en el pie con una escopeta. El papel de abuela de Doña Sofía ha suscitado en algunas ocasiones las más duras críticas, véase el repentino vuelo a Washington a finales de abril para dar una sorpresa a su nieto Miguel de Todos los Santos Urdangarín y de Borbón, que celebraba su cumpleaños. 

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