miércoles, 26 de diciembre de 2012

Los silencios del Rey, la emancipación de Sofía

MADRID.- Este miércoles continúa la resaca del discurso navideño del Rey en las columnas de opinión de los digitales.

Desde Libertad Digital, José García Domínguez se hace eco de los "silencios del Rey", concretamente en torno a la situación en Cataluña: "Tras la alocución navideña del Rey, hay quien pudiera pensar que el PSC ya no anda tan solo en su exquisita equidistancia entre la Constitución y sus apóstatas. Y es que, más allá de alguna alusión críptica al problema catalán, la Corona ha dado en seguir a pies juntillas la doctrina acuñada por Pere Navarro. Un proceder, el de los socialistas locales, que se remonta a las enseñanzas de Poncio Pilatos. Por algo decía Juan de Mairena que siempre resulta mucho más fácil estar au dessus de la mêlée que a la altura de las circunstancias. Sin embargo, hay silencios que pueden devenir atronadores, y el del Rey a propósito de la insurrección latente de la Generalitat comienza a serlo".

Por su parte Cristina Losada, cree que los nacionalistas no hacen sino publicidad gratuita al tradicional mensaje: "Si los nacionalistas se empeñan, conseguirán que el discurso del Rey en Nochebuena concite un interés extraordinario y no el que suele concederse a un ritual que, de tan repetido, que es lo suyo, hace de sonido de fondo mientras se trajina en la cocina y se pone la mesa. Para el nacionalismo, la aparición anual del monarca es una ocasión, y esta gente vive de las ocasiones, de manifestar su irreductible rechazo a España. Este año nos recordó que había que poner la tele a eso de las nueve una carta que el peneuvista Egibar envió a la dirección general de la EiTB conminándola a no emitir el discurso".

Igualmente crítico se muestra Carmelo Jordá: "Lo que más me ha gustado del mensaje del Rey han sido esos cambios de cámara en los que casi se oía chirriar el mecanismo metálico, ¡qué natural y espontáneo quedaba todo! Y es que la atrevida nueva pose de S. M. al final transmitía, como por otra parte era previsible, una imagen tan anquilosada como con el anterior formato, además de que uno no dejaba de pensar en que la idea era demostrar que el monarca puede mantenerse en pie, bien que sea por un ratito. Vamos, que la cadera era el mensaje. 

Pero lo peor es que el contenido del breve discurso reflejaba el mismo anquilosamiento y, sobre todo, una lejanía para con la realidad que es la peor tarjeta de presentación que puede lucir este tipo de intervenciones".

Con cierta ironía habla del tema Antonio Pérez Henares en Periodista Digital: "En el mensaje navideño del año pasado el Rey dijo algo. Este año ha sabido no decir nada. Sus asesores le han envuelto mejor una ristra de grandes palabras pero decir, decir, no ha dicho nada. Ha sido una declamación de grandilocuencias impostadas con la presunta virtud de no mojarse en nada. El problema es que España, él y su corona están mojadas. Empapadas. No estar de acuerdo con lo que dijo es como no estar de acuerdo en el discursito de Mis Universo que llama a la paz en el mundo y a que seamos todos buenos".

Por su parte, José Antonio Zarzalejos se centra desde El Confidencial en la figura de la Reina y la simpatía que despierta su figura y habla de emancipación: "Doña Sofía -despreocupada ya de lo que se cuenta en la casi media docena de libros que sobre ella, su matrimonio y su familia se han publicado en 2012- está dispuesta a cumplir con su papel de consorte, pero sin mengua alguna del de madre, abuela y suegra porque la Constitución -al margen de lo simbólico- le priva de cualquier función. Después de mucho tiempo, se siente más libre y, además, ha percibido que los españoles han entendido el tránsito difícil por el que ha discurrido su vida en los últimos tres lustros. 

 En definitiva, se ha emancipado y no admite que sus errores pedagógicos (y algunos criterios derogatorios que ha impuesto de las normas dinásticas) hayan sido ni más graves ni más numerosos que los de otras instancias. Ahora, hay que esperar a que se fije la fecha y hora de la vista oral del yerno de los Reyes. Será un nuevo y complicado punto de inflexión para la Monarquía que, pese a todo, sigue siendo considerada como la mejor forma de Estado para España".

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