miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un mensaje real decepcionante… / José Oneto

Probablemente era el mensaje más difícil de los últimos años, el que más expectación había producido y del que se esperaba más por haber sido 2012 el “annus” más “horribilis” de la Monarquía española por los problemas de salud de Don Juan Carlos, por la desgraciada cacería de elefantes en Botswana, por los problemas originados por las actividades supuestamente delictivas de su yerno el Duque de Palma, casado con su hija menor la Infanta Cristina, por las tensiones familiares entre los integrantes de la Familia Real, que después de muchos años han trascendido a la opinión pública, por la dramática crisis económica, política, social e institucional que vive el país, por los crecientes casos de corrupción, por el desafío soberanista lanzado por el nuevo gobierno catalán de Artur Mas y por el desprestigio de la clase política, que sigue siendo el tercer problema que más preocupa a los españoles.

Si los españoles esperaban una respuesta a todos estos problemas, y a otros muchos que han conducido al país a uno de los periodos más preocupantes de la historia española de los últimos 37 años, se habrán quedado decepcionados porque la única referencia del Jefe del Estado a la situación actual es cuando ha hablado de la “alta política” como solución para muchos de los problemas que tememos planteados. Es lo que el Rey ha llamado “la política grande”, esa política de pactos de la que tanto hablan el partido en el poder y el partido en la oposición, y a la que nunca se llega porque quizás falte verdadera sinceridad para pactar los grandes temas de Estado y porque ninguno de los partidos es consciente de que “es necesario -como dice el Rey- promover valores como el respeto mutuo y la lealtad recíproca”.

“Son valores que hace más de tres décadas contribuyeron a poner en pie un nuevo marco de convivencia, el reconocimiento de nuestra pluralidad y el amparo de las diferentes lenguas, culturas e instituciones de España”, ha subrayado el Rey, haciendo referencia a la Constitución de 1978, aunque ha reconocido que “es hora de que todos miremos hacia adelante y hagamos lo posible por cerrar las heridas abiertas”.

Frente al criterio general de la ciudadanía de desconfianza hacia la clase política, el Jefe del Estado parecer haberse visto obligado a defenderla reivindicando “la política como instrumento necesario para unir las fuerzas y acometer la salida de la crisis y los retos que tenemos por delante ya que vivimos uno de los momentos con más dificultades de la reciente historia de España”.

En concreto, el Rey se ha referido a tres asuntos: la crisis económica, la fortaleza de España como nación europea e iberoamericana y la necesidad de reivindicar la política como instrumento necesario para unir las fuerzas de todos y acometer la salida de la crisis y los retos que tenemos por delante, sin ignorar que existe un ambiente de pesimismo, y que sus efectos se dejan sentir en la calidad del clima social que vivimos, ya que “está además generando un desapego hacia las instituciones y hacia la función política que a todos nos preocupa”.

Frente al discurso del año pasado en el que el Rey hizo pública su preocupación ante el daño que su yerno hizo a la imagen de la Monarquía española, centrando gran parte de su mensaje en la corrupción a la que había que perseguir y sancionar como conductas “censurables” en un Estado en el que “la Justicia es igual para todos”, este año el discurso ha carecido de contenido, no ha abordado los grandes problemas del país, no ha habido la más mínima referencia al desafío independentista que acaba de lanzar el presidente de la Generalitat, Artur Mas, no se ha producido, como otros años, la acostumbrada cita al Heredero de la Corona, el Príncipe de Asturias, y la frialdad ha presidido toda su lectura, en unos momentos en los que el país necesita calidez, cercanía, confianza e ilusión. Ninguno de estos valores se han dejado traslucir en el Mensaje Real. En resumen: probablemente no es ese el discurso que esperaba la ciudadanía en estos momentos límites que vive el país. Un discurso con muchos lugares comunes y sin la mínima sensibilidad.

http://www.republica.com/2012/12/24/un-mensaje-real-decepcionante_593137/ 

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