La llegada al trono de Guillermo de Holanda y su esposa Máxima pone bajo los focos el futuro de las monarquías europeas del siglo XXI.
Resulta inevitable comparar a los jóvenes monarcas holandeses con
los herederos españoles. Más allá de los inevitables comentarios sobre
vestidos, imagen, tiaras, coronas y bellezas de una princesa y otra, es
evidente que las monarquías del norte de Europa nos llevan mucha ventaja en usos y costumbres modernas y democráticas.
La soltura y cordialidad de Máxima estos días en cada acto público, contrasta con la rigidez de Letizia que,
una vez más en actos internacionales, transmite inseguridad y cierto
malestar. Basta observar el vídeo de su llegada a la cena de gala. Mary Donaldson, futura reina de Dinamarca, es todo empaque y naturalidad. Letizia mira a todas partes mientras posa incómoda y distante ante los objetivos.
Otros detalles de los fastos holandeses evidencian que a nuestra
monarquía restaurada hace pocos años, le falta acomodarse a los tiempos
actuales. Los periodistas que cubren las distintas ceremonias de Ámsterdam,
recibieron en la sala de prensa la visita nada menos que del primer
ministro, del alcalde de la ciudad y del jefe de prensa de la Casa Real.
Contestaron a todas las preguntas que se les hicieron.
Inimaginable la presencia de Rajoy, Botella y Javier Ayuso, nuevo responsable de prensa de Zarzuela, dispuestos a dialogar con 300 periodistas y no precisamente cortesanos.
En Holanda, la monarquía es muy popular pero también criticada sin complacencias cuando toca.
En España, Mariano Rajoy ha demostrado su alergia a enfrentarse con
los medios y a dar explicaciones, más bien huye por los garajes de los
edificios oficiales para evitar a la prensa. Y no digamos el nuevo
responsable de comunicación de Zarzuela, Ayuso, un periodista que no
parece haber ejercido su profesión. Ayuso desinforma, tiene listas
negras, no sabe y no contesta. Hasta ahora su política informativa sobre
la Familia Real ha hecho más daño que favores a la institución.
Los holandeses han dado a conocer los gastos de la coronación, 11
millones de euros. Y para sufragarlos, han recurrido a patrocinadores
elegantes y que eviten a los ciudadanos costear unos fastos que
chocarían con tiempos de crisis. En España prometen que a partir de
ahora sabremos cada gasto de la Familia Real. La reina de Inglaterra da cuenta hace años de cada bombilla que se repone en el palacio de Buckingham.
Por último, ya habría muchas más comparaciones interesantes, los príncipes de Orange,
hoy reyes dieron, una larga entrevista a los medios más importantes
del país hace unos días en la que con naturalidad y franqueza
contestaron a todas las cuestiones planteadas. Inimaginable una rueda de
prensa de Felipe y Letizia hablando con sincera naturalidad de la Corona, el papel de la monarquía, el paro, la crisis...
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