martes, 30 de abril de 2013

Ver las orejas al lobo / Ezequiel Pérez Montes

El rey Juan Carlos I trabaja desde Zarzuela para intentar realzar el valor de la Monarquía. Dicen las crónicas que su recuperación es positiva y que cada vez realiza más audiencias privadas. Aquel monarca que aún le debe 100 pesetas al señor Liaño, ex alcalde de La Coruña, por un préstamo en la cuestación de la Cruz Roja, le está viendo las orejas al lobo del descontento nacional y se aplica para poner remedio al “annus horribilis” de la Monarquía española.

En su momento, el rey se hizo eco de la reacción de la sociedad que le condujo a pronunciar aquella declaración histórica a la salida del hospital: “Lo siendo mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Un año más tarde, el desapego social es más que notable. El rey lo sabe y ha realizado movimientos: la entrada de la institución monárquica en la nueva Ley de Transparencia. Y trabaja para poner de manifiesto el papel estabilizador de la Corona. Además, sigue luchando por su recuperación: dos horas matutinas y dos vespertinas de rehabilitación diaria, una reunión semanal con Rajoy y una cada día con el jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno y cada vez sostiene más audiencias en Zarzuela.

Hace pocas semanas habló por teléfono con el emir de Qatar, ya que Navantia presentó una oferta para vender once embarcaciones a la marina de dicho país. Pero Zarzuela desmintió que hubiese hablado para recomendar a Urdangarin al equipo de balonmano de Qatar. Dicen desde la Casa Real que Juan Carlos I va a continuar cumpliendo con su deber institucional, pero sin forzar los plazos de recuperación que fueron fijados por los médicos a un periodo fluctuante de tres a seis meses.

Para mayo el Rey tenía previsto viajar a Florida por el quinto centenario del descubrimiento de aquel estado por el español Ponce de León, pero al no poder ser, lo llevará a cabo una delegación del Gobierno. No van los Príncipes de Asturias y el motivo es, entre otros, que el rey quiere viajar a Florida en otoño. Su Majestad se mueve dentro de unos límites. Hay un refrán: “cuando las barbas de tu vecinos veas pelar…

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