martes, 24 de septiembre de 2013

Se prepara una Ley de la Corona / José Oneto

Este martes el rey Juan Carlos será sometido a la octava intervención quirúrgica en el corto espacio de tres años, algo insólito en una persona que siempre ha gozado de excelente salud, que ha practicado todo tipo de deportes durante toda su vida, que nunca ha tenido que someterse a ningún tipo de régimen y, que llegó a superar los setenta años (nació en Roma en 1938), en unas condiciones físicas admirables.

Algo que comenzó a fallar cuando en mayo de 2010, se le extirpó un tumor benigno en el pulmón derecho y, posteriormente, en abril de 2012, cuando un desdichado accidente en una cacería a miles de kilómetros de Madrid, en África, en Botswana, acompañado de un grupo de amigos, entre los que se encontraba la princesa Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, se rompió una cadera, al tiempo que también se rompía todo el aura de respeto que, desde su coronación, la mayoría de los españoles tenía sobre su persona, su actividad oficial, y su vida familiar.

A partir de entonces, de ese inesperado accidente, un 14 de abril del año pasado, todo ha sido una cadena de desgracias: dos nuevas operaciones de cadera, una operación de columna, un debate mediático sobre la cacería de elefantes en Botswana; supuestos negocios de la princesa Corinna Zu Sayn-Wittgenstein con la ayuda de la Zarzuela; escándalo de su yerno Iñaki Urdangarin; problemas judiciales y fiscales de su hija menor la infanta Cristina; presiones de todo tipo para que empezase a preparar una abdicación a favor de su hijo, el príncipe Felipe de Borbón y Grecia; debate público sobre los Presupuestos de la Casa Real que han tenido que ser incluidos en la futura Ley de Transparencia; crecientes críticas a la persona del Rey, en tanto la Corona ha entrado en el amplio apartado de la crisis que vive el país ( la llamada crisis institucional); movimiento creciente de una reforma constitucional, en la que se aborde en un futuro Referéndum la forma de Estado. En fin, un intento de revisión incluso, del papel de don Juan Carlos en la transición, sin tener en cuenta el papel fundamental de la Corona en la recuperación de las libertades y en la reconciliación nacional, tras la muerte del General Franco.

A partir de este martes, queramos o no, se abre una nueva etapa en la que el Rey puede estar sin ejercer sus funciones públicas de Jefe de Estado durante seis meses o más, si como parece, además de esta operación en la que se le implantará una cadera provisional recubierta de antibióticos, tendrá que sufrir otra intervención quirúrgica, para el implante de una definitiva, con lo que eso supone de anormalidad política, aunque de hecho, la larga convalecencia no le impidan ejercer sus funciones constitucionales. Ya son muchos los meses, que ha durado esa anormalidad, que ha sido suplida por el Jefe del Estado, con una obsesión por incorporarse a la normalidad a costa de su propia salud, una salud que se ha resentido, y que ha sufrido complicaciones, precisamente por aparentar una normalidad y una recuperación física que no respondía a la realidad.

Un ejemplo ha sido lo ocurrido la semana pasada en plena visita de los reyes de Holanda, Guillermo Alejandro y Máxima, durante la que, sonriente y gastando bromas, ha intentado disimular los dolores que le producía la infección en la cadera: “Tengo unos dolores que me están matando”. Fue, en ese momento y, cuando ya sabía que el médico español, el doctor Miguel Cabanela, de la Clínica Mayo, le iba a operar de nuevo, cuando la reina Sofía le besó en la mejilla, escena recogida en esa foto que al día siguiente, ocuparía la primera página de casi todos los periódicos.

Por primera vez, el Rey no podrá presidir el día de la Fiesta Nacional del 12 de Octubre, ni podrá estar presente en la Cumbre Iberoamericana de Panamá, aunque el Príncipe le substituirá en algunos actos oficiales.Y, también por primera vez, se plantea la posibilidad de que, aprovechando las actuales circunstancias, el Ejecutivo se plantee la elaboración de una Ley de la Corona que regule aspectos como la sucesión, la abdicación, la figura del heredero y la familia real y que prevé la propia Constitución, sin que se haya desarrollado en estos 35 años. En estos momentos no hay nada contemplado en la Constitución para substituciones de corta duración y lo, único regulado es la Regencia, reconocida por las Cortes Generales, según el artículo 59.2.

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