PALMA DE MALLORCA.- Discreto y determinado, el juez José Castro se ha
forjado una imagen de trabajador infatigable, pero también ha sido
blanco de críticas durante la investigación, en la que ha decretado la
declaración judicial el sábado de la infanta Cristina.
A sus 68 años, Castro es conocido por su lenguaje directo, que aplica
tanto a los pequeños delincuentes que comparecen ante él en su sala de
instrucción de Palma de Mallorca como a sus más famosos imputados.
Veterano de la judicatura, no ha dudado en aplicar su habitual ironía
a su más ilustre imputada hasta ahora: la infanta Cristina, hija del
rey Juan Carlos y a sus 48 años primer miembro de la Familia Real en ser
imputada judicialmente.
Habrían bastado unos folios, pero el juez Castro dedicó 227 páginas a
fundamentar la imputación por fraude fiscal y blanqueo de capitales,
llegando casi a ironizar sobre la justificación de algunas facturas
atribuidas a la sociedad Aizoon, propiedad al 50% de la infanta y su
esposo, Iñaki Urdangarin,
de 46 años. Castro sospecha que este último, medallista olímpico de
balonmano, pudo haber desviado junto a un exsocio más de seis millones
de euro de dinero público.
En este asunto, Aizoon podría haber servido de pantalla para desviar
una parte de los fondos, que la infanta supuestamente habría podido
utilizar para pagar gastos personales, como es caso, según el auto
judicial, de "un curso de salsa y merengue prestado en el domicilio
familiar cuya conexión con las actividades de Aizoon (...) se antoja
harto difícil que pueda ser satisfactoriamente explicada".
Durante 20 días, Castro redactó este texto que hizo público el 7 de
enero, dedicando a ello todas sus vacaciones de Navidad y revisando
hasta el último minuto un auto lleno de referencias a facturas
sospechosas.
"Trabaja muchísimo, todo Palma lo sabe", afirma su hijo, David
Castro, de 39 años. Los tres hijos del magistrado, todos cinturón negro y
campeones de Kendo, un arte marcial japonés, han seguido su camino:
dos, uno de ellos David, son abogados, y el tercero es fiscal.
Nacido en Córdoba el 20 de diciembre de 1945, José Castro se
incorporó cuarenta años más tarde a los juzgados de Palma, donde en 1990
se hizo cargo del juzgado de instrucción nº 3.
Se ha ganado el afecto de sus colaboradores, que subrayan su lado
"humano" y flemático, al tiempo que sabe ser "agradable incluso en
momentos de gran tensión".
Aunque ya había instruido casos muy mediáticos en la isla en los años
90, ha sido con el caso 'Palma Arena' con el que su carrera ha cobrado
una envergadura nacional. Desde 2008, investiga la construcción de ese
velódromo, cuya financiación estaría relacionada con casos de
malversación de fondos. Un sinfín de inculpados han desfilado por su
despacho, incluidas personalidades como el expresidente de las islas
Baleares, Jaume Matas, o el famoso arquitecto Santiago Calatrava.
A partir de 2010, el juez Castro decidió concentrarse en otra
ramificación del caso: la gestión del Instituto Noos, una fundación sin
ánimo de lucro que Iñaki Urdangarin presidió entre 2004 y 2006. Con la
imputación en diciembre de 2011 del yerno del rey, este hombre, de
aspecto sencillo, acostumbrado a vestir chaquetas de cuero, lanzó una
primera bomba que sacudió la monarquía.
Mudo ante los periodistas, a los que saluda con una media sonrisa en
sus idas y venidas al juzgado, al que suele llegar en moto, se muestra
más abierto con los viandantes que lo animan, aunque mantiene sus
reservas.
"Es un hombre muy discreto", explica su hijo David. "¿Pero, quién ha
dicho que es un hombre discreto?", lanza el abogado de uno de sus
imputados más famosos. "Es un 'hombre espectáculo': el tono que utiliza y
la ironía, vamos, quiere que se lean sus autos y hacer que tengan
repercusión. No es un tono simplemente técnico o jurídico, va mucho más
allá, buscando la repercusión mediática". Este abogado, que prefiere
mantener el anonimato, denuncia también el "tono muy agresivo" empleado
por el juez durante los interrogatorios a su cliente.
Con la imputación de la infanta Cristina, el juez Castro también se
ha granjeado las críticas públicas del fiscal anticorrupción de
Baleares, Pedro Horrach, con el que trabajaba hasta ahora en una
estrecha colaboración.
Integridad profesional o ansias de notoriedad: José Castro
interrogará hoy sábado a Doña Cristina, que se sentará en el mismo
asiento tapizado de terciopelo rojo que los otros imputados y frente al
retrato oficial de su padre, el rey Juan Carlos, que preside la sala.
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