sábado, 8 de febrero de 2014

José Castro, el juez tranquilo que sacude a la monarquía española

PALMA DE MALLORCA.- Discreto y determinado, el juez José Castro se ha forjado una imagen de trabajador infatigable, pero también ha sido blanco de críticas durante la investigación, en la que ha decretado la declaración judicial el sábado de la infanta Cristina.

A sus 68 años, Castro es conocido por su lenguaje directo, que aplica tanto a los pequeños delincuentes que comparecen ante él en su sala de instrucción de Palma de Mallorca como a sus más famosos imputados.
Veterano de la judicatura, no ha dudado en aplicar su habitual ironía a su más ilustre imputada hasta ahora: la infanta Cristina, hija del rey Juan Carlos y a sus 48 años primer miembro de la Familia Real en ser imputada judicialmente.
Habrían bastado unos folios, pero el juez Castro dedicó 227 páginas a fundamentar la imputación por fraude fiscal y blanqueo de capitales, llegando casi a ironizar sobre la justificación de algunas facturas atribuidas a la sociedad Aizoon, propiedad al 50% de la infanta y su esposo, Iñaki Urdangarin, de 46 años. Castro sospecha que este último, medallista olímpico de balonmano, pudo haber desviado junto a un exsocio más de seis millones de euro de dinero público.
En este asunto, Aizoon podría haber servido de pantalla para desviar una parte de los fondos, que la infanta supuestamente habría podido utilizar para pagar gastos personales, como es caso, según el auto judicial, de "un curso de salsa y merengue prestado en el domicilio familiar cuya conexión con las actividades de Aizoon (...) se antoja harto difícil que pueda ser satisfactoriamente explicada".
Durante 20 días, Castro redactó este texto que hizo público el 7 de enero, dedicando a ello todas sus vacaciones de Navidad y revisando hasta el último minuto un auto lleno de referencias a facturas sospechosas.
"Trabaja muchísimo, todo Palma lo sabe", afirma su hijo, David Castro, de 39 años. Los tres hijos del magistrado, todos cinturón negro y campeones de Kendo, un arte marcial japonés, han seguido su camino: dos, uno de ellos David, son abogados, y el tercero es fiscal.
Nacido en Córdoba el 20 de diciembre de 1945, José Castro se incorporó cuarenta años más tarde a los juzgados de Palma, donde en 1990 se hizo cargo del juzgado de instrucción nº 3.
Se ha ganado el afecto de sus colaboradores, que subrayan su lado "humano" y flemático, al tiempo que sabe ser "agradable incluso en momentos de gran tensión".
Aunque ya había instruido casos muy mediáticos en la isla en los años 90, ha sido con el caso 'Palma Arena' con el que su carrera ha cobrado una envergadura nacional. Desde 2008, investiga la construcción de ese velódromo, cuya financiación estaría relacionada con casos de malversación de fondos. Un sinfín de inculpados han desfilado por su despacho, incluidas personalidades como el expresidente de las islas Baleares, Jaume Matas, o el famoso arquitecto Santiago Calatrava.
A partir de 2010, el juez Castro decidió concentrarse en otra ramificación del caso: la gestión del Instituto Noos, una fundación sin ánimo de lucro que Iñaki Urdangarin presidió entre 2004 y 2006. Con la imputación en diciembre de 2011 del yerno del rey, este hombre, de aspecto sencillo, acostumbrado a vestir chaquetas de cuero, lanzó una primera bomba que sacudió la monarquía.
Mudo ante los periodistas, a los que saluda con una media sonrisa en sus idas y venidas al juzgado, al que suele llegar en moto, se muestra más abierto con los viandantes que lo animan, aunque mantiene sus reservas.
"Es un hombre muy discreto", explica su hijo David. "¿Pero, quién ha dicho que es un hombre discreto?", lanza el abogado de uno de sus imputados más famosos. "Es un 'hombre espectáculo': el tono que utiliza y la ironía, vamos, quiere que se lean sus autos y hacer que tengan repercusión. No es un tono simplemente técnico o jurídico, va mucho más allá, buscando la repercusión mediática". Este abogado, que prefiere mantener el anonimato, denuncia también el "tono muy agresivo" empleado por el juez durante los interrogatorios a su cliente.
Con la imputación de la infanta Cristina, el juez Castro también se ha granjeado las críticas públicas del fiscal anticorrupción de Baleares, Pedro Horrach, con el que trabajaba hasta ahora en una estrecha colaboración.
Integridad profesional o ansias de notoriedad: José Castro interrogará hoy sábado a Doña Cristina, que se sentará en el mismo asiento tapizado de terciopelo rojo que los otros imputados y frente al retrato oficial de su padre, el rey Juan Carlos, que preside la sala.

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