MADRID.- David Rocasolano (Madrid, 1972) es abogado y primo de la princesa Letizia Ortiz. Y, desde el lunes próximo, también es escritor. Este día 8 de abril saldrá a la calle su primer libro, Adiós, Princesa (Ed. Foca),
un retrato de familia en la que se narra el choque de los borbones con
los plebeyos Ortiz-Rocasolano, una familia que acaba destruida, según el
autor, bajo la maquinaria del poder real.
Adiós, Princesa
es un relato novelado, ágil, a veces hilarante, otras veces triste, de
la llegada de una familia corriente a la cúpula de la jefatura del
Estado. Rocasolano se limita a describir, y que juzguen los hechos, la
intimidad de la Familia Real, con poderosos retratos del Rey y la Reina, de los Príncipes de Asturias,
de los duques de Palma y de Lugo, de los “oligarquitas” (así los
bautiza él) que brincan alrededor de Felipe y “El Jefe”, que es como le
llaman a Juan Carlos.
Es un
retrato duro, con aristas, como su autor. Que desvela que Felipe y
Letizia, pocas semanas antes del anuncio del compromiso, le encargaron destruir
los papeles que acreditan que la princesa de Asturias abortó
voluntariamente el 27 de octubre de 2002 en la clínica Dator de Madrid.
Una misión en la que fracasó, ya que el libro contiene copia de esos
documentos, que llegaron a poder del editor Ramón Akal. La historia de
este libro es tan fascinante, por momentos, como lo que este libro
narra.
-Su libro es un mazazo a la institución monárquica tan grave como otro escándalo financiero.
Yo me limito a contar los hechos que viví.
-¿Crees que se van a tambalear las relaciones Iglesia/Monarquía por las revelaciones del aborto?
No creo que un libro pueda cambiar nunca nada. De hecho, nada va a cambiar.
-Publicar los papeles del aborto convierte el libro, además, en un libro/noticia.
Eso
es cosa de Ramón [Akal]. Yo no tenía esos papeles. Se cuenta en el
libro. Un año antes o así, un periodista ya me había enseñado que había
copias por ahí de las facturas de Dator. Quería que yo escribiera un
libro con él. Me negué.
-Pero ahora lo has escrito…
Un
día me llamó Akal y me pidió una cita. También había conseguido esos
papeles. Me propuso escribir un libro. Él se hacía responsable de la
divulgación de los documentos. Así consta en mi contrato. Yo solo tenía
que escribir mis memorias, lo que yo he vivido. Le dije que no, pero un
tiempo después, casi como una inercia, empecé a escribir.
-¿Por qué?
No seas tan sutil. Odio la hipocresía. Pregúntame si he escrito este libro por dinero, que es de lo que tienes ganas.
-¿Has escrito este libro por dinero?
¿Tú me haces esta entrevista por amor al arte?
-No.
-Quizá
este libro solo me va a traer problemas. Yo qué sé por qué lo he
escrito... Cada día pienso en un motivo diferente. ¿Por Érika? Puede
ser. ¿Por rencor? Piensa lo que te dé la gana. Lo que yo creo que está
claro es que Adiós, Princesa no es un libro escrito contra una
persona. No es un libro contra Letizia ni le guardo ningún rencor,
simplemente no la quiero a mi lado. Es un libro contra una institución,
si quieres. O quizá contra las instituciones de este país. Aquello se
acabó. Porque el damnificado comencé a ser yo.
-¿En qué sentido?
Yo
ya no soy David Rocasolano. Y he tenido que soportar una presión
mediática increíble. También Érika fue otra víctima y no pudo soportar
esa presión mediática.
-Lo
dices en alguna parte... La historia del juancarlismo y su entorno,
“hasta ahora, solo ha sido contada de arriba abajo, con todo su glamour y
su mentira. Ahora yo voy a contarla de abajo arriba”. Toda una
declaración de intenciones...
Creo
que más personas podrían contar más cosas. Incluso más interesantes.
Pero, de alguna manera, todos tienen miedo. Yo tengo miedo. No me gustan
los periodistas, pero son necesarios. En todos estos años he leído y
escuchado en silencio cosas sobre mi prima y su entorno. Cuando
empecé a visitar La Zarzuela y la Casa del Príncipe, me gustaba leer lo
que se escribía en los periódicos sobre la vida allí. Un 80% de
invenciones estúpidas, un 15% de manipulaciones amables y un 5% de
rumores.
-¿Por ejemplo?
Que
los papeles del divorcio de Letizia con Alonso Guerrero estaban
custodiados por el Centro Nacional de Inteligencia “bajo siete llaves”.
Akal tenía copia de esos documentos cuando me citó por primera vez.
Incluso tenía más papeles que yo, algunos que destruí hace muchos años
por innecesarios. Y yo tenía copia original en un trastero cerrado con
un candado de esos que se abren con un mechero. ¡Bajo siete llaves!
-Del
CNI también hablas cuando Felipe y Letizia, pocas semanas antes del
anuncio de pedida de mano, te encargan ir a la Clínica Dator y hacer
desaparecer todos los papeles del aborto. Lo calificas como un golpe de
Estado íntimo, o algo así.
Yo procuro no
calificar nada, pero en el libro cuento cuáles fueron mis impresiones.
No soy ningún especialista de derecho eclesiástico, pero el canon de
excomunión de 1398 lo dice: “Quien procura el aborto, si este se
produce, incurre en excomunión latae sententiae”. Felipe
tenía que traicionar a sus padres para que lo del aborto no se llegara a
saber. Si Juan Carlos y Sofía se hubieran enterado de que Letizia fue
abortista, habrían impedido la boda.
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