Aparentemente muy mejorado y sin
dolores, el Rey Juan Carlos I ha regresado al palacio de la Zarzuela
donde permanecerá algunos meses en una silla de ruedas mientras dura la
recuperación de su reciente operación de dos hernias discales a la que
se sometió el monarca días atrás. Sin embargo, todos sus problemas
físicos ya empiezan a ser poca cosa frente al cerco político y de
escándalos y presunta corrupción que se cierne, cada vez más estrecho,
sobre la Corona por causa del proceso Nóos de Urdangarin –donde la
Infanta Cristina podría, o debería, ser llamada a declarar en breve
como imputada-, así como por la escandalosa relación del Rey con la
princesa Corinna zu Sayn-Vittgenstein, una vez que se han descubierto
más casos y numerosos negocios (en Repsol, Fondo Hispanosaudí, AVE a la
Meca, etc) y en los que la pretendida amante del Rey habría actuado
como una mediadora comisionista, y a veces “en el nombre de España”, e
incluso como representante del monarca, incluida en comitivas oficiales
de nuestro país, al que ella misma asegura haber ofrecido “gratis
total” ayuda en asuntos secretos y “clasificados” de Estado.
Negocios, algunos de los cuales podrían haberse
perfilado u orquestado en la finca de La Angorilla, del Monte del Pardo y
adscrita a la Casa Real, un misterioso lugar con entrada directa (y sin
controles oficiales) al palacio de la Zarzuela donde residía la
“entrañable amiga” del monarca (y a veces el propio Rey). El que a su
vez era vigilado y acondicionado con el dinero público -al parecer
facilitado por la Casa del Rey-, y puesto al servicio de la tal Corinna,
cuyo nombre ya ha aparecido en el caso Nóos de Urdangarin y puede que
pronto aparezca en el entorno del caso Gürtel, según lo confirman a este
diario algunas fuentes bien informadas.
Este cúmulo de noticias y ¡las que están por salir! están llevando a
la conclusión a destacadas personalidades (públicas y privadas) de este
país -y así se ha discutido por algunos ministros en el seno del
Gobierno y también en la cúpula del PSOE-
de que la idea de la abdicación del Rey podría constituir no solo una
oportunidad sino una necesidad para poner un punto y aparte (el punto
final nos parece imposible) sobre todo esto y salvar la monarquía con la
llegada del Príncipe Felipe al trono de España, presentándose el relevo
como el inicio de una segunda transición, como ha dicho el líder del
PSC, Pere Navarro, quien en público solo repitió lo que había escuchado
en privado en la dirección del PSOE.
Sobre todo porque las últimas revelaciones, y ¡las que están por
salir! no solo afectan a la relación del Rey con Corinna sino, y sobre
todo, a la Jefatura del Estado, a los fondos públicos del país (en pleno
festival de la corrupción política y del gigantesco paro) y a la
Familia Real (la situación de la Reina es insostenible) que ya tiene a
los Duques de Palma afectados, y a la Casa del Rey y a la Monarquía como
institución del Estado. De ahí que esta crisis empiece a preocupar
también en el seno de la Familia Real y de manera muy especial en el
entorno de los Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, que comienzan a
ver en peligro la estabilidad de la institución y el esperado orden y
tiempo sucesorio.
Una crisis en torno a la Corona sobre la que el Parlamento y el
Gobierno de la nación deberían abrir una investigación, en vez de
limitarse a recibir unos informes del CNI -como el que hará su director,
el general Sanz Roldán, el próximo día 19 y a puerta cerrada-, o a
hacer comentarios inanes e irresponsables como los que hizo la
vicepresidenta Sáenz de Santamaría el pasado viernes sobre la Casa de El
Pardo, echando el “muerto” del gasto público a la Casa del Rey.
Sobre todo porque no estamos ante la sola información relativa a la
presunta amante secreta del Rey, como parece serlo la princesa Corinna,
sino que además ella se ha presentado en sociedad como protectora del
yerno del Rey, Iñaki Urdangarin,
al que le buscó y le ofreció un trabajo en los llamados ‘Premios
Laureus’ (otra tapadera “sentimental/ONG” para un circuito de negocios),
así como “asesora y consultora del Gobierno de España”, además de
mediadora en asuntos secretos y “clasificados” de Estado, o como miembro
de las comitivas oficiales del Rey Juan Carlos en viajes de Estado, o
como embajadora o representante directa del Rey de España en viajes
especiales. Sin olvidar sus indecentes alusiones de que es “admiradora
del Rey y del Príncipe” y que no quiere ser utilizada para atacar a la
Familia Real española, que ella misma ha contribuido a dañar más de lo
que ya lo estaba.
Y por supuesto la tal Corinna aparece como clara comisionista (aunque
le pagaran ciertas empresas y otros Estados) a la sombra de las
gestiones políticas del Rey en su calidad de Jefe del Estado, y de
algunos miembros del Gobierno de España, en esos negocios que se dicen
de interés para España, pero que son privados y de interés y beneficio
exclusivo de los propietarios, los gestores y accionistas de esas
empresas que por lo general no son públicas y en cuyo capital participan
importantes fondos y accionistas ajenos a España. Ahí está, por
ejemplo, la operación fallida con Repsol,
que si no salió no fue porque se opusiera el gobierno de Zapatero sino
porque los rusos de Lukoil no querían pagar a Sacyr con dinero contante y
sonante, sino con intercambio de acciones y otras habilidades.
El escándalo de la relación del Rey y Corinna, que ella misma con sus
declaraciones y exhibicionistas y “glamurosas” apariciones en los
medios alentó, ha alcanzado cotas mayores con la aparición de la mansión
de La Angorilla, una casa y finca sita en El Monte de El Pardo y con
acceso directo (directo y sin controles oficiales) al palacio de la
Zarzuela. Una residencia o nido de amor y negocios de la tal Corinna y
del Rey de España, según se desprende de todo lo ocurrido y como lo
confirman algunos “visitantes” de la citada mansión de “amor y lujo”,
acondicionada con dinero del Estado y bajo vigilancia de las fuerzas de
seguridad, lo que podría acabar siendo un delito de “malversación de
fondos públicos” imputable a quienes hayan autorizado esos gastos en el
entorno del Rey, una vez que el monarca es inviolable. Aunque todo
apunta que habría aprovechado esa inmunidad y su posición para favorecer
a su “entrañable amiga”. Y al que circuito de empresarios, financieros y
comisionistas en el que la tal Corinna se mueve, a la sombra de la
bandera de España y de las relaciones reales, como parecen ser los
famosos Eyad Kayali, la iraní Zaganeh, el mejicano Sanguinés Krause,
Villar Mir, Alberto Alcocer y algunos otros más que muy pronto
aparecerán -conectados al Caso Gürtel- en las nuevas y portentosas
hazañas de la princesa Corinna como ya lo que iremos descubriendo en
próximos días y meses.
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