martes, 26 de febrero de 2013

La Zarzuela intenta evitar el jaque al Rey con una jugada kamikaze / Benjamín López

La operación salvar a la Infanta está en marcha. Esto tiene cada día más pinta de que, en la complicadísima partida de ajedrez que juega la Casa Real, se ha pactado con el alfil su propio sacrificio para intentar salvar la torre. Es un movimiento defensivo fundamental, porque si la torre cae, el rey queda totalmente expuesto y corre peligro inminente de jaque mate. En cambio, si la torre se salva, el rey se guarda una baza, la posibilidad de enrocarse si la situación se complica aún más.

Iñaki Urdangarin, el alfil, parece que ha asumido la estrategia. Exculpa a la Infanta, la torre, y, por primera vez, deja totalmente al margen también al Rey y a la Casa Real. Intentará descargar, ya lo está haciendo, la mayor parte de culpa en su ex socio, Diego Torres. Pero parece dispuesto a asumir la ración que le toque dejando al margen a todos los demás. Es posible que su parte sea menor que la que le caería a un Martínez o a un López cualquiera, pero parece que, llegados a este punto, nada ni nadie parece capaz de salvarle, por muy Urdangarin y por muy yerno que sea.

La entrega de la cabeza de Urdangarin es uno de los frentes de la operación que está en marcha para salvar a Cristina, curiosamente la única de los cinco miembros de la junta directiva de Nóos que no está imputada. Pero hay varios frentes más que se observan a simple vista. Uno de ellos es el mediático. No hace falta más que echar un vistazo a la portada de ABC de este lunes para darse cuenta: Las pruebas dejan a la infanta Cristina fuera del caso Nóos. ¡Toma titular! De un plumazo el diario deja juzgado y sentenciado el caso.

Otro de los frentes es el jurídico. El fiscal general del Estado ha repetido en varias ocasiones que "no existe indicio alguno que atribuya una responsabilidad penal a la Infanta Doña Cristina", lo que no deja de ser sorprendente cuando aún no ha finalizado la instrucción del caso y cuando cada día conocemos nuevos y sorprendentes datos. Los que tienen algo que decir en esta historia deberían pensar si, de verdad, dejar fuera a la Infanta es la mejor forma de evitar que el escándalo salpique a la Casa Real o si, por el contrario, servirá para echar mas leña al fuego.

Porque la opinión pública no parece muy de acuerdo con las opiniones del diario ABC y del fiscal general. Una encuesta de Metroscopia para El País pregunta a los ciudadanos si creen que Torres dice la verdad cuando trata de implicar al Rey en las actividades de Nóos. La mayoría, el 46%, cree que es cierto y el 40% considera que es una maniobra para intentar salir lo mejor parado posible. Respecto a la Infanta Cristina, los datos son demoledores. El 86% de los encuestados piensa que estaba al tanto de las actividades de su marido. Sólo el 7% la exculpa.

Por eso, intentar salvar a la Infanta a toda costa puede ser contraproducente. Puede acabar de convencer a la gente de algo que ya está bastante instalado en el subconsciente colectivo, que la justicia no es igual para todos, que algunos, según su apellido o su posición, son inmunes e intocables.

Lo que está claro es que Diego Torres, que ve como su esposa sí está imputada, no se va a dar fácilmente por vencido. Parece dispuesto a vaciar el cargador de los emails hasta la última bala para, una de dos, o conseguir un trato, una salida digna, o arrastrar a unos cuantos con él en la caída. Chantaje a la Corona, lo llaman, indignados, algunos defensores a ultranza de la monarquía.

Lo malo es que asumir que Torres está chantajeando a la Casa Real es asumir que la Casa Real tiene algo con lo que ser chantajeada. Y ése es el verdadero problema de fondo. El que nada tiene que ocultar, nada tiene que temer y, en este asunto, da la impresión de que hay muchos que están muy temerosos. 

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