martes, 26 de febrero de 2013

Monarquía: privilegios arcaicos, disparates modernos / Gerardo Pérez *

No todas las personas e instituciones evolucionan al mismo ritmo. Por ello, resulta inevitable que, con el paso del tiempo, convivan normas modernas y acordes con los principios de la Justicia actual con otras ya desfasadas y que desentonan de forma evidente. Uno de los ejemplos más ilustrativos es la proclamada irresponsabilidad de los Jefes de Estado en general y de los Monarcas en particular. El artículo 56.3 de la Constitución Española establece que la figura del Rey "no está sujeta a responsabilidad". A cuenta del contenido de este precepto se ha extendido una interpretación acorde con la tradición (pero que, en modo alguno, es la única posible) tendente a concluir que el titular de la Corona está exento de responsabilidad alguna por sus actos, sean los referidos a sus funciones públicas o sean los relativos a su condición de persona física. Es un debate de plena actualidad, toda vez que se suceden informaciones en las que el sometimiento del Monarca a la ley y la posibilidad de que éste se vea afectado por un proceso judicial distan de continuar siendo meros planteamientos teóricos de imposible concreción práctica. Sin ir más lejos, hace apenas unos meses se inadmitió en un juzgado de Madrid una demanda de paternidad contra Juan Carlos I, fundamentándose el rechazo en esa irresponsabilidad plasmada constitucionalmente. Asimismo, las repercusiones del caso Nóos convertirían en razonables unas hipotéticas acciones legales, aunque finalmente chocaran contra la muralla que rodea a la figura real. 

La polémica no es exclusiva de España ni tan siquiera de las Monarquías. Hasta hace muy poco, en Italia se hablaba de las leyes que pretendía aprobar Silvio Berlusconi para dotarse de inmunidad como mandatario. Esta realidad sólo tiene una explicación histórica. El Estado surge en los siglos XV y XVI adoptando la forma de monarquía absoluta, cuyo primer principio era que el poder del Rey emanaba de Dios y le otorgaba cualidades sagradas, casi divinas. Derivada de ese "razonamiento" se construyó la teoría de la inviolabilidad de la persona del monarca, su irresponsabilidad e inmunidad. Bien es cierto que aquellos antiguos discursos se han disfrazado posteriormente con pintorescas argumentaciones a fin de ocultar lo que realmente son. Así, se nos pretende hacer ver que semejantes privilegios están al servicio de la institución (más que al de la persona como tal) y que, por derivación, suponen una protección al Estado y a los intereses públicos (en vez de una dispensa de su representante a la hora de cumplir las normas). 

Pero actualmente la irresponsabilidad del Jefe del Estado solo tiene sentido en el ámbito político. Posee cierta lógica ya que se ha decidido situar la institución al margen de los partidos en aras de su función moderadora y porque la existencia en la práctica de la figura del "refrendo" implica que la responsabilidad derivada de los actos del Rey deba ser asumida por otro cargo público. El Rey es irresponsable de sus actos porque nunca puede actuar solo (The King cannotactalone, decían los británicos). Sin embargo, fuera de dicho ámbito, tal irresponsabilidad no puede seguir existiendo en unos Estados modernos que presumen de ser modelos constitucionales y donde los principios de igualdad y de legalidad son básicos e inspiran su funcionamiento. Del mismo modo que repugnaba que Berlusconi pretendiera dictar leyes para garantizarse la impunidad de sus actos en virtud de su cargo, debe repugnar que cualquier otra persona, amparándose en privilegios arcaicos, reproduzca idéntico comportamiento. El hecho de que un ciudadano en un Estado de Derecho pueda incumplir cuantas normas quiera sin asumir culpa jurídica alguna es absolutamente indefendible. Tal vez fuera la costumbre en la época del absolutismo pero en el siglo XXI es preciso adecuar de una vez por todas ciertas normas totalmente desfasadas a los principios más elementales del movimiento constitucional.

(*) Doctor en Derecho y profesor de Derecho Constitucional de la ULL

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